No tuvimos la posibilidad de estar físicamente en la plaza de San Pedro, pero sí queríamos ver al Santo Padre, queríamos decir: ¡aquí estoy, para escuchar lo que nos quieres comunicar! «Para escuchar con corazón humilde y sincero, abierto de par en par», como nos proponía Davide Prosperi al hacernos la invitación a este encuentro.
Nuestro deseo también era un deseo de comunión con la Iglesia, con el Papa, con el movimiento y con todos los que se encontraban en forma presencial o a través de diferentes medios, en los lugares más diversos del mundo.
Con un grupo de amigos nos hicimos cargo de preparar un gesto y poder ver juntos la audiencia. Fue bello descubrir que a medida que avanzamos en la preparación del gesto, nuestro deseo seguía creciendo, el siguiente paso era hacer la invitación a toda la comunidad en general.
Fue conmovedor el momento en que dos amigos ofrecieron su ayuda para sumarse en la preparación. Esto indicaba y ratificaba que nuestro deseo era el de muchos, que se nos pedía dar un paso más. Es imposible negarse a una invitación como esta, solo hay que dejarse guiar y seguir.
Santiago de Chile tiene una diferencia horaria de cinco horas con Roma, por lo que la grabación se debía iniciar a las tres de la mañana, aproximadamente, para posteriormente revisar y seleccionar lo que veríamos junto a la comunidad. Nuevamente nuestros amigos nos sorprendieron con su disponibilidad para grabar la audiencia, con una dedicación y un amor por el trabajo, un amor por algo más grande.
Rezamos y cantamos juntos, vimos y vivimos la audiencia en silencio y atención, con una conciencia de que algo estaba aconteciendo entre nosotros, todo el contenido de la audiencia estaba dirigido a cada uno de nosotros en primera persona.
Nuestro encuentro terminó con la santa misa, en agradecimiento por el regalo y los dones recibidos.
Hay que destacar que muchos de los que estábamos presentes no tuvimos la posibilidad de conocer a don Giussani, pero el atractivo en su forma de vivir el cristianismo también nos ha cautivado a nosotros. Gracias al carisma de Comunión y Liberación nuestras vidas han florecido, con esta nueva forma de vivir la fe.
Al escuchar al papa Francisco como un verdadero padre, queremos hacer nuestras sus palabras para que, con un corazón disponible y mendigando a Cristo, puedan dar fruto para la Iglesia gracias al carisma que nos ha abrazado. Es un gran desafío para cada uno de nosotros la propuesta realizada por el papa Francisco, que vuelve a insistir en nuestra corresponsabilidad para con la Iglesia, el carisma y el movimiento.
Luis, Santiago de Chile
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