¿Qué ha pasado en el New York Encounter? Un fin de semana en Manhattan con historias, reflexiones y exposiciones. Una fe en acción ante los desafíos de nuestro tiempo
Desde hace poco más de un año Hannah se encarga de la newsletter de la comunidad de CL en Estados Unidos. En vísperas del New York Encounter me pide consejo sobre cómo cubrir el evento. Hablamos por Zoom y veo que, aparte de las cuestiones técnicas –no se dedica a esto profesionalmente–, las preguntas que me plantea son más amplias y profundas. Quedamos en que durante esos días podrá asistir a las entrevistas que haré con algunos de los ponentes «para ver cómo se hace». Aunque llevo más de veinte años siendo periodista, sigo sintiéndome un principiante y la idea de tener que enseñar a alguien no me gusta demasiado. Nada más llegar a Nueva York, observo cómo Hannah corre de un encuentro a otro. No se pierde ni uno. No hay tiempo para detenerse a charlar. En un momento dado nos cruzamos y me dice: «Es demasiado. Parece que cada encuentro está pensado para responder a mis preguntas. ¿Cómo voy a tomar distancia para escribir algo?». Le respondo: «¿Quién ha dicho que haya que tomar distancia?». Mientras tomo un bocado en la zona de restauración del Encounter, pienso: «Las cosas hablan más a quien más siente su necesidad». Tengo la impresión de que soy yo quien debe aprender de Hannah.
Perdón por este paréntesis personal, pero para resumir lo que ha pasado estos tres días en Nueva York –del 17 al 19 de febrero, con el lema “Who am I that you care for me?” (¿Quién soy yo para que me cuides?)– lo que vi en mi colega americana me ayudó a entender mucho mejor el lema de esta edición. «Deseo ardientemente alguien a quien no le siente mal mi fragilidad, que no se desanime por mis fracasos ni le moleste mi tristeza», decían los organizadores. «Alguien que valore mis preguntas más profundas, que esté seguro del sentido de la vida y que camine conmigo para encontrarlo. Alguien que me conozca y que, inexplicablemente, se haga cargo verdaderamente de mí».
El Encounter, que nace de la experiencia generada por don Giussani, lo apuesta todo por una fe en acción. El primer impacto son los 300 voluntarios, llegados desde todos los estados de América. Visten camiseta amarilla y reciben a los casi doce mil visitantes que este año han cruzado las puertas del Metropolitan Pavillion, situado en la 18ª West, entre la Sexta y la Séptima Avenida, a pocas manzanas del emblemático Flatiron Building, que se erige imponente en el Madison Square Park. Luego están los sesenta ponentes que han dado vida a los veinticuatro actos del fin de semana, cada uno con una historia que contar. Se trata de un evento sui generis en el contexto del catolicismo americano por la variedad de los temas tratados. Aparte de los testimonios de vida cristiana y las intervenciones de diversos prelados, este año se ha hablado de influencers, criptomoneda, poesía, diversidad (un tema crucial y muy discutido en la sociedad anglosajona), inflación, telescopios espaciales y drogodependencias. Además de la exposición dedicada a don Giussani, había otras: “La urgencia de Nietzsche por la verdad”, sobre cómo el pensamiento del filósofo europeo condiciona la mentalidad dominante en la América contemporánea; “Signos esperando ser descubiertos: la historia que nos cuentan las rocas”, porque el asombro no solo mira hacia el cielo estrellado; otra sobre el siervo de Dios Enzo Piccinini y “Por qué trabajamos. El pan de cada día en tiempos dinámicos”, un itinerario por las preguntas que surgen en la vida profesional en la época de las “grandes renuncias” (de abril a septiembre de 2021, 19 millones de americanos abandonaron voluntariamente su empleo).
El encuentro inaugural, dedicado a la figura de Benedicto XVI, se abrió con la interpretación del Bogoroditsye Dyevo, el sobrecogedor Ave Maria de Serguei Rachmaninov. «Dentro de un par de años, en 2025, celebraremos un nuevo Jubileo, será el año de los “peregrinos de la esperanza”», dijo el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston e invitado habitual del Encounter. «Benedicto compartió siempre las “razones de su esperanza” y llegó hasta nosotros con esas razones y con el ejemplo, la bondad y la santidad de su vida». Monseñor Steven Raica, obispo de Birmingham (Alabama), recordó en cambio las últimas palabras del papa Ratzinger y las comparó con el final del evangelio de Juan. «Me imagino la misma escena en la orilla eterna. Sí, hasta con el pescado asado en el fuego. “Joseph, ¿me amas?”. “Sí, Señor, tú sabes que te amo”».
