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Huellas N.06, Junio 2023

PRIMER PLANO

«Oscurece, pero yo canto»

Maria Acqua Simi

De sus estudios durante la dictadura militar al descubrimiento de un método revolucionario. Miguel Mahfoud, psicólogo brasileño, era aún universitario cuando conoció a don Giussani

Miguel Mahfoud, 67 años, es un estudioso brasileño, autor de varios ensayos y fue profesor de Psicología en la Universidad federal de Minas Gerais de 1996 a 2016. Su apellido desvela sus orígenes libaneses, que le llenan de orgullo, aunque su corazón pertenece a Brasil. Aquí, primero en la universidad de Sao Paulo y luego en la de Belo Horizonte, se formó en psicología social. Pero su carrera académica y toda su existencia están marcadas por el encuentro con un grupo de universitarios de CL a finales de los años 70. Eran jóvenes vivaces que se juntaban para leer documentos y medirse con un texto titulado Huellas de experiencia cristiana, traducido al portugués de forma un tanto rocambolesca. La aventura de Comunión y Liberación había comenzado en Brasil unos años antes, don Giussani ya había ido a visitar a la comunidad naciente y también llamará la atención del joven Mahfoud, que miraba con curiosidad a aquel sacerdote «tan directo, cordial y lleno de fe» que conoció en 1980.
Esta es la historia de una amistad, de un desafío lanzado y aceptado. A partir de una estrecha confrontación con don Giussani arrancó una apasionante investigación académica sobre religión y psicología que floreció al “toparse” con la lectura y el descubrimiento de El sentido religioso. ¿Qué tenía que ver la experiencia elemental, esa exigencia de justicia, felicidad y verdad propia de todo ser humano, con sus estudios de psicología? A esta pregunta, Miguel Mahfoud dedicó toda su vida.
«Conocí a los primeros universitarios de CL en 1978. En esa época nuestro país sufría una dictadura militar, pero algo empezaba a cambiar poco a poco en las universidades. En Sao Paulo, por ejemplo, la pastoral universitaria estaba cobrando vida y allí es donde empecé a ir por primera vez a la Escuela de comunidad. Me quedé impactado por cómo se hablaba de la experiencia de la fe y de la experiencia humana. Para mí era algo totalmente nuevo. Lo que escuchaba en esos encuentros era revolucionario. Así fue como mi amigo Edoardo y yo empezamos a juzgar también cómo nos enseñaban la psicología». No perdían el tiempo.
En aquellos años se usaba como manual de estudio un clásico de la sociología, el libro del estadounidense Erving Goffman titulado Manicomios, prisiones y conventos. «Nos dimos cuenta de que no hacía justicia a la experiencia de los monjes, que se comparaba con la de los lager o los hospitales psiquiátricos. Nosotros podíamos decirlo porque habíamos empezado a ir al monasterio benedictino de Nossa Senhora de La Paz, en Sao Paulo. Íbamos allí porque redescubrimos nuestra necesidad de la oración gracias a la Escuela de comunidad. Así que escribimos un pequeño libelo titulado San Benito: el desarrollo y la integración de la personalidad, donde citábamos varias lecciones de don Giussani sobre la importancia del silencio, pero también de la vida comunitaria y las relaciones para el desarrollo del yo. Era nuestra forma de desafiar al libro de Goffman». Un intento juvenil, tal vez algo torpe pero audaz.
«Poco a poco, estábamos aprendiendo que la experiencia de la fe tiene que ver con la experiencia humana y esto nos llevaba a juzgarlo todo. También cómo inciden la cultura y la psicología en la vida. Fue una primera experiencia muy fuerte, también porque en aquellos años en Brasil no se podía hablar de “experiencia religiosa” en psicología. Estaba prohibido».
Mahfoud continuó con sus estudios y en 1986 decidió pasar un año en Milán. «Me matriculé en la Universidad Católica, donde Giussani daba clases por aquel entonces sobre El sentido religioso. Podía escucharlo todo de su viva voz. Tenía una capacidad brutal de desafiar a la cultura dominante. Entraba en relación con todos. Recuerdo aquella aula abarrotada de estudiantes donde siempre había un silencio total. Se sentaba allí con sus apuntes y en ese momento él estaba totalmente presente, toda su persona estaba ahí para nosotros. Muchas veces, había fuera gente o periodistas esperándole, pero él pasaba de largo porque prefería tomarse un café con los alumnos. Conmigo lo hizo muchas veces». La última fue justo antes de que Mahfoud regresara a Belo Horizonte. «Se despidió de mí diciendo: “Ten en cuenta que el desafío en Brasil es que la persona esté en el centro, también en las cuestiones sociales”».

