Después de varios años de parón, un grupo de amigos decide volver a poner en marcha la Taberna española en el Meeting, donde han participado 60 voluntarios
La Taberna española comenzó su andadura en el año 2000. Algunos de los primeros españoles que habían conocido el movimiento de Comunión y Liberación?–entre otros, recordamos con cariño a Carmina Salgado–, tuvieron la iniciativa de montar un bar en el Meeting de Rímini. En seguida lo comunicaron a otros, en especial a un pequeño grupo de jóvenes trabajadores: David, Raúl, Armando… La propuesta era sencilla: un lugar donde poder disfrutar de productos gastronómicos nacionales pero que, sobre todo, fuera un lugar de encuentro. Durante años, muchos jóvenes y no tan jóvenes han trabajado en la Taberna. Quizá, si hubiera que destacar algo de esos años, habría que insistir en el agradecimiento.
El año 2012 dejó de montarse la Taberna española en el Meeting. Varios años después, la misma pasión por Cristo del inicio y el mismo deseo de construir el movimiento ha llevado a algunos amigos a plantearse la posibilidad de volver a montarla. Uno iba al Meeting y la echaba en falta: un lugar de encuentro donde tomar una cerveza con los amigos, donde poder escuchar algún testimonio, donde poder cantar juntos… Al inicio solo fueron algunas conversaciones de bar. Luego comenzaron a llegar encuentros más específicos. Finalmente, la decisión: había un pequeño grupo de amigos, apasionados por el ideal y con ganas de construir, y esto era suficiente. Primeras ideas, el menú, la sangría, otros amigos que se unen… Se lanza el aviso: este año habrá Taberna española en el Meeting, quien quiera trabajar que escriba a la siguiente dirección de correo…
Unas 60 personas se inscriben como voluntarios. Más de la mitad, universitarios. Además, una docena de jóvenes trabajadores y el grupo de adultos que habían tenido la iniciativa. De 18 años hasta muchos más. Un joven matrimonio que espera su primer hijo, alguna pareja de novios, padres con sus hijos, algunos que van por primera vez al Meeting, un par de memores Domini, hasta un cura. Una extraña compañía…
Llegamos al Meeting. Primera reunión con los voluntarios: ¿de dónde nace esta obra? ¿Por qué venimos a trabajar aquí? ¿Qué genera esta amistad inagotable? ¿Por qué la propuesta del día comienza con la Eucaristía? Volvemos a comprobar que el carisma es, sobre todo, educativo: no nos permite perdernos entre la paella, cortar fruta para la sangría o aprender a tirar cerveza. Atentos amigos, es Cristo que nos está esperando entre los fogones, entre las cacerolas y las mesas que hay que limpiar. Es Cristo que nos está esperando en esos rostros de 18 años, en la joven embarazada y en el amigo de toda la vida. Esa extraña compañía…
El trabajo en la Taberna es cansado. Aquí se trabaja. Y se aprende a trabajar: se aprende a seguir, a preguntar, a obedecer. Cuando termina el turno quedan pocas fuerzas para ver alguna exposición o asistir a alguna conferencia. Pero se va. Se va para aprender que el carisma, como nos repite Carras, tiene tres manos para tocar la realidad: la cultura, la caridad y la misión. Aquí se ve clarísimo: Péguy, la vida de los monasterios, la plaza de los oficios, unas monjas en Siria… De nuevo, educados. De nuevo, agradecidos.
Pasan los días y el cansancio se acumula. Es innegable. Pasan los días y ya no hay un grupo de universitarios, jóvenes trabajadores y adultos. En una vida grande no cuentan las generaciones. También es innegable. Ya solo hay amistad. Un grupo de amigos. Sesenta amigos que miran juntos a quien genera la Taberna española, a quien genera el Meeting: a Cristo. Juntos celebramos la Eucaristía por la mañana, juntos sudamos cortando pollo, juntos nos reímos y cantamos. Una amistad inagotable. Una comunión no nacida de nuestro esfuerzo sino que ha acontecido por pura gracia. El próximo año hay que volver a montar la Taberna.
Una amistad que te abre al mundo
Al llegar al Meeting y leer el lema, “La existencia humana es una amistad inagotable”, no entendíamos qué significaba, pero lo que sí entendemos es lo que hemos visto, esa amistad que sostiene el Meeting. Cada acto, cada exposición, nuestra Taberna… están ahí porque hay amigos que quieren compartir algo que tiene valor para ellos. Lo más sorprendente es que no lo comparten solo con sus cuatro colegas sino con el mundo entero. La Taberna ha sido un lugar donde se ha hecho tangible esta forma de amistad.
Nos llamaba la atención el trato entre voluntarios, que a pesar de no conocernos mucho había un interés recíproco por el otro que se traducía tanto en una ayuda constante como en estar pendientes y cuidarnos, con relaciones que han ido surgiendo más allá de la diferencia de edad.
Durante el Meeting también hemos podido reconocer esta cercanía con gente que no conocíamos, como en los cantos cada noche al finalizar y con otros voluntarios italianos. Pequeños encuentros que sintetizan de forma sencilla lo que ha sido el enorme encuentro de Rímini para nosotros: un lugar que sorprende por la vida que ves y de la que participas, que te hace mirar al futuro expectante y con unas ganas tremendas.
Fernando y Ramón
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