La provocación de hacer un camino que parte de un encuentro y está llamado a abrazarlo todo, ¡todo!
Un grupo de 14 españoles participamos en el Equipe de los universitarios de Comunión y Liberación (CLU) que tuvo lugar en La Thuile del 29 de agosto al 1 de septiembre. Nada más llegar, tuvimos la introducción con el responsable del CLU, Francesco Ferrari (al que todos llamamos Fra), que hizo un recorrido de siete puntos: el inicio de la fe, la verificación de la fe, la totalidad, el sentido de nuestra amistad, un mar de ejemplos, totalidad y camino, y la vida es diálogo. Fue una provocación muy fuerte cómo introdujo la temática de la verificación de la fe de esa manera, recordando que la fe no es una posesión, ni un sentimiento, ni un éxito conseguido por una grandeza personal, sino el reconocimiento de una Presencia que empieza en el primer encuentro y se tiene que verificar, creciendo en el tiempo. Me llamó mucho la atención el hincapié que hizo en que la verificación de la fe descansa sobre una exigencia de totalidad, que toda actividad de nuestra vida sea juzgada a la luz del encuentro que hemos tenido, que se trata de afrontar todos los problemas de nuestra vida a la luz de esa Presencia. Esta primera provocación ya me impulsaba a escribir, por ejemplo, a algunos amigos del CLU que vamos a la misma universidad (la Autónoma de Madrid) para poder comenzar juntos con la tensión de vivir lo que nos ocurre en las clases y en el estudio de esa manera, viviendo juntos la universidad, con un gran deseo de caminar juntos este año en el camino de la verificación de la fe que nos proponía Fra.
La asamblea con Davide Prosperi al día siguiente fue incluso más provocadora. En ella se podía ver cómo el tema de la verificación de la fe suscitaba en los que estábamos allí la necesidad de hablar sobre aspectos muy diferentes de la vida. Prosperi corrigió a un chaval por cómo había hablado del corazón, aclarando que el modo en que nosotros utilizamos nuestro corazón para juzgar la realidad no es siempre infalible, que es necesaria una educación, una ascesis, un trabajo de ir hasta el fondo, para que el criterio original, el verdadero corazón, aflore en nosotros, siendo esta educación comunitaria: no puedo construir mi fe en un diálogo privado con Jesús, la fe es personal y comunitaria, y solo es fe si es nuestra fe. También me sorprendió que se hablase, entre otras cosas, de la muerte y de una experiencia de plenitud de vida donde la eternidad es real, cuando un chaval contaba cómo habían vivido la muerte de un compañero; o de la traición, y de verificar lo que uno se ha encontrado a pesar de poner en duda a Dios por percibir la mezquindad de los hombres a través de los que Él ha decidido mostrarse, cuando una chica hablaba de una gran traición que había sufrido por parte de una de las personas con las que había conocido el movimiento. Aquí se hacía patente cómo verdaderamente la fe tiene que ver con todo, con toda la realidad, sin dejarse nada fuera.
Al tercer día, en la asamblea con Fra y Martino costó más, se notaba el cansancio de haber dormido menos, de haber hecho el paseo por la montaña, de que fuese después de comer… Aun así, me llamaron la atención dos cosas. En primer lugar, que saliese a hablar gente de fuera de Italia, mostrando que la vida que hemos encontrado ha llegado a países tan lejanos y distintos como Kazajistán, y que, aunque solo hubiera cinco personas del CLU en algunos sitios, tenían el mismo deseo de vivir una vida grande. Ante un chaval de Londres que hablaba del miedo que tenía a no poder vivir como había vivido ese verano en Italia, Fra señaló que su exigencia de amistad nos interpelaba a todos nosotros, así que me encontré inesperadamente esa noche trabando amistad con esos chicos de Londres que habían venido hasta aquí. En la asamblea también se comenzó a hablar de los rasgos inconfundibles del rostro de Cristo, que luego se retomaría en la síntesis, cuando un chaval preguntaba por qué poner el nombre de «Cristo» a lo que ocurre entre sus amigos y no llamarlo tan solo «una relación increíble». A raíz de ahí, Martino y Fra nos invitaron a hacer un camino comunitario para ir descubriendo qué cosas son rasgos inconfundibles del rostro de Cristo, sin poner la “etiqueta” de Cristo erróneamente, sin ningún significado.
La síntesis del ultimo día fue un recorrido increíble, que partía desde la figura histórica de Cristo, cómo sus discípulos le seguían y veían sus rasgos excepcionales, y cómo nace la fe de la pregunta por aquella excepcionalidad que seguían, y la respuesta que les daba: «yo soy la verdad». Desde ese punto de partida Fra tocó muchos temas que ya habían salido: ejemplos de rasgos del rostro de Cristo con los que nos habíamos encontrado (una unidad imposible, una acogida sin límites, una alegría impensable, etc.), la razonabilidad de la fe, la exigencia de totalidad que nos lanza a hacer un trabajo verificando nuestra fe, etc. Fra hizo hincapié en la compañía y en el estudio, ya que ve que muchas veces vivimos el estudio desligado de nuestra fe, viviendo la universidad centrados en la nota y no en verificar qué tiene que ver la felicidad que he encontrado con lo que estoy haciendo en clase o en la biblioteca, y nos animaba a que entre amigos seamos verdadera compañía, para poder verificar juntos nuestro camino de fe hasta en algo que a lo mejor no nos apetece tanto como el estudio.
Tras la síntesis de Fra terminó el Equipe y volvimos a España, habiendo podido ver la inmensa nube de testigos que forman parte de una vida grande con la que nos hemos encontrado y lanzados a continuar el camino propuesto de verificación de la fe este curso, tanto con mis amigos de toda la vida como con los que convivo en el CLU, buscando afrontar juntos, a la luz de esa Presencia que estamos conociendo, la universidad, el tiempo libre, la familia, el estudio… ¡Todo!
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