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Huellas N.11, Diciembre 1998

CLÁSICA

Sobre las notas del Infinito

Pierpaolo Bellini

El responsable del departamento de música clásica de la casa discográfica Polygram italiana, el coloso de la discografía mundial habla de su trabajo, de sus encuentros con los grandes de la música, de la situación del mercado y de la enseñanza musical en Italia.
La novedad de la colección "Spirito Gentil". Una especial invitación a escuchar.


Entrevista a Mirko Gratton
Cuando, en noviembre de 1996, llamamos por primera vez al timbre de la "Polygram", en la calle Tunisia de Milán, sentimos una gran emoción: estábamos entrando en el templo de la producción mundial de la música clá­sica, esa multinacional que, agrupando marcas como Deutsche Grammophon, Philips, Decca, L'Oiseau­-Lyre y Archiv, se asegura no sólo el primer puesto en el sector, sino también las fir­mas más acreditadas de la interpretación musical de todos los tiempos. Cuando subíamos en el ascensor se palpaba el temor de quienes se atreven a una "misión imposible": proponer a un coloso discográfico la idea, casi extravagante, de una colección de música clásica dirigida por un sacerdote.
Lo único que nos movía era por una parte, la experiencia ya reconocida de los "Libri dello Spirito Cristiano" (aunque los discos, ya se sabe, son otra cosa), por la otra, la certeza de que escu­char la música cómo nos enseña don Giussani es una propuesta válida para todo el mundo, que hace descu­brir un gusto nuevo al acer­carse al lenguaje de los so­nidos, ya sea por pasión o por profesión. Ciertamente no podríamos prever el éxito clamoroso que ha te­nido, las más de cincuenta mil copias vendidas y los encuentros extraordinaria­mente interesantes que han surgido. También gracias a ese inicial "ingenuo atrevi­miento" podemos ahondar en la relación con uno de los principales artífices de esta iniciativa, el director del departamento de música clásica de Polygram Italia, Mirko Gratton. Su disponi­bilidad para contar, durante el último Meeting de Ri­mini, la experiencia de "Spirito Gentil" por parte del productor nos ha desper­tado la curiosidad de inter­cambiar con él algunas pa­labras.

¿Cómo y cuándo empezó su interés por la música clásica?
Empecé a estudiar piano a los cinco años. Fue el típico "interés" a empujones por­que lo querían mis padres. Yo era su tercer hijo: los dos primeros habían estu­diado piano y, por tanto, yo también tenía que estu­diarlo. Hubo una época en la que los tres tocábamos durante una hora y media al día cada uno, ¡un total de casi cinco horas! En mi fa­milia la gran apasionada por la música era mi madre. Du­rante algunos años odié la música (porque me quitaba tiempo para jugar, mi tiempo libre) y después poco a poco empezó a gus­tarme, a interesarme. Yo le debo mucho al disco, por eso me alegro de trabajar en este campo: le debo mucho al disco y a la radio, porque escuché muchísimo "Radio Tre", en el hilo musical... Puedo decir que siempre he sido un oyente omnívoro, pero siempre dentro de la música clásica: un día, ade­más de escuchar se empieza a leer y los horizontes em­piezan a ampliarse...

Por tanto, su llegada a esta profesión fue también por pasión.
Sin duda. Me acuerdo de cómo llegué a ella: estaba dando una vuelta por Milán, compré Música, una de las pocas revistas musicales que existían en Italia a mi­tad de los años 80. Me acuerdo que hacía muchí­simo calor; entré en el Duomo, abrí la revista y me vi un anuncio de trabajo de la Polygram. En esa época estaba haciendo el servicio militar: la Polygram necesi­taba a alguien inmediata­mente y a mí todavía me faltaban siete meses. Era una situación complicada.

¿No había planeado dedi­carse a una profesión de este tipo?
No. Lo había pensado, pero no lo había planeado por qué siempre había considerado la música como una pasión, pero estudiaba Economía en la Bocconi. El sector musical no ofrece muchas salidas a uno que estudia Economía. Fue una coincidencia y también supuso una renuncia, porque licencié en una época en que un licenciado de la Bocconi tenía el privilegio de elegir trabajo entre las muchas oportunidades que se le ofrecían. Tal vez renuncié a hacer carrera en otros sectores, pero creo que tengo la suerte de realizar un trabajo que me da muchas satisfacciones y, sobre todo, me da la posibilidad ampliar mis conocimientos porque entro en contacto con personas que generalmente poseen una enorme cultura, mucho mayor que los que no son profesionales del sector. Por eso, por ejemplo, yo que no escuchaba música antigua o música contemporánea he empezado a escucharla.

En su actividad habrá tenido ocasión de encontrar grandes personalidades artísticas. ¿Quiénes y porqué le han impresionado más?
Desde el principio he tenido la posibilidad de conocer y pasar muchas ho­ras con personas que me han dado mucho, con algu­nos de los cuales todavía tengo relación y no sólo porque pertenecen a mi casa discográfica. He te­nido la posibilidad de ha­blar, por ejemplo, con Solti que conoció a Strauss y a Bartók; con Cherkassky y Bolet que conocieron a Rachmaninov. Y también a Ashkenazy, que me ayudó mucho a conocer el valor de la libertad: vivió mucho tiempo en Rusia sufriendo grandes traumas (y como él muchos artistas rusos que he conocido). Me acuerdo que una vez le preguntaron a Ashkenazy precisamente sobre la liber­tad (he hecho de intérprete para muchos artistas por­que casi todos hablaban in­glés). Dijo en inglés que en Occidente había "very much freedom" y yo tra­duje "demasiada libertad", porque en el contexto se podía traducir así. Él, que no hablaba italiano pero lo entendía, me paró y me dijo: "No, demasiada liber­tad no se puede decir; es un contraste inadmisible. He dicho muchísima liber­tad". Para una persona que ha vivido su infancia sin libertad es un error incon­cebible, para él era una distinción importante.

¿Qué es lo que le impre­sionaba de Solti?
Sobre todo el que un per­sonaje como él me llamase "amigo". Solti, incluso cuando no me ocupaba di­rectamente de Decca (marca musical de Polygram ndr), cada vez que alguien le pro­ponía algo para Italia me pedía mi opinión y cuando me veía me llamaba "amigo mío". Yo estaba muy orgu­lloso de esto. Recuerdo que Solti poseía la materia mu­sical de una forma extraor­dinaria. Hago una observa­ción. Hay artistas que tocan música, que interpretan mú­sica pero que no les gusta hablar de ella; hay artistas que tal vez saben hablar de música incluso mejor de cómo la interpretan; y hay artistas a los que les gusta hablar e interpretar a la vez. Creo que Solti era uno de estos últimos, siempre es­taba preparado frente a cual­quier pregunta imprevista. Los recuerdos de su infan­cia eran verdaderamente conmovedores, siempre me han impresionado. Solti es­capó de Hungría porque fue a Suiza para hacer un curso y no volvió a ver a buena parte de su familia ya que, debido a los conflictos béli­cos, le llegó un telegrama de su padre que le decía: "No vuelvas". Los artistas no son siempre felices como nosotros creemos, asocián­dolos superficialmente a lo que ganan. Especialmente los artistas de una determi­nada edad que han afron­tado vicisitudes para noso­tros inimaginables. Muchos, por ejemplo, tienen parien­tes judíos con dramas fami­liares impresionantes.

Cambiando de tema y cen­trándonos más específica­mente en su profesión, ¿cuál es el consumo de música clásica en Italia respeto a los otros países europeos?
Si se mira el consumo en el sentido de adquisición de discos, los datos son mucho más bajos que en otros paí­ses como Inglaterra, Francia y Alemania.

¿Es una cuestión econó­mica o cultural?
Creo que es un hecho cul­tural. El problema es conside­rar la compra de un disco o asistir a conciertos como un hecho esencial para la propia vida. El italiano tiende a no considerarlo como tal mientras que en otros países si lo hacen. Además en Italia se compran pocos libros y pocos periódicos mientras no se re­nuncia a las vacaciones, a un viaje o a ir a un restaurante. Por eso creo que la excusa de que el disco o el concierto cuestan demasiado es falsa.
Pero, más allá de la compra, hay mucha gente que escucha la radio, que escucha la mú­sica de otra forma: en pocas palabras, hay muchas ganas de oír música.

¿Ha cambiado algo la forma de escuchar la mú­sica clásica respecto al pe­ríodo en el que se produ­cía? Esta forma aburrida de introducir la música en los medios de comunica­ción influye evidentemente sobre los oyentes.
Sin duda está cambiando la forma de escuchar la mú­sica clásica: nosotros lo he­mos vivido en nuestra pro­pia carne. Hoy día tiene mayor posibilidad de éxito el disco clásico de entreteni­miento, por ejemplo, la compilation, que no da pro­blemas, el llamado easy-lis­tening trasladado a la mú­sica clásica. Hay enormes éxitos italianos y mundiales de esto, pensemos por ejem­plo en Adagio Karajan que sólo en España ha vendido un millón y medio de dis­cos, cantidades que en Italia tal vez alcancen estrellas de la música pop como Zuc­chero o Ramazzotti. Esto confirma que, en realidad, existe un potencial enorme para la música clásica. Sin embargo, es cada vez más difícil, la venta de grabacio­nes tradicionales de música clásica, probablemente por­que la gente tiene menos tiempo. Es necesario un es­fuerzo mayor. En el fondo, escuchar un disco, es un sa­crificio, leerse las anotacio­nes, escucharlo de otra forma, sin embargo, oírlo, no. Hay discos que se pue­den oír y otros que hay que escuchar.

¿Por qué se considera difí­cil escuchar un disco?
¡En parte es un poco difícil!

Requiere un esfuerzo.
Si, requiere un esfuerzo. Por lo demás, en mi opi­nión, esto lo demuestra la dificultad de la venta de los videos clásicos, que cierta­mente requiere un esfuerzo porque uno debe prestar atención y la visión de la or­questa puede resultar abu­rrida para un espectador su­perficial. Se requiere un verdadero esfuerzo para verlo por lo que el vídeo del concierto clásico ha sido re­chazado por el mercado.

