Todo lo he hecho para ser feliz
Marco Bardazzi
Encuentro
206 pp. – 18 €
Enzo Piccinini no solo fue un cirujano insólito. Fue más que eso: una persona insólita; única, singular, extraordinaria. No fue única por ser un médico peculiar, que dio lugar al llamado “método Enzo”. No fue singular por ser marido de Fiorisa y padre de cuatro hijos. Tampoco fue extraordinaria por ese carácter carismático, arrebatador, de auténtico líder. Enzo Piccinini fue una persona insólita porque vivió todos esos factores de forma unitaria, y amó a Cristo con una vida intensa, plena, hermosa y entregada. Hasta su muerte en accidente de coche, en una infausta madrugada regresando de Milán a Bolonia, el 26 de mayo de 1999.
Había nacido en 1951 en la región de Emilia-Romaña, en el centro-norte de Italia, región de tradición obrera, la llamada Italia ‘roja’. Se matricula en la Universidad de Módena, en la Facultad de Medicina. En una época de fuerte contestación estudiantil en medio mundo, Enzo se deja seducir por esta corriente de cambio revolucionario, acercándose a grupos de extrema izquierda extraparlamentaria. Sin embargo, en el ‘73 conoce a don Luigi Giussani, el sacerdote que casi veinte años antes había iniciado –a través de Gioventù Studentesca– lo que luego sería la experiencia de Comunión y Liberación; y Piccinini percibe en Giussani lo que muchos miles de jóvenes: una respuesta al anhelo total de felicidad, una atracción irresistible para encontrar en Cristo la razón por la que entregar toda la vida a través de una experiencia de comunión, que es liberación. Jóvenes que con todo se confrontan, que a todo responden, que a todos se acercan, abiertos, curiosos y afectuosos; una experiencia total de vida cristiana en comunidad, el ciento por uno aquí.
Y ya nunca se alejará de ‘don Gius’. Será uno de sus colaboradores más apasionados, cercanos y activos. Como joven médico en Bolonia, ya casado, Enzo continuará su vinculación con la universidad. La comunidad de universitarios de CL, el CLU de Bolonia, crecerá para llegar a ser una de las más grandes y atractivas. Y a pesar de ello, él –fuertemente implicado en esta experiencia– percibe que como cirujano su formación es lenta, que no progresa al ritmo que debiera. Confía en su maestro, de quien llega a ensimismarse hasta con los mismos tics, desengañándose después al descubrir que este considera su experiencia como un sueño pasajero de juventud, algo que no resiste los embates de la realidad.
Enzo se halla así, con treinta y tantos años, con cuatro hijos, varado, sin maestro, sin un camino profesional claro que seguir. Y entonces toma una decisión difícil y arriesgada. Se marcha a América a aprender de nuevo, a reemprender su camino como cirujano. Completará de este modo, con dureza y dificultad, los primeros pasos del que luego sería el innovador “método Enzo”, que traerá consigo de vuelta a Italia: el trabajo en equipo al comenzar la jornada en el hospital, la valoración conjunta de los pacientes, el análisis en común de los casos más difíciles, en una Italia cuyos hospitales seguían dominados por ilustres figuras individuales, reacias a todo cambio. Él, que nunca rehuyó los casos más difíciles, las operaciones que sus experimentados colegas no querían hacer, había reemprendido un nuevo y prometedor camino. El libro es prolijo en desentrañar el conjunto de su carrera profesional: con casos, con pacientes, con métodos, con circunstancias, una vida entregada a la medicina.
Cirujano de cuerpos y médico de almas, Enzo nos deja en mayo de 1999. Pierde el control de su coche, que se estrella e incendia en aquella madrugada. La noticia no se difunde hasta la mañana siguiente. Vivió intensamente, y nos dejó con la misma intensidad. Más de 7.000 personas abarrotaron la catedral de Bolonia. Repleta de jóvenes, de conocidos y familiares, pero también de tantos y tantos que –en la distancia ideológica– reconocían en él a un hombre singular, a un verdadero amigo, a un ser humano que en todos suscitaba la pregunta por la verdad de la vida, él que había conocido su secreto.
Giussani, en la carta dirigida en ese momento a todo CL, afirma: «Enzo ha sido un hombre que, desde la intuición que tuvo dialogando conmigo hace treinta años, dijo su “sí” a Cristo con una dedicación asombrosa, con una perspectiva inteligente e integral, y ha centrado toda su vida en Cristo y en su Iglesia. Lo más impresionante para mí es que su adhesión a Cristo fue tan totalizante que no ha habido día en que no buscara de todas las formas posibles la gloria humana de Cristo». En 2019, durante la misa por el XX aniversario de su fallecimiento, el arzobispo de Módena aceptó abrir su causa de beatificación. Él, que todo lo hizo para ser feliz, se nos acerca ahora, a través del libro de Bardazzi, para hacerse, misteriosamente, compañero de cada lector, permitiéndonos participar de esa misma experiencia de felicidad. Apasionante lectura, más que un libro.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón