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Huellas N.07, Julio/Agosto 2023

RUTAS

Entrenar la curiosidad

Silvia Guidi

En la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, un curso sobre el método de don Giussani y su “experiencia del hombre y de Cristo”. Las lecciones de monseñor Camisasca sobre palabras clave como fe, razón, acontecimiento, sentido religioso, y las preguntas de los alumnos

«Se trata de una propuesta, un camino de vida cristiana, pero podemos llamarlo también teología». Estamos en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (PUSC) en Roma, a unos pasos de la plaza Navona. Por las ventanas abiertas del aula donde se da la clase se ve un cielo lleno de cúpulas, las curvas de la fachada de Santa Inés en Agonía y al fondo San Andrés del Valle, la que los melómanos llaman la iglesia de Cavaradossi, donde Giacomo Puccini ambientó algunas de las escenas más famosas de su Tosca. Es el entorno de la Roma barroca del centro histórico, «bellísima pero agotadora para vivir», dice don Massimo Camisasca antes de empezar la lección. «Pero no se lo digáis a mi amigo Antonello Venditti, que en este tema es susceptible…». Una broma que nace de su experiencia. Palabra central en el título del curso que imparte: “Luigi Giussani, su experiencia del hombre y de Cristo”, un curso universitario dedicado al método de don Giussani.
La mayoría de los alumnos no son italianos. Habría que hacer un contexto histórico antes de entrar en detalle, por eso las lecciones iniciales se dedican a ilustrar los pasos claves de la historia italiana y europea en la segunda mitad del siglo XX: Iglesia y sociedad en los años 50, la contestación del 68, el nacimiento de Comunión y Liberación y su desarrollo mediante las obras, los textos dirigidos a los universitarios y a la Fraternidad de CL, el cambio de milenio. Sin olvidar 1965, el año en que don Giussani fue duramente puesto a prueba, pero también el momento en que esa “luz que atraviesa el tiempo” –parafraseando el título del último libro de monseñor Camisasca– mostró su permanencia hasta en las circunstancias más complejas, fatigosas y contradictorias. El silencio en el aula (total, a pesar de la grabación para que los ausentes también puedan seguir la lección) se interrumpe de vez en cuando por las risas que siguen a las bromas del docente.
Leonardo, que se ordenó sacerdote en junio, es uno de los inscritos. Hace años se sintió atraído por las preguntas del poeta Eugenio Montale en Huesos de sepia. Con el paso del tiempo descubrió que «todo lo humano está ligado con hilo invisible a Cristo», que la relación con Cristo es lo que permite generar una compañía. «Cuanto más se ama –explica monseñor Camisasca durante la clase– más se necesita fundamentar lo que se ama en lo eterno, afirmar el “Tú” con mayúscula que está detrás del “tú” con minúscula. Pedir a Cristo, nihil amori Christi praeponere, decían los monjes: no anteponer nada al amor de Cristo».
Originalidad y sorpresa son algunas de las palabras más recurrentes en los comentarios de los alumnos después de la lección. No se puede dar por descontado, teniendo en cuenta que el tema del que estamos hablando es el pensamiento del fundador de un movimiento presente en más de cien países del mundo. Conocido, pero no siempre leído, como suele pasar con los clásicos, citados muchas veces pero rara vez leídos íntegramente y enmarcados en el contexto en que nacieron. Originalidad, sorpresa y mucha inteligencia afectiva en acto, afirma monseñor Camisasca. «El entusiasmo es la puerta del conocimiento». En el fondo, todo el curso no es más que una aproximación por etapas hacia una curiosidad sana por todo lo que vive en el universo y lo que nos dice el Misterio.
Con un gran enemigo de fondo, llamado descuido del yo. La fuerza penetrante del poder y de la mentalidad dominante tiende a atrofiar lo humano que habita dentro de cada persona, explica Camisasca a los estudiantes. «Atención a quien quiera dominarte, a quien no le interese tu bien, a quien quiera manipular tu vida siguiendo sus propios intereses», repite el profesor a sus alumnos remarcando el tono preocupado y a veces duro, rozando el sarcasmo, en los textos de don Giussani que abordan este tema. Un enemigo tanto más temible cuanto más invisible, tan persuasivo que ni se le nota.
«Me parece muy significativo que este curso se imparta en Roma», afirma don Mario, sacerdote que participa desde hace casi cuarenta años en Comunión y Liberación, «porque me recuerda el seguimiento efectivo y afectivo al sucesor de Pedro que siempre vivió e indicó don Giussani, incluso con su muerte el 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de san Pedro». Un dies natalis que sintetiza esa obstinada y tenaz obediencia que marcó la vida entera del sacerdote italiano. «Me apunté porque quería profundizar en el conocimiento de don Giussani aprovechando la enseñanza y el testimonio de alguien que le conoció y compartió su vida y su obra de apostolado, y así ha sido».
Camisasca, fundador de la Fraternidad sacerdotal San Carlos Borromeo y obispo emérito de Reggio Emilia-Guastalla, conoció a Giussani en 1960, cuando tenía 14 años, y pasó a su lado los siguientes 45 años de su vida. Acumula una cantidad infinita de anécdotas y citas de primera mano: bromas cotidianas, viajes juntos, citas literarias y teológicas.
«Don Massimo ha usado en el curso textos de don Giussani como fuentes históricas y textos sobre don Giussani publicados en los últimos años por varios expertos, incluido él mismo, como historiografía. Nada raro en un curso universitario –continúa don Mario– pero es asombroso ver cómo una sola vida ha llegado hasta miles de vidas en tantos países y hoy sigue siendo una historia viva –un pueblo– y una historia escrita –sus textos–. En clase, pensaba mucho en don Giussani y en muchos amigos cuya vida y fe en Cristo constituyen hoy el contenido de auténticos “libros vivos”, parlantes». Personas no necesariamente del movimiento ni necesariamente sacerdotes –como Pedro Paolo, del Opus Dei–, sino interesadas en no dejar de hacer preguntas y dar razón de su fe.
Un aspecto del curso especialmente útil para los estudiantes ha sido la reflexión de Camisasca sobre ciertas palabras clave que usaba Giussani, como experiencia, experiencia elemental, razón, fe, acontecimiento y, sobre todo, sentido religioso. «También en este caso –señala don Mario– se trata de palabras cuyo contenido resulta familiar para los que, como yo, participan en CL, pero las preguntas de los alumnos y las respuestas de don Massimo las hacían brillar como si fueran nuevas, siempre verdaderas y fascinantes».
Este curso se debe a una iniciativa de Giulio Maspero, profesor de teología dogmática y vicedecano de la facultad de Teología, para entender mejor la génesis de los movimientos eclesiales surgidos en el siglo XX (aquí se estudia también el pensamiento de Chiara Lubich y Escrivá de Balaguer) y ha dedicado un amplio espacio a la profundización por parte de los alumnos. «Las preguntas –concluye don Mario– han sido muchas y muy interesantes, signo de curiosidad y atención a los temas tratados, suscitadas tanto por una exposición ordenada y rigurosa como por los recuerdos personales, experiencias y conversaciones con don Giussani que don Massimo narraba con sobriedad y en calidad de testigo directo de muchos episodios. Esas preguntas también han servido como ocasión para dar pistas de investigación a futuros estudios sobre la vida de don Giussani y la historia de Gioventù Studentesca-Comunión y Liberación». Un recorrido de la razón que puede guardar aún muchas sorpresas y dar frutos inesperados.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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