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Huellas N.10, Noviembre 2022

PRIMER PLANO

Para toda la Iglesia

Andrea D’Auria

Después de la audiencia, la Diaconía de la Fraternidad de CL fue recibida por el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y por sus más estrechos colaboradores

La tarde del 15 de octubre de 2022, tras el memorable encuentro que tuvimos con el papa Francisco en la plaza de San Pedro, que congregó a más de 60.000 personas de Comunión y Liberación, la Diaconía central del movimiento se reunió con el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, junto a Linda Ghisoni, subsecretaria, y otros miembros del Dicasterio.
Este encuentro tenía la finalidad de favorecer un conocimiento directo entre el cardenal prefecto, sus colaboradores y los miembros de la Diaconía de CL, que comparten con Davide Prosperi la responsabilidad de gobierno en el movimiento. También estaban presentes monseñor Giuseppe Baturi, secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, y monseñor Filippo Santoro, delegado especial del Papa para los Memores Domini.
Nos encontramos en el palacio de la Rovere, cerca de la Via Conciliazione, sede del grupo de los Caballeros del Santo Sepulcro. Al empezar recibimos la agradable sorpresa de ser recibidos por el gobernador, Leonardo Visconti di Modrone, que fue alumno de don Giussani en el Liceo Berchet y que durante un tiempo compartió la experiencia inicial de los bachilleres. Conocí a Visconti di Modrone cuando fui vicario parroquial en Viena, entonces él era ministro de la embajada italiana en la capital austriaca. Sus recuerdos resultaron muy sugerentes e inesperados. Habló de los encuentros en la sede de GS en Via Statuto y de los primeros retiros en Varigotti, así como de su amistad con don Massimo Camisasca, su compañero de clase.
Al empezar el encuentro, el cardenal Farrell se mostró sinceramente contento por poder verse con nosotros «con el deseo de estrechar cada vez más lazos de amistad y de comunión verdadera con todos vosotros». En las palabras del cardenal prefecto resonaba la conciencia de que el carisma de don Giussani es un don para toda la Iglesia que estamos llamados a custodiar con humildad y responsabilidad. Se nos ha dado mucho, y se nos pedirá mucho. El cardenal citó expresamente el pasaje del discurso donde el Papa nos dice: «La Iglesia, y yo mismo, espera más, mucho más».
Farrell nos invitó a redescubrir las riquezas infinitas e inherentes al don que el Espíritu Santo concedió a don Giussani, que es como una veta de oro dentro de una montaña, que cuanto más se ahonda más riquezas da. Y también a un sentido adecuado de la corresponsabilidad, una apertura a la corrección y un sano discernimiento crítico al respecto de lo que haya podido limitar el fecundo potencial del carisma de don Giussani.
El cardenal terminó añadiendo una nota personal, recordando que a principios de los años 80, siendo vicario general de la archidiócesis de Washington, le preguntaron si conocía a un pequeño grupo católico, de Comunión y Liberación, que quería organizar un Via Crucis en el Mall de Washington. Grande fue la sorpresa de la policía estadounidense y del propio vicario general ante la osada petición de un puñado de jóvenes católicos pidiendo la disponibilidad de un lugar que es símbolo de la laicidad americana y que hasta entonces solo se había concedido a Juan Pablo II para la celebración de la santa misa. Pero pensando que nadie se percataría de la iniciativa, aquel grupito de CL de Washington obtuvo una respuesta positiva. Así empezó un gesto, el Via Crucis, que ha llegado a ser emblemático en muchas ciudades de Norteamérica.
Luego tomó la palabra Linda Ghisoni, subsecretaria del Dicasterio, que habló de la inmensa gratitud que todos experimentamos por nuestro encuentro con don Giussani, por la gracia recibida en el encuentro con el Papa y por la gran estima que tiene el Pontífice por nuestra experiencia. Ghisoni manifestó que hacía varios años que no se veía la plaza de San Pedro tan llena de gente. La belleza de nuestros cantos, de la oración y del silencio mantenido al unísono por 60.000 personas conmovieron a todos. Las palabras de Ghisoni también subrayaron que don Giussani es un don para toda la Iglesia y no solo para el movimiento; un don que hay que acoger con responsabilidad y gratitud.

Davide Prosperi quiso presentar la realidad del movimiento, al menos sus rasgos esenciales. Hubo una intervención de Ettore Pezzuto mostrando nuestra presencia en Europa y de Francesco Barberis, director de un centro educativo en Turín, que presentó la experiencia de los bachilleres. Francesco Ferrari habló de la presencia de CL en las universidades y Monica Poletto y Letizia Bardazzi presentaron respectivamente las obras no profit que han nacido de nuestra experiencia y la actividad de los centros culturales. Michael Carvill, sacerdote de la Fraternidad de San Carlos en Denver y responsable nacional, habló de nuestra presencia en Estados Unidos. Nos llevamos una agradable sorpresa: el cardenal Farrell conocía personalmente a Lorenzo Albacete, sacerdote del movimiento, gran amigo de don Giussani y principal responsable de la difusión de CL en Estados Unidos.
Por último, quien suscribe presentó la labor del Centro Internacional de Comunión y Liberación en Roma como una “casa de la caridad” –como le gustaba llamarla a don Giussani–, es decir, un lugar de encuentro y diálogo con la Curia romana, que don Giussani pensó con el deseo de dar a conocer la experiencia del movimiento y de escuchar las indicaciones y necesidades procedentes de la Santa Sede.
Luego tuvimos un rato distendido que nos ofreció el Dicasterio y que permitió profundizar en un conocimiento más personal y directo entre los miembros del Dicasterio y la Diaconía de CL, con el deseo de que crezca una familiaridad que pueda ayudar a compartir los pasos de nuestro camino.



 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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