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Huellas N.01, Enero 2023

PRIMER PLANO

«La donación te transforma por dentro»

Lluís Formiga

A finales de noviembre, el Banco de Alimentos organizó su gran recogida en todos los supermercados españoles, en la que el periodista Antoni Puigverd participó como un voluntario más y ahora comparte su experiencia.
«La pasión fraternal de algunos amigos me forzó a salir de mi ensimismamiento»


El pasado 28 de noviembre leímos agradecidos un artículo en La Vanguardia titulado “Un banco fraternal”, donde el periodista catalán Antoni Puigverd contaba su experiencia de voluntario en "La Gran Recapte" del Banco de Alimentos. Son muchas familias que, cada día más, temen no tener un plato en la mesa a fin de mes, y campañas como esta procuran atender al máximo número de gente vulnerable, especialmente en estas fechas.

¿Qué es lo que te mueve a prestar tus horas en un evento como este?
Seré sincero inicialmente el compromiso social, pues uno tiende a encerrarse en su mundo, sus libros, sus cosas. La pasión fraternal de algunos amigos me forzó a salir de mi ensimismamiento.

Dices que volviste a casa contento... ¿por qué? ¿Qué cambió en ti desde cuando llegaste a tu sitio a cuando te fuiste?
Horas antes de empezar esta pequeña labor social, tentado estuve de buscar una excusa. El trabajo me reclama, me decía. Y no era una falsedad. Por fortuna, no me atreví a romper el compromiso contraído porque afectaba a un cuadro de muchos voluntarios y podía perjudicar sus planes. Bastaron unos minutos de labor en el supermercado para sacarme de mi ensimismamiento. Al cabo de media hora estaba eufórico. Cargaba paquetes, animaba a los compradores a participar del Banco de Alimentos, agradecía la ayuda, me impresionaba la generosidad de los más humildes. Todos los voluntarios teníamos la sonrisa a flor de labios.

¿Qué crees que hace que la gente que va a comprar al supermercado se pare a participar en una iniciativa como esta?
Tan solo una pequeña parte rehusaba participar. Un par de casos de mala manera. La mayoría de los que no contribuían, bajaban la mirada y pasaban a toda prisa. Diría que se avergonzaban. Solo unos pocos dudaban y fue necesario convencerles. La gran mayoría colaboraba con mayor o menor entusiasmo. Diría que todos somos muy conscientes, hoy en día, de lo dura que puede ser la vida, cuando te asalta el parao o las dificultades. La pobreza crece visiblemente en nuestras ciudades. Algunos contribuían explicando que en otros tiempos obtuvieron ayuda. El fondo de la mayor parte de las personas es generoso. Basta con organizar de manera abierta y transparente la fraternidad; y todo el mundo se vuelca.

Estas campañas apelan a lo más esencial de la relación entre las personas. ¿Hasta qué punto crees que nos impacta de verdad la desigualdad y la injusticia en nuestro entorno?
La pobreza es visible y notoria. La precariedad de nuestro tiempo es evidente. No solo los más pobres, incluso las clases medias notan la presión de esta época tan dura e inquietante (crisis 2007 no resuelta, covid, guerra, incertidumbre). La realidad es muy cruda y todo el mundo lo sabe. Es evidente que la mezquindad y el egoísmo tienen gran predicamento en nuestra época. Pero la consciencia de la dificultad es muy intensa en nuestra sociedad. Organizar mecanismos de protección franca, desprendida y directa (ayudas que no se pierden por el camino) es una invitación muy poderosa. El egoísmo es poderoso, pero la fraternidad tiene un gran tirón.

¿Justicia o caridad? Después de esta experiencia, ¿este dilema sigue activo para ti?
No existe este dilema. Es un falso dilema. Es un falso dilema progre. Uno puede luchar por la justicia (con una visión incluso izquierdista, igualitarista, de la justicia) y a la vez tener consciencia de que la utopía igualitaria tardará en llegar (incluso puede no llegar nunca). En cambio, el sufrimiento, la necesidad y la pobreza no esperan: están ahí, interpelándote. Quien sostiene que pagando impuestos ya cumple con su deber social, olvida que la fraternidad no tiene límites. Si te sobra, puedes 8yo creo que debes; pero no me atrevo a exigírtelo). En todo caso, la serenidad y el bienestar que concede la fraternidad es superior al lujo que más desees. La posesión nunca satisface. La donación te transforma por dentro. El mejor regalo es siempre el que das, no el que recibes.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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