Pero esto pasa porque la música clásica requiere, impone una atención, un esfuerzo mayor.
Sin duda: y esto va contra los ritmos de vida cada vez más acelerados. Yo me formado en mi juventud con las grabaciones líricas de la ra­dio; ahora sólo se transmiten algunas obras en directo, nor­malmente los sábados por la tarde, pero no una ópera en­tera en disco y en la misma radio, desgraciadamente, los programas de música clásica tienden a privilegiar las pie­zas breves, por lo que res­pecta al disco. No hay ni si­quiera programas de música clásica de más de una hora, aparte de las conexiones en directo de gran importancia, por lo que a los discos se re­fiere están obligados a tras­mitir sólo algunos movimien­tos de las obras. Pero, que quede claro que no quiero demonizar la radio pública que, a pesar de todo, sigue ofreciendo un buen apoyo a la música clásica: desgracia­damente es la consecuencia de este tipo de sociedad que tiende a vivir acelerado.

Sobre esto me acuerdo de una cosa que don Giussani nos ha dicho siempre: la expresión artística genial es la expresión de alguien que narra la historia de un pueblo, que expresa mejor la experiencia de to­dos. La sociedad de la que habla ¿no es tal vez el fruto de la disgregación de un pueblo, disgregación de la que se deriva la incapa­cidad para comunicar?
Sí, además también en la música pop se da este fenó­meno por lo que tiende a imponerse más la canción de evasión. Hay que tener presente que la música li­gera no es toda igual y es bastante natural que preva­lezca la canción de evasión. Además, y no lo digo yo sólo, la sociedad de hoy, en general, tiene muchos me­nos ideales que antes.

La música clásica que tiene éxito ahora es la música para el gran público, sobre­ todo la música de los dos si­glos de oro, el XVIII y el XIX, si no me equivocó.
Sí, en esto no somos muy diferentes a épocas anterio­res, esto ha pasado siempre.

Esta situación ¿durará mu­cho? Es decir, en el siglo que viene, en el 2000, ¿se empe­zará a escuchar la música del siglo veinte como música para el gran público?
Es verdad que normal­mente se tiende a escuchar la música romántica o la música del periodo clásico. También es verdad, sin em­bargo, que han cambiado los gustos. Por ejemplo, hay sin duda una revalorización del barroco y de la música anti­gua. Respecto a la música contemporánea no le puedo responder con seguridad. Lo que se constata hoy es que la música contemporánea es, con poquísimas excepcio­nes, una música para inte­lectuales. Tengo serias du­das sobre si el gran público del próximo siglo tenderá a escuchar este tipo de música como nosotros escuchamos la música del siglo XIX o no. Esto no significa que no tenga interés, pero creo que tenderá probablemente a permanecer un poco de élite respecto a lo que ha sido la música romántica del siglo XIX que, aún habiendo sido compuesta para un oyente medio alto, nunca ha sido en sus expresiones más altas una música de élite propia­mente dicha, por lo menos no como lo es ahora.

Si usted fuese Ministro de Educación, ¿qué espacio daría a la música en los colegios?
Me parece que el espacio reservado para la música es más formal que real porque si se integra la música en los colegios sin tener profe­sores preparados puede ser incluso contraproducente. Me recuerda a la educación artística en el liceo clásico: cuando yo iba al liceo, la hora de educación artística era la hora de la juerga, de no hacer nada. Si integrar la música clásica en escuela significa simplemente poner una persona, tal vez diplo­mada en un instrumento, sin más, creo que no servirá para nada. La preparación tiene que ser distinta. La mujer de un compañero mío enseña música: me cuenta que realiza experiencias con niños de educación infantil y media, excepcionales. Porque, por ejemplo, el niño tiene una gran predisposi­ción a escuchar incluso la música contemporánea y se obtienen resultados sorpren­dentes presentando de ma­nera adecuada ese tipo de música. Estoy convencido de que hay que introducirla porque forma parte del pa­trimonio cultural que todos debemos conocer: pero hay que introducirla con este criterio, si no...

Cuando vino usted al Me­eting de Rimini, al hablar de "Spirito Gentil", la co­lección musical dirigida por don Giussani, que cuenta ya con varias edi­ciones Polygram, dijo: "En esta producción la mú­sica complementa una ex­periencia de vida y el mer­cado responde cuando no se vende un saco vacío". ¿Qué quería decir?
Esta experiencia es nueva porque no es sólo el disco, si no, sería uno de tantos. Es el disco con algo más, con anotaciones que -creo entender- son la síntesis de una experiencia de vida, de experiencias comunes, de una síntesis de muchos años, y creo que quienes la escuchan tienen la necesi­dad de leer estas anotacio­nes y de revivir esta expe­riencia. Y por eso quien compra "Spirito Gentil" compra La muerte y la don­cella de "Spiritu Gentil" y no otra edición. Y por eso nosotros, desde Polygram, hemos aceptado no tener la exclusiva; porque somos conscientes de que algunas cosas son fundamentales en la colección dirigida por don Giussani.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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