Estas palabras quedaron grabadas en la memoria del joven psicólogo, tanto que en los años siguientes se convirtieron en el acicate de toda su investigación científica.
Cuenta que en psicología es revolucionario afirmar que las fragilidades, los límites o ciertas emociones puedan mirarse también como algo positivo porque la persona no puede quedar reducida a su fragilidad, a su límite o a su emotividad, sino que vale mucho más que eso. «El sufrimiento vivido personalmente puede suponer una apertura, recuerda don Giussani, por lo que es infinitamente más humano un hombre plagado de heridas que un hombre superficial. Porque quien está herido siente una nostalgia más profunda de su cumplimiento y entonces buscará ese cumplimiento, se pondrá en camino».
Toma forma así un recorrido a base de seminarios, cursos de perfeccionamiento y ciclos de encuentros dirigidos a estudiantes, docentes y psicólogos para entender cómo esto sirve para iluminar hasta la relación con los pacientes. «Empecé a trabajar mucho sobre El sentido religioso y especialmente sobre el concepto de “experiencia elemental”. Pero me topé con malentendidos, a nivel cultural, sobre el tema del deseo. Si el deseo se concibe tan solo como “deseo de algo que te falta”, entonces, una vez que has encontrado lo que buscas, todo debería estar en orden. Y si no lo encuentras, es que la respuesta sencillamente no existe. Pero don Giussani decía que el deseo tiene que ver con la falta de un bien infinito y que la respuesta existe. De ahí partía el recorrido que hacíamos con nuestros pacientes. Todos tenemos preguntas profundas a las que prestar atención. Ninguno de nosotros puede llegar a ser él mismo sin atravesar la provocación de las circunstancias y sin intentar al menos responder a esas preguntas. Hacerlo exige un movimiento de la libertad. Nuestro trabajo consiste en ayudar en ese proceso».
Este método de investigación se convirtió en un libro titulado Experiencia elemental en psicología, fruto de una confrontación sincera con El sentido religioso.
«La bondad del camino que habíamos emprendido se me hizo evidente mirando a mis alumnos. En ellos surgía un interés, una sorpresa, el descubrimiento de una posibilidad nueva para la psicología. Les animábamos a leer El sentido religioso y como trabajo final les pedía que imaginaran un diálogo con don Giussani para que se pusieran en juego. Al final del semestre, algunos entusiastas me pidieron seguir profundizando en estas lecciones, y acepté».
Nacieron así nuevos cursos para licenciados y doctorandos, partiendo siempre del concepto de “experiencia elemental”, tal como la describe Giussani. En estos seminarios también participará, como invitado y como ponente, Pigi Bernareggi, misionero del movimiento que dedicó su vida a Belo Horizonte, a los pobres de sus favelas y a los estudiantes de su universidad.
«Si me preguntan por qué lo hice, por qué hicimos todo aquello, diría que por el asombro que despertó en nosotros don Giussani: un sacerdote que intentaba entender qué era realmente la experiencia humana y que no acalló la experiencia religiosa».
Hoy el profesor Mahfoud está jubilado, pero su trabajo continúa gracias a sus antiguos alumnos que hoy dan clase en Canadá, Argentina y varias universidades brasileñas. «Es algo precioso porque es un camino que continúa más allá de mí mismo, pero siempre con Giussani. Y todo este camino ha estado siempre lleno de esperanza». Como dice una hermosa canción popular brasileña que le gusta especialmente, Faz oscuro mas eu canto: «Oscurece, pero yo canto porque la mañana llegará. Ven, amigo y compañero, será hermoso el color del mundo que cambia. Vale la pena no dormir y esperar el alba cantando».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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