La música volvió a ser protagonista durante el recital titulado “El corazón pensante del barracón”, un recorrido por los textos de Etty Hillesum, joven judía holandesa muerta en Auschwitz en 1943, acompañado por los comentarios musicales de Jonathan Fields, compositor judío convertido al catolicismo. También desde la prisión llegó el testimonio de la figura del siervo de Dios Emil Kapaun, capellán militar muerto durante la guerra de Corea y convertido en héroe nacional. Uno de sus camaradas dijo de él que «con su sola presencia podía transformar un cobertizo de barro mugriento y lleno de piojos, al menos durante un rato, en una catedral».
Hillesum y Kapaun eran someone with me, alguien que está conmigo, como decía el título del diálogo sobre el lema del Encounter con Christophe Pierre, nuncio apostólico de Estados Unidos, otro invitado habitual, y monseñor Erik Varden, cisterciense y obispo de la diócesis noruega de Trondheim (entrevista en p. 16). En un momento dado, este último dijo: «El deseo de comodidad, de ser conocidos, de ser vistos y amados, el deseo de infinito que todos llevamos dentro… Todas estas aspiraciones estupendas son, en efecto, verdaderas aspiraciones que corresponden a un objeto real, que por gracia está al alcance de la mano y llega hasta nosotros». Y añadió: «Cuando entramos en la vida de Cristo, la gente se da cuenta, exactamente igual que si apareciéramos de repente en medio de un milagroso resplandor luminoso».
Varden habló del encuentro entre el deseo humano de infinito y la sorpresa de la revelación. Este es el eje del libro más famoso de don Giussani, El sentido religioso, cuya última traducción se ha presentado en Nueva York, con un diálogo entre Michael Carvill, responsable de CL en Estados Unidos, y el teólogo John Cavadini, de la Universidad de Notre Dame. «El sentido religioso es una exigencia estructural», recordó Carvill. «Es decir, algo que tenemos todos, igual que todos tenemos una nariz y dos ojos. Forma parte de lo que somos. No es una opción ni una capacidad adquirida. Es algo que sencillamente está ahí, dentro de nosotros, y define nuestra humanidad». Por su parte, Cavadini contó cuánto se conmovió cuando, al llegar a la última página del libro, leyó: «Es necesario, para que la vida alcance su objetivo, que esta apertura [de la razón] permanezca como algo determinante. El destino que tenga el “sentido religioso” está totalmente ligado a ella. Esta es la frontera de la dignidad humana: “Aunque la salvación no llegue, quiero ser digno de ella en todo momento” (Franz Kafka)». Leyéndolo ante el público de Nueva York, su voz temblaba.
Pero si el Encounter es la expresión de una vivacidad cultural, basada en la premisa paulina del “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”, reconocida por el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, como realización de la relación entre el mundo y la Iglesia tal como sugiere el Concilio Vaticano II (sus palabras en p. 15), también es cierto que este evento es la ocasión de que muchos amigos de CL, repartidos de la costa este a la oeste, puedan encontrarse e invitar a otros. Como Cecilia, suiza residente en Washington, que trajo consigo a dos madres de la clase de su hija. O Riro Maniscalco, el histórico presidente del Encounter, que ahora vive en Minnesota y que en Nueva York vuelve a encontrarse con amigos de toda la vida. Este año le paró un hombretón para saludarle, pero él no lo reconocía. «¿No te acuerdas? Hace veinte años venía a tu Escuela de comunidad… Últimamente tenía ganas de volver a verte».
