ARCYP -Asociación para la Renovación Cultural y Pedagógica- la Asociación Cultural CHARLES PÉGUY y UNIVERSITAS, organizaron una mesa redonda sobre el tema «¿Es posible educar?». Raúl Vázquez, Viceconsejero de Educación de la Comunidad de Madrid, y Giorgio Pontiggia, Rector del Instituto Sacro Cuore de Milán fueron los protagonistas
Las semanas anteriores a la celebración del encuentro fueron de gran expectación e interés por dar a conocer en un acto público las distintas asociaciones que lo organizaban y la propuesta educativa de don Giussani. La difusión de los carteles y trípticos de la convocatoria, que emitían un juicio sobre la educación sugerente y provocador, dio pie a debates y propuestas en algunas comunidades educativas. Por ejemplo, la Directora del centro donde algunos amigos llevamos a nuestros hijos nos invitó a participar activamente en la Asociación de Padres después de recibir de nosotros la información de la convocatoria.
El acto se realizó en dos momentos diferenciados: por la mañana, Raúl Vázquez y Giorgio Pontiggia respondieron respectivamente a la pregunta «¿Es posible educar?». Por la tarde, hubo un coloquio con Giorgio Pontiggia sobre su experiencia educativa de largos años. La presentación del acto corrió a cargo de Fernando de Haro, de la CHARLES PÉGUY, y de Francisco Romo, de ARCYP.
La comunidad educativa
Raúl Vázquez comenzó alabando a las asociaciones organizadoras el acierto de convocar a toda la comunidad educativa, hecho que, según el Viceconsejero, no es frecuente en eventos de esta naturaleza. Destacó la importancia de la pregunta que se había propuesto como tema, en contraste con los mejores datos de escolarización y los mayores presupuestos dedicados a Educación de toda la historia de nuestro país.
Comenzó haciendo un diagnóstico de la situación educativa aportando cuatro causas inmediatas: la supuesta democratización de la enseñanza, el intento de hacer una escuela neutral, la influencia de los Medios de Comunicación y la fascinación tecnológica.
Posible y necesario
Después de este análisis, retomó la pregunta inicial diciendo que «no sólo es posible educar sino absolutamente necesario». Vázquez formuló su respuesta aduciendo una serie de razones fundamentales. Habló de «recuperar la capacidad educativa de la escuela» y de ésta como lugar de maduración; de recuperar el liderazgo natural de los padres y maestros mediante el propio testimonio, el don de uno mismo y el gusto por enseñar. Citando a Sócrates, subrayaba la necesidad de que el maestro sea un «médico de la verdad y no un cocinero de la verdad». Finalizó su intervención proponiendo restaurar el valor del esfuerzo, de la palabra y la metodología del amor.
En camino
Giorgio Pontiggia inició su intervención manifestando que compartía lo que acababa de afirmar Raúl Vázquez. Adelantó que basaría su intervención en la experiencia educativa que está llevando a cabo en el Instituto Sacro Cuore de Milán. «Educar - dijo - es ayudar a otro a completarse, a alcanzar el fin para el que ha sido generado». Explicó que intenta trabajar en las orientaciones que Vázquez había expresado, atendiendo a varios aspectos:
La educación consiste en introducir a los alumnos en la relación con su destino comprobándola en la propia experiencia.
La educación implica el conocimiento de una realidad particular en relación con la totalidad. De ahí la necesidad de hacer explícita la concepción que se tiene de la realidad a la hora de explicar «cualquier página».
La educación implica un riesgo, porque debe dirigirse a la libertad del alumno.
Pasión por lo humano
El coloquio de la tarde consistió en una serie de preguntas que hicieron a Giorgio Pontiggia algunos educadores sobre las dificultades que han encontrado en su experiencia educativa. La impresión que teníamos los que le escuchábamos era la de estar ante un auténtico maestro, alguien que «es más lo que tú eres», como decía uno de nuestros amigos. Muchos nos fuimos con la certeza de que es posible educar porque vimos a alguien que, de hecho, ya está educando y que la pasión por educar coincide con la pasión por la propia humanidad.
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