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Huellas N.03, Marzo 2023

LIBRO DEL MES

Secretos que parecían perdidos

Jesús de Alba

La grieta y la luz. Un camino de perdón
Gemma Calabresi
Ediciones Encuentro
pp. 162 - 16 euros

Tenemos entre manos como libro del mes uno del género testimonio. Javier Prades en su libro Dar testimonio o Angelo Scola en su libro Postcristianismo hablan del gran reto que supone en nuestro mundo de hoy la contemporaneidad de Cristo. El testimonio nos pone de nuevo delante el inconfundible aroma y la frescura de Dios presente.
Estamos demasiado acostumbrados a escuchar que Dios se hizo hombre y se dedicó a ayudar a los que más sufrían, tal era la potencia de su humanidad y divinidad. Pero eso es increíble.
Nos reveló una forma, una vida más humana de vivir que se ha condensado en estos últimos dos mil años en el desarrollo de una civilización sin igual. Esta historia, pequeña e increíble, viene a corroborar y a ratificar la actualidad de estos dos mil años. Es lo que tiene el testimonio: reaviva la Verdad y nos da pistas y criterios para retomarla en nuestras vidas.
Lo necesitamos todos porque, como también se ve en el evangelio y en la historia de la Iglesia, nos despistamos y usamos el nombre de Dios en vano, para nuestra conveniencia y a nuestro servicio. Ya no le dejamos espacio ninguno y, a veces, incluso en nombre de Dios, lo queremos hacer desaparecer. A veces la eliminación no es física, pero sí social y tiene casi el mismo efecto.
Nótese cómo Cristo también tenía una mirada que recuperaba a los excluidos sociales. Cómo miró, dentro de aquella plaza abarrotada de gente, a la abuela que echaba unos centimillos en el cestillo del templo. Nos enseñó a medirnos con la verdad, con lo humano y no con el ambiente, con la apariencia (incluso la religiosa o más sobre todo con esta).
Este libro va en esta línea. Nos enseña de nuevo secretos de la vida que parecían perdidos en este mundo: cómo funciona la fraternidad, de qué tipo de santos vivimos rodeados sin ni siquiera darnos cuenta, como rezar a Dios contándole todo, «hasta las cosas más tontas», si «se puede vivir una vida de amor aún después de un dolor lacerante», o si «vivimos sin saber cuándo será la última vez de algo y nos despedimos con una inconsciente indiferencia un día tras otro».
De un modo excepcional nos revela cómo funciona el arduo camino del perdón. «He recorrido un largo y fatigoso camino». El oficio de vivir. Vivir es una conquista por aprender juicios que muchas veces hemos dado por supuesto. «Era una buena cristiana y sabía que los buenos cristianos perdonan. Pero era una teoría abstracta».
Y cuando la conquista es como cuando llegas a la cima de la montaña, ¡eres el rey! El rey de tu alma, de tu vida, el preferido de Algo-Más-Grande que tú mismo. «Había descubierto que existir me gustaba».
Cuando lo que recorres es, como la autora del libro, el camino a la cima del perdón, entiendes la cuesta arriba que te queda, la fatiga y el riesgo de cansarte y no querer seguir. «Se puede creer en los seres humanos incluso después de haber conocido su mezquindad». ¿Cómo se puede llegar a decir eso? ¿Qué atrezzo, botas o bastones se necesitan para escalar a esa cima?
Primero se siente frío por la tentación de quedarse en el valle del alma herida. «La vida llena, el alma vacía. Perdí el camino de vuelta al hogar. Las olas rompen el castillo de arena, la ceremonia de la desolación, soy un extraño en el paraíso, el juguete de la desilusión».
En medio del frío, la contemporaneidad de Dios. «Me tiembla la mano mientras escribo esto, pero estoy segura de que, en ese sofá, en el momento más bajo de mi vida, en la soledad y la desesperación, me encontré con Dios. Pero en aquel sofá ocurrió algo que lo cambió todo radicalmente: Dios me abrazó, y yo a él. No recuerdo cuánto duró, pero cada célula de mi cuerpo recuerda esa paz, que he buscado y hallado cada vez que la tormenta ha vuelto a sacudir mi existencia».
Y llega el gran salto: el perdón al prójimo. «Es increíble cómo todos nosotros tenemos necesidad de perdonar a alguien o algo, y a veces hasta de perdonarnos». «Hasta ese momento había creído que Dios había venido a mí porque era una pobre viuda, una víctima. Y, sin embargo, también había ido a verlos a ellos, unos asesinos, unos carniceros. Me avergoncé porque había tenido la presunción de gozar en exclusiva de aquel privilegio que en realidad Dios regala a todas las personas que lo necesitan, yendo a visitarlos a todos».
¿Consecuencia? «Desde que empecé a recorrer el camino del perdón, me parece que estoy recorriendo otro, el de la vida, con un paso distinto. Esa decisión del corazón me ha hecho una mujer libre, sin lastres, que puede volar alto. (...) La vida que empezaba a vivir de nuevo no era la misma que había dejado en pausa, sino que tenía colores más vívidos y olores más intensos».
Gracias por este libro. Nos ensancha mente y corazón.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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