Que la esperanza a lo largo de las curvas, a veces trágicas, de la vida la suscita el encuentro con personas vivas se veía claramente en la conferencia titulada “Nunca lograréis convencerme de que os odie”. Junto a monseñor Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, estaban Anastasia Zolotova, refugiada ucraniana en Italia, y Diane Foley, madre de James, el primer periodista decapitado por los terroristas del Isis. Anastasia contó que estos meses, a pesar de que las circunstancias han llevado a muchos de sus compatriotas a odiar al invasor ruso, ella no ha logrado convencerse de que la guerra le estuviera «arruinando la vida». Uno de los motivos –dijo– es que mientras bombardeaban su ciudad y mataban a su pueblo, también veía todo el bien que recibían ella y su familia por parte de quienes les habían acogido. Por su parte, Diane Foley tuvo que pasar por el calvario de dos años sin tener noticias de su hijo secuestrado. El Gobierno americano no negocia con raptores y cuando recibió la noticia del brutal asesinato de su hijo tuvo que enfrentarse a la rabia que sentía, por sus asesinos pero también por todos los que no habían hecho nada por llevar a Jim de vuelta a casa. «Pero no quería vivir presa del dolor y del rencor. Debía ir más allá, no estoy hecha para quedarme en el odio, la vida se nos da para ser felices. ¿Cómo es posible superar algo así? Gracias a la fe y al inmenso afecto que recibí de mis amigos y de la comunidad cristiana». De nuevo, someone with me.
El tema de la guerra y la “profecía por la paz” halló espacio inevitablemente en el Encounter. La intención de la misa, celebrada por O’Malley con seis obispos y unos cincuenta sacerdotes, era la de sostener la oración del papa Francisco por la paz. Siguiendo el hilo de la invitación de la audiencia del 15 de octubre en la plaza de San Pedro, Davide Prosperi dijo que «nuestra responsabilidad, también como movimiento, es sobre todo la de construir pacientemente, día tras días, lugares de educación y esperanza, favoreciendo relaciones donde la mirada al otro sea inclusiva. La tarea que tenemos como cristianos es la de testimoniar en nuestro trabajo diario que solo la esperanza puede construir».
Ese mismo día se volvió sobre el tema con monseñor Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede en la ONU, y monseñor Borys Gudziak, arzobispo metropolita de la Iglesia católica ucraniana en Philadelphia. Si bien Caccia retomó la doctrina de la Iglesia sobre los conflictos y todo lo que conlleva, Gudziak destacó el desafío que todo lo que está pasando en su país supone para los cristianos. «Cada alegría compartida se redobla, cada sufrimiento compartido se diezma. Seguid haciendo lo que estáis haciendo. Rezad, informaos, ayudad como podáis. No podemos frenar un tsunami, pero podemos ofrecer nuestro testimonio. Frente al mal, podemos vivir la vida del don y rechazar ese ímpetu por aferrar. Tarde o temprano, la verdad de Dios prevalecerá. Siempre lo hace. En esta confianza está la paz de este mundo».
El saludo del cardenal Timothy Dolan
Gracias a todos, siempre aprecio vuestra invitación al Encounter. Siempre me inspira vuestra compañía. (…) Entre todas las razones de mi gran admiración por Comunión y Liberación, destaca una especialmente en esta cita anual. El carisma de CL, las intuiciones de don Giussani y la luminosidad de esta iniciativa me muestran una comprensión clarificadora, por vuestra parte, del magisterio del Concilio Vaticano II, sobre todo en la Lumen gentium y en la Gadium et spes, sobre la relación, delicada y sensible, entre la Iglesia y el mundo, entre la Iglesia y la cultura, entre la Iglesia y la sociedad. La Biblia nos pone en guardia frente a los males del mundo, los males de la cultura y de la sociedad. Los conocemos bien, ¿verdad? Pero el Concilio también nos recuerda las palabras de Jesús, que nos llama a ser luz para el mundo. Nos recuerda que Cristo no vino para condenar al mundo, sino para salvarlo. Que Dios salvó al mundo hasta el punto de enviarnos a su Hijo unigénito. La vuestra es una postura profética de desafío a los males de la cultura y de la sociedad, pero también es capaz de iluminar el bien. Tanto en el arte como en la poesía, la literatura, la danza, el canto, la música, incluso la economía y la historia de la política. Este encuentro anual es la prueba de un enfoque desde el diálogo, la sensibilización, la cooperación, la amistad, la acogida y el ánimo. Creo que la mejor palabra es encuentro, como también repite a menudo el papa Francisco. Todo esto para decir que Nueva York os necesita. Necesitamos este ejemplo. Por eso sois bienvenidos. Nueva York necesita vuestro ejemplo, Nueva York necesita este Encounter. Igual que el mundo y la Iglesia. Por tanto, no solo sois bienvenidos, no solo os doy las gracias, sino que os pido que sigáis así. Qué bonito es estar con vosotros.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón