Si bien cada año es un nuevo desafío, este en particular lo era aún más, debido a la difícil situación socioeconómica que atraviesa el país. Pero quizás por ese mismo motivo resulta más conmovedor el gesto de entrega de voluntarios y clientes. «La gente se deja impactar por la presencia del voluntario, la realidad del hogar y la invitación a donar», apunta Óscar. Durante el desarrollo de la Jornada de Recogida de Medicamentos en Argentina se suceden diversas situaciones que comparten el mismo resultado: todos se van provocados por las necesidades de otros y con una abierta predisposición del corazón.
Sin embargo, el proceso no fue fácil. «Las primeras personas en ingresar al local no nos dejaban pronunciar ni una palabra y esta situación nos retrajo un poco. Igualmente entregábamos el volante a los clientes mientras nos dábamos cuenta de que nuestras expresiones ensayadas se perdían por los pasillos. Sin embargo, algo sucedió: un señor mayor, jubilado, se quedó en la puerta del local después de hacer su compra. Leyendo el volante, su semblante cambió, se dio vuelta, dudó, volvió a entrar y finalmente hizo una donación», cuenta Verónica.
Las reacciones de los clientes eran variadas. Algunos, luego de terminar su compra, preguntaban por el listado de necesidades de la institución, compraban un producto y lo colocaban en la caja con una amable sonrisa. «Algunos respondían: “No me interesa” cuando les explicábamos la propuesta, pero después volvían para donar. ¿Por qué?», se pregunta Óscar asombrado.
Además del desempeño espectacular de los voluntarios (muchos de los cuales habían viajado más de treinta kilómetros para participar), la Jornada no sería posible sin la colaboración del personal de la farmacia. «Acostumbrados a la rutina, ese día tienen una energía diferente, pues cada empleado sabe que está haciendo algo bueno para personas en situación de vulnerabilidad social, abuso, violencia, abandono, calle, etc. Y se predisponen desde temprano a colaborar con los voluntarios en el arreglo del gesto», continúa Óscar.
Para Luján, esta Jornada «fue una ocasión para corroborar el cambio de postura que genera en mí la conciencia de que el otro (cliente de la farmacia, en este caso) es distinto de mí y que —en todo caso— soy yo la que invade su espacio invitándolo a donar. No es “debido” ni de ningún modo exigible, que me reciban con amabilidad y muchos menos que participen donando. Además de agradecer el hecho de que sucediese, mientras pasaban las horas me daba cuenta de que esa conciencia me servía de rescate ante el cansancio o la pretensión: sobre los clientes, sobre la propia Jornada y sobre mí misma.
Estaba parada dando mi tiempo y energía, modos y afecto de una manera gratuita, sin proyectos sobre lo que sucedía más allá de que fuera un bien en sí, en el encuentro con las personas y para mi propio crecimiento».
Un gesto gratuito, pues no espera nada a cambio, un gesto que provoca a la conmoción porque conmueve el corazón frente a la realidad. Un corazón que se conmueve frente a una Presencia que lo abarca todo porque en las situaciones límite nos damos cuenta de Quién dependemos.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón