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Huellas N.9, Diciembre 1987

VIVIR LA UNIVERSIDAD

Caminar era el deseo de una universidad nueva

Coloquio a raíz de la I Peregrinación Universitaria a Guadalupe (1-4 de Octubre)
Hacia las ocho de la tarde del sábado tres de octubre desembocábamos en la plaza de Guadalupe los cerca de seiscientos peregrinos que habíamos salido de Madrid. Nos recibían unos doscientos más, provenientes de Toledo, al pie de la catedral iluminada. Todos cansados pero contentos. Todos cansados por los cerca de setenta kilómetros andados y contentos, muy contentos, por el esfuerzo realizado antes de llegar a nuestra meta mariana y por la experiencia vivida. Nuevos rostros conocidos, un encuentro con otros grupos eclesiales, momentos duros y momentos alegres, el gozo que nos daba el ser recibidos por las gentes del lugar... pero, sobre todo, la conciencia de que Cristo estaba presente entre nosotros en aquel instante y de que podía estarlo en nuestro ambiente, en la Universidad, teniendo cabida en ello todos nuestros compañeros y amigos.


Nueva Tierra: Quisiéramos recoger lo que ha sido la expe­riencia de Guadalupe. En alguna revista se han podido leer críti­cas contra esta peregrinación, que era calificada de viaje turís­tico y a la cual se acusaba de no afrontar los problemas concretos de la Universidad.
¿Cuáles eran los objetivos de este acto eclesial?

José Miguel (delegado de Pas­toral Universitaria de Madrid y organizador de la peregrinación): Varias personas habíamos pensa­do crear un instrumento que nos fuera preparando al V Centenario del Descubrimiento de América. Surgió, entonces, la idea de hacer una peregrinación, en concreto al santuario de Guadalupe por su re­lación con este hecho histórico. Esto encajaba directamente dentro del año mariano declarado por el Papa. A través de esta peregrina­ción todos los universitarios po­drían manifestar su devoción a María, y se podrían expresar sus anhelos y deseos de una mayor eclesialidad y unidad, de una vivi­ficación de la propia fe. Esta pere­grinación no era un acto puntual, sino que implicaba un compromi­so y conformaba toda la vida de los universitarios durante varios días. Era, pues, algo muy pedagógico. Se convocó a todos los movi­mientos y parroquias donde se sa­bía había alguna realidad estudian­til y recibimos numerosas respues­tas positivas. Destacaron en un primer momento Schonstatt, Ver­bum Dei, diversas congregaciones marianas, Milicia de Santa María, y luego se añadieron otros grupos. Desde el comienzo, se percibió que era un acto eclesial y de uni­dad, y a mí me ha ayudado mucho a vivir, no sólo durante la peregri­nación en sí, en una continua co­munión con otros grupos hasta aquel momento desconocidos para mí. He quedado sorprendido por la sintonía que ha habido entre nosotros durante la preparación de la peregrinación.

N.T.: ¿Cuál ha sido vuestra experiencia personal durante la peregrinación?
Encarni Javaloyes (estudiante de 5º de Filología Inglesa. Miem­bro del movimiento de los Focola­res): A mí me ha servido como ex­periencia eclesial, para compren­der que cada persona es un don para el otro; me ha hecho vivir como los primeros cristianos, que eran reconocidos porque se ama­ban entre ellos. La aportación de cada uno, el hecho de que fuéra­mos a un santuario mariano, han contribuido a crear esta comuni­dad, a descubrir a María. Ha sido una experiencia distinta que se te queda grabada. Ha sido descubrir que todas las realidades cristianas, cada una por su camino, se dirigen a Cristo.
Ronnie Marcelo (estudiante de teología. Miembro de «Verbum Dei»): Pensando en la peregrina­ción, me surgió, espontáneamen­te, la comparación entre ella y la vida. Me impresionó la llegada a Guadalupe con la catedral ilumi­nada que daba una sensación de grandiosidad. Nuestra vida puede terminar también en esa grandio­sidad. El punto de partida soy yo, como pecador, y se trata de empe­zar a caminar con una orientación. Me gustó el ambiente de comu­nión, las ganas de compartir todo.
Gonzalo Santamaría (estudiante de Filología Hispánica. Miembro de «Comunión y Liberación»): No ha sido sólo un estar juntos, un charlar, un conversar, sino un es­tar todos haciendo lo mismo. El ir caminando en grupos diferentes ha permitido una convivencia en la que cada uno, en su situación particular, caminaba hacia el mis­mo destino. El conocer a personas determinadas allí, ha cambiado nuestra presencia en la universi­dad: ahora, nos reconocemos por los pasillos, rezamos juntos...
Javier Alonso (estudiante de 5º de Periodismo. Miembro del «Opus Dei»): Mi experiencia de peregrino ha sido una experiencia vital. La llegada a Guadalupe fue para mí una explosión de re­surrección y fuerza. Los resultados no pueden ser más que positivos. La experiencia cristiana es cons­tructiva, creativa, porque no es pretérita sino presente, actual.
Ramiro Gallo (estudiante de teología. Miembro de «Verbum Dei»): Uno no tiene más que a uno mismo, y el único fruto a conseguir es la experiencia personal de Cristo. Resulta ridículo el cami­nar por caminar, pero si logramos entender la vida como los cuatro días que hemos pasado, uno en­tiende lo que es la vida. Nuestra vida es fruto de un Amor, un Amor que nos pone a caminar y al que tenemos que volver, res­pondiéndole con lo poco que he­mos amado. En mi grupo, que era de lo más variopinto, yo viví una experiencia de comunión plena. Descubrí que el camino es inte­rior, y sólo cuando comprendí la necesidad de comunión real, em­pecé verdaderamente la peregri­nación.
José Miguel: Me gustaría ex­plicitar algo a lo que se acaba de aludir. En el lema que elegimos como leit motiv, «Con María cons­truimos la civilización del amor», se expresaba el deseo de tomar conciencia de que nosotros tene­mos que construir la civilización del amor. De hecho, a través de lo que se ha vivido durante estos cua­tro días, ha quedado la convicción de una nueva civilización. Yo he tenido contacto con personas que se quedaban impresionadas por el ambiente de unidad, de relación, de familiaridad que se vivía entre la gente (incluso el mismo tenien­te que dirigía la operación del ejér­cito, al que hay que agradecer su aportación, comentaba que los sol­dados estaban sorprendidos al ver este tipo de juventud). La forma en que construimos esta civiliza­ción del amor es justamente a tra­vés de la comunión, que se expe­rimenta por el reconocimiento de Cristo y por la adhesión a la co­munidad que hemos encontrado.

