Va al contenido

Huellas N.7, Agosto 1987

UGANDA

La historia continúa

Fidel González

Como decíamos al principio, la historia narrada en estas pági­nas continúa todavía en el dolor y la esperanza. La primera fase de la guerra civil se concluía a finales de marzo de 1986 con la toma del po­der por parte de los antiguos guerrilleros (de inspiración mar­xista) de Yowery Museveni. Los meses que siguieron fueron meses de calma. Pero duró poco. En agosto de 1986 estalló de nuevo la guerrilla en el norte del país alre­dedor de Gulu y de Kitgúm. Los miles de soldados del antiguo ré­gimen, muchos huidos a Sudán y otros en sus poblados, se organi­zaron clandestinamente y a partir de agosto fueron ocupando toda la región. En la actualidad las fuerzas gubernamentales ocupan solamente los centros de Gulu, y Kit­gúm las de la guerrilla. El gobier­no ha obligado a cerrar la mayor parte de las misiones de la dióce­sis de Gulu (que tiene una exten­sión de unas tres veces Asturias). Son unas veinte misiones. Prácti­camente, las misiones abandona­das han sido saqueadas. El caso más clamoroso ocurrió a finales de marzo. En un solo día y por una orden del gobierno, los misioneros combonianos que regentaban cua­tro grandes misiones del distrito de Kitgúm fueron deportados por la fuerza. Una de estas misiones se llama Kalongo, donde se encon­traba el hospital misionero más grande y conocido de Uganda, con sus dos escuelas de enfermeras y comadronas, centros de alimentación y educación sanitaria. El per­sonal médico y misionero, junta­mente con los alumnos y alumnas de estas escuelas y una larga cara­vana de enfermos, emplearon más de 24 horas para recorrer el largo calvario de 120 km. que los sepa­raban de otra misión, llamada Lira. Mientras se alejaban de la misión pudieron ver el humo de los incendios del hospital, el van­dalismo de los soldados y el saqueo de los almacenes. El alma y funda­dor de este hospital, el padre José Ambrosoli, conocido en toda Uganda y salvador de millares de vidas, murió dos semanas después en la misión de Lira de insuficien­cia renal por no tener un helicóp­tero que le hubiese podido trans­portar a un hospital. Las carrete­ras minadas e inseguras impidie­ron su traslado. En esta situación de asedio vi­ven actualmente varios grupos de misioneros y misioneras entre los que se encuentran los que perte­necen a la experiencia del movi­miento. Estas personas, algunas de ellas casadas y con hijos, han decidido continuar su presencia en Uganda por la misma razón que impulsó en 1969 a los primeros que allí habían llegado: la fideli­dad a una historia y la conciencia de una pertenencia.
Transcribo una carta del doc­tor Ivone fechada en Kitgúm el 22 de octubre de 1986 que habla por sí sola:
«Durante estos dos últimos meses hemos vivido momentos cada día más difíciles: el aisla­miento debido al cierre de carrete­ras, el tener que dejar nuestras ca­sas y vivir constantemente en medio del peligro,... El peligro de la guerra no es sólo la muerte física y material de las personas, sino también este proyecto de siembra de odios, de división entre las per­sonas, de su separación, impidien­do toda unidad y comunión. Con­fieso que he tenido más miedo ahora que en febrero. He tenido miedo porque mi familia está aquí conmigo. He tenido miedo por su integridad física y también porque puede pasar lo impensable, como la separación en medio del caos. Esto nos pasó un día durante una de las batallas que aquí tuvieron lugar.
( ... ) Y, sin embargo, veo cómo el Señor nos da la paz inclu­so dentro de esta situación de guerra y a través de estos aconte­cimientos siempre penosos y difí­ciles ... Pertenecemos a un Hecho que es más grande que todas las guerras, y esto se demuestra en el hecho de que uno puede vivir es­tas situaciones con la paz en el co­razón y la certeza de la unidad. Este Hecho liberador de Cristo se vuelve concretamente presente y tangible. Pertenecemos a una compañía que no tiene ya miedo de nada porque Él está presente y nos hace ver a diario que se preo­cupa de nosotros, dándonos cuan­to nos sirve para vivir y no pidién­donos más que aquello que pode­mos vivir (pero tampoco menos)
( ... ) Pertenecer al movimiento no es algo abstracto; significa perte­necer a aquellas personas y a aque­lla compañía donde vivo ( ... ) Para mí, es importantísimo vivir aquí con estas personas este momento porque es demasiado evidente cómo el Señor está haciendo cosas grandes en medio de nosotros. Pero también es importante para ellos nuestra presencia aquí. Es un motivo de esperanza que les em­puja a vivir con interés y pasión la vida cotidiana que vence la pa­sividad fatalista del oprimido. Este es el motivo por el que continua­mos trabajando en el hospital del gobierno. Cada día, enfermeros y enfermeras, los enfermos, la gen­te de la ciudad se fija en nuestra presencia aquí; no porque poda­mos hacer mucho, sino porque es­tamos aquí presentes. El Señor está fomentando en las personas una esperanza fuerte. Y nosotros somos conscientes del gran don que Él nos ha hecho cuando nos hizo encontrar el movimiento y la Iglesia. Tenemos que rezar conti­nuamente para que la conciencia de que el encuentro con los otros pueda ser el encuentro con el He­cho que nos constituye y al que pertenecemos esté viva en noso­tros. Tal conciencia es la respues­ta de liberación a sus esperanzas. En definitiva ( ... ) éste es el moti­vo por el que mi familia, yo, y los demás amigos hemos decidido permanecer aquí. Digo que es muy importante permanecer aquí para mí, para la gente, y para el Señor. El buen Dios nos ha hecho ya en­tender que para Él es importante que nosotros estemos aquí y viva­mos para que el movimiento esté presente y vivo, y esto me basta, porque para mí esto es todo.
No os preocupéis demasiado por nosotros. Rezad y haced rezar para que podamos vivir diaria­mente lo que hemos visto y expe­rimentado como justo y verdadero por cada uno de nosotros».
Creo que esta carta del doctor lvone que trabaja en Kitgúm des­de hace casi diez años, como director provincial de sanidad y res­ponsable de la comunidad de mé­dicos allí presentes, expresa el sentido de aquella presencia y las razones determinantes de una elección y de una misión. El libro que presentamos se continúa es­cribiendo con otros capítulos nue­vos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página