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Huellas N.7, Agosto 1987

UGANDA

La difícil esperanza

Fidel González

«En los años del instituto y de la universidad -recuerda hoy el doctor Enrico Guffanti- encon­tramos una novedad capaz de dar sentido a la vida y de indicarnos una tarea. Habíamos encontrado a Cristo en la experiencia de la 'ju­ventud estudiantil'(el movimiento de presencia en los ambientes na­cido en un instituto de enseñanza media de Milán en 1954 del que nacerá el movimiento Comunión y Liberación, n.d.r.), comprobando cómo este encuentro era determi­nante para la vida de cada uno y para estar en la realidad: un hecho importante que había cambiado, educándola, mi vida y la de mis amigos, que conmigo vivían la co­munidad cristiana presente en el instituto.
Al ir madurando, la experien­cia vivida en el movimiento que después se llamará Comunión y Liberación nos ha hecho compren­der, cada vez de una forma más plena, que el sentido de nuestra vida está en el encuentro con Cris­to y que la tarea consiste en el anuncio de esto a cada hombre y a todo el mundo. Comprendimos entonces que la verdad encontra­da no era sólo para nosotros, no era tampoco sólo para los compa­ñeros de clase ni sólo para la gen­te de la ciudad donde vivíamos. Algunos años antes, algunos ami­gos nuestros se habían ido a Bra­sil para vivir la experiencia del movimiento en aquel país. Empe­cé a entender entonces que el de­seo de anunciar a todos los hom­bres la verdad encontrada y el ca­mino que yo estaba haciendo, el movimiento, era para mí un cami­no y un trabajo preciso.
La misión, el anuncio y la propuesta de la ver­dad encontrada son una dimen­sión esencial e indivisible de la ex­periencia cristiana. Esto se concre­tó después en un trabajo, para mí como médico, para otros como profesores, para otros como sacer­dotes, pero siempre, en Uganda como en cualquier sitio, el trabajo es el anuncio de Cristo de manera concreta como respuesta a la ne­cesidad contingente. Precisamente por esto, en aquellos años de la contestación estudiantil sentíamos que las propuestas parciales que la sociedad nos hacía no respondían a las necesidades de nuestra vida».
El docror Guffanti escribía pocas semanas después de su lle­gada a Gulu en Uganda:
«El motivo fundamental de nuestro vivir en Uganda es esen­cialmente religioso. No hemos ve­nido aquí por un interés profesio­nal o simplemente requeridos ante todo por las necesidades. Para nosotros cristianos, la res­puesta a las necesidades adquiere un significado si nace del amor de Dios. Como dice San Pablo 'si dis­tribuyese todas mis riquezas y die­se mi cuerpo a las llamas, si no tengo la caridad, no me sirve para nada' (1 Cor 13, 1-3). Con esto, no queremos decir que la posición de quienes obran por otros motivos no sea humanamente válida. Sólo que para un cristiano esto no es suficiente. La esperanza del cris­tiano está en la llegada de Su Rei­no: estas afirmaciones son abs­tractas si no nos comprometen cada día en la construcción de la Iglesia. Todo fin u objetivo inter­medio debe servir para esto: en­cerrarse dentro de la propia pro­fesión demostraría con los hechos que uno no ha entendido la pleni­tud y la totalidad de la vocación que Dios nos ha dado».
Estas palabras de Enrico Guf­fanti y el gesto que él con sus ami­gos llevó a cabo en el lejano 1969 nos dan la clave para entender el resto de la historia y los testimo­nios que aquí vamos a presentar: el nacimiento de una difícil espe­ranza en una situación de caos y de humana desesperación. Aquella presencia precisa y cristianamente misionera sería en último término el germen del que brotaría el mo­vimiento eclesial «Cristo es Co­munión, Vida-Liberación» en Uganda.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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