N.T.: ¿En qué sentido ha te­nido una continuidad, una inci­dencia la pregrinación en vuestra vida cotidiana, en particular, en vuestras facultades, en la univer­sidad (aunque esta también se podría plantear en el mundo del trabajo, puesta que nos acompa­ñaban trabajadores)?:
Gonzalo: Una de las cosas que he visto más claramente es que es­tamos viviendo, cada uno en su realidad concreta, la comunión. Nos hemos sensibilizado con los problemas comunes que nos preo­cupan en la universidad y de aquí ha surgido la necesidad de afron­tarlos juntos.
Ramiro: Guadalupe ha sido, en realidad, la necesidad de radicali­zar mi fe y de vivirla en comuni­dad; y esto es lo mismo para el que trabaja que para el ama de casa, o que para el universitario. Frente a a soledad que vive el universita­rio, Guadalupe ha creado una amistad profundísima; somos el «mirad cómo se aman», que per­mite que los cristianos aporten un tipo de amor y de valores total­mente distintos que se transmiten si se viven. Esto es una forma nue­va de estar en la universidad.
Javier Alonso: La pregrina­ción no es un «acto pío» si por ello entendemos un acto «extraordina­rio o sólo para iniciados», sino fundamentalmente religioso, que está enraizado en nuestro ser, que nos religa, que nos redescubre el amor silencioso del Padre en la fi­gura de María. Por tanto es un acto «útil».
Ronnie:La peregrinación pue­de ser una experiencia que reavi­va mi fe, y si la universidad es en mi vida un lugar en el que yo pue­do vivir mi fe de modo natural, no veo conflicto entre ella y la pe­regrinación.
José Miguel: Sólo puede ser comunicado algo que uno ha reco­nocido como supremo don, como algo que me cambia. Y esto es lo que da origen a la misión que no es un discurso, no son unas activi­dades. Es transmitir con un gran gozo aquello que se ha encontra­do como lo más importante de la vida. Por supuesto, la Pastoral Universitaria está sobre todo inte­resada en la misión, porque la di­mensión misionera es esencial en el cristiano. Y misión es hacer presencia de Cristo, a través de la Iglesia, es decir, a través de los cristianos que viven en la univer­sidad, sean estudiantes o profe­sores.
Por otro lado, a mí me da cier­to disgusto hablar de la universi­dad, porque lo que a mí me inquie­ta son los universitarios, las per­sonas concretas. Los frutos de la peregrinación en este sentido se han visto en una serie de hechos. En algunas facultades se han crea­do grupos de pastoral, intentanto crear una comunidad que ofrezca su vida, su amistad. Además, algu­nos han reconocido que la peregri­nación les ha servido para vivir mejor la universidad y otros se han adherido a asociaciones cultu­rales que han sido creadas última­mente para trabajar por una uni­versidad más justa, más humana.
A fin de cuentas, lo importante es que haya un sujeto que construya de modo distinto la universidad, y ese sujeto es, a mi modo de ver, la comunidad eclesial que está sur­giendo, lo que es algo realmente esperanzador. Y es este sujeto el que puede llevar a cabo todo tipo de actividades e iniciativas.
N.T.: Podríamos concluir planteándonos cuál sería la labor del cristiano en la universidad.
Javier: La tarea universitaria supone un compromiso de hecho. Un deseo de derrotar al hombre viejo individualista para hacer sur­gir al hombre nuevo orientado ha­cia una cultura provocativa y dife­rente: una amistad universitaria, un intercambio de valores, una fa­miliaridad cristiana, un mundo cultural cimentado sobre la roca de la solidaridad, una comunión vivi­da con humildad y manifestada con sencillez.
Ramiro: Se trata de ir profun­dizando; de la misma manera que se crean los cimientos de una casa, lo que resulta ser lo más laborio­so, se trata de una labor en la que tiene que participar mucha gente. No es cambiar un sistema, sino hacer un hombre nuevo al que es­tamos apuntando. Es antes el ser que el hacer.
José Miguel: Resumiendo, yo diría que la labor del cristiano es defender lo humano, preocupán­dome de mi propia humanidad y de la de los otros. Sólo si hay una plentitud humana, esa plenitud podrá hacer presente a alguien más grande, a Cristo. En nuestra universidad, que es un desierto, donde el estudiante se encuentra solo y violentado en sus propios anhelos (razón por la que tiende a huir de ella), si no existe este tipo de propuesta se genera apatía, derrotismo... En este ambiente, vi­vir la misión es vivir lo humano que para nosotros acontece a tra­vés de Cristo y de la Iglesia.
Para terminar, quisiera recor­dar las palabras de Newman: «Llegará un día en que el único ámbito en que se defienda la ver­dad, la justicia y al hombre sea la Iglesia». Yo creo que este momen­to ya ha llegado.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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