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Huellas N.4, Noviembre 1986

EN ESTE MES

Nicaragua: el poder no se discute

Ana Martín Ancel y Teresita Palomera Vicente

Ante la indiferencia de todos, el totalitarismo avanza en Nicaragua. Ahora, el cerco se estrecha en torno a la Iglesia. El pretexto, bien acogido por la izquierda europea, es el acoso del imperialismo yanqui. Los sandinistas dicen que no les queda otro remedio. Y es verdad. Pero no para defender Nicaragua, sino para mantenerse ellos en el poder.

Nicaragua celebra ya su segun­do aniversario desde las elecciones generales mientras el Frente Sandi­nista de Liberación Nacional (FSLN) avanza decididamente ha­cia el control político y económico del país. Pero esto no es algo nue­vo. A menos de dos meses de los comicios, todos los partidos políti­cos existentes en Nicaragua firma­ron un documento en el que ma­nifestaban «la falta de fundamen­tales libertades para la necesaria ac­ción democrática» pidiendo un diá­logo nacional. Una sencilla ojeada a la ceremonia de investidura, cuando el 10 de enero de 1985 el gobierno electo tomó solemne po­sesión de sus funciones, nos mos­traba a la dirección general del Frente dominando la situación. Co­mo si el elegido hubiese sido, no el gobierno, sino la junta militar.
Desde entonces los nueve comandantes, cabeza del FSLN, son al mismo tiempo ministros del go­bierno nicaragüense y altos mandos del ejército.
La Asamblea Nacional surgida de las elecciones ha quedado así transformada en un cuerpo legisla­tivo sin ningún verdadero poder después de haber transferido al Pre­sidente Ortega poderes absolutos. Su única atribución consiste en la elaboración de la nueva Constitu­ción de la República. Mientras, una y otra vez, todos los grupos de opo­sición que se encuentran en el Par­lamento (recordemos que el FSLN posee la mayoría absoluta) piden la suspensión de estas sesiones cons­titucionales hasta que exista la po­sibilidad de diálogo. La próxima constitución queda de esta forma también en manos del FSLN.
La sordera de los sandinistas frente a la oposición se ha conver­tido en una de las constantes de la historia de Nicaragua. Tan sólo dos veces desde las elecciones han teni­do lugar reuniones formales, en ambas ocasiones bajo los auspicios de la embajada española en Mana­gua. En ninguna de ellas se llegó a un acuerdo. En esta sordera se en­cuentra también la clave del fraca­so del grupo Contadora: los sandi­nistas firman acuerdos que luego pueden no cumplir.

UN PUEBLO SIN VOZ
Este séptimo año de la revolu­ción ha llegado a ser también el año del más grave conflicto con los Es­tados Unidos. Convencido final­mente el Congreso de aprobar los cien millones de dólares destinados a la Contra, Reagan utiliza la gue­rrilla como ultimátum contra el go­bierno de Daniel Ortega buscando la limitación de la escalada militar, la disminución de los lazos con los países comunistas y el desarrollo de la democracia interna. Tanto en ca­so de acuerdo como de oposición el pueblo de Nicaragua queda fuera de la elección. Si los sandinistas aceptan la propuesta estadouniden­se, los nicaragüenses no habrán te­nido ninguna voz en el futuro de su país. Pero si la rechazan, se ve­rán envueltos en una guerra civil que, paradójicamente, es ajena a ellos mismos.
La posición de Reagan se pre­senta así a medio camino entre Cu­ba y Vietnam. Mientras tanto, los sandinistas se apoyan cada vez más en los gobiernos marxistas-leninis­tas de otros países de los que reci­be ayuda tanto en armas como en consejeros militares, técnicos, pro­fesores...
La guerrilla, por otro lado, es el resultado de un proceso mucho más complejo que el mero apoyo nor­teamericano. Los sandinistas tratan de presentarla como los restos de las fuerzas somocistas, pero una mira­da objetiva muestra inmediatamen­te cómo los líderes principales de la Unión Nacional Opositora (UNO) participaron en la insurrección con­tra la dictadura militar de Somoza. Incluso alguno de ellos, como Al­fonso Robelo y Arturo Cruz formaron parte de la junta de gobierno. Fue más adelante cuando descu­brieron que lo que se les ofrecía era una nueva dictadura que una y otra vez les negaba el diálogo y en esta situación optaron por la lucha ar­mada.
La situación de Nicaragua se presenta así como un círculo cerra­do del que parece difícil salir. Como afirma Monseñor Pablo Anto­nio Vega, obispo de Juigalpa, ex­pulsado hace unos meses del país: «Falta una alternativa cívica que pueda negociar con el gobierno so­bre la base del derecho natural del pueblo y no sobre un plano de im­posición. La guerra no es un remedio, pero también es cierto que los pocos grupos que dentro de Nica­ragua han buscado una confronta­ción cívica con el gobierno no han conseguido nada».
Toda la oposición nicaragüen­se, armada o no, reclama una democracia. Esto es justo. Pero no ol­videmos que la democracia en sí no es más que una estructura. Lo im­portante es responder a las exigen­cias de cambios sociales y económi­cos reclamados por el pueblo nica­ragüense.

LA AGENDA OCULTA
La muerte de Pedro Joaquín Chamorro fue el detonador que hi­zo posible la unión de todas las fuerzas de oposición en Nicaragua para derrocar a Somoza. Pero tan sólo los sandinistas tenían un plan trazado para el momento siguien­te y, gracias a ello, lograron hacer­se con el poder. La falta de liber­tad denunciada por todos los par­tidos en el plano político es tan sólo una de las manifestaciones del control que ejerce el gobierno en todos los ámbitos de la realidad.
Un caso particularmente dra­mático es el de los prisioneros polí­ticos. En Europa el sistema carcela­rio sandinista es objeto de gran admiración. Las cárceles abiertas que ha mostrado Televisión Española nos hablan de una gran humani­dad. Pero tan sólo ex-guardias so­mocistas de bajo rango y al final de su condena tienen la suerte de dis­frutarlas. Poco se sabe, por el con­trario, del sistema penitenciario na­cional con graves carencias de ali­mentación y servicios higiénicos. Pero la situación más terrible es la de las llamadas Unidades de Ope­ración de la Seguridad del Estado, nueve en todo el país, donde cual­quier persona sospechosa de oposi­ción política se ve privada del de­recho de habeas corpus. Las situa­ciones más inhumanas, la tortura: el aislamiento se presenta también aquí como el habitual repertorio de la dictadura. La nueva sociedad que el san­dinismo pretende crear pasa tam­bién por la educación integral del «hombre nuevo». La educación queda totalmente en manos del Es­tado que controla de manera ex­haustiva colegios públicos y privados. Hay nuevos programas para ca­da asignatura que prohíben termi­nantemente el uso de textos que no sean publicados por el Ministerio de Educación (en su mayoría impresos en Cuba). El mundo del arte y la cultura no siguen un camino dife­rente. Según Bayardo Arce, uno de los comandantes sandinistas, «el ar­tista debe recoger los valores que hemos heredado de la obra de San­dino. No queremos que la cultura se vuelva una expresión decadente. No podemos admitir la existencia de una cultura aislada del proceso revolucionario».
Pero el olvido de los más ele­mentales derechos humanos se ma­nifiesta también en muchos otros sectores de la sociedad nicaragüense. El 15/3/82 la Junta de gobier­no decretó el Estado de Emergen­cia Nacional. Es el momento de re­cortar de forma más patente la li­bertad de expresión. En dos ocasio­nes LA PRENSA, el único periódi­co independiente del país, no pue­de salir por haber sido censuradas todas las noticias de la primera pá­gina. Las elecciones fueron motivo de una tregua, pero el nuevo de­creto del 15/10/85 recrudece una situación que persiste hasta el mo­mento actual. Después de haber ce­rrado la Radio Católica en enero y hasta haber confiscado la tipogra­fía del boletín de Iglesia en marzo, han decidido cerrar LA PRENSA por tiempo indefinido. La respuesta de los sandinistas al apoyo de los Es­tados Unidos a los contras demues­tra mayor miedo a una prensa libre que a los fusiles pagados por la CIA.
Mientras la mayoría de los pe­riódicos europeos callan, un perio­dista francés de L 'HUMANITE pre­gunta a los sandinistas por qué han esperado tanto a cerrar LA PREN­SA. «Estoy convencido de que si en Francia una sola línea de un artí­culo suyo fuese censurada, se pedi­ría la dimisión del gobierno», afir­ma Pablo Antonio Cuadra, direc­tor de LA PRENSA.

EL CERCO SE ESTRECHA EN TORNO A LA IGLESIA
Los dirigentes sandinistas hu­bieran sido felices si LA PRENSA se hubiese convertido en el órgano oficial del sandinismo. Toda la fa­milia de Pedro Joaquín Chamorro había participado activamente en la caída de Somoza. Posteriormente, Violeta Barrios, su viuda, formó parte de la Primera Junta de gobier­no de reconstrucción nacional. Po­día haber continuado en un pues­to semejante pero decide renunciar aduciendo razones de salud aunque después reconocería que la causa había sido su desencanto por el camino que estaba tomando la revo­lución.
Así, Violeta junto a su hijo Pe­dro Joaquín decide continuar con la tradición independiente de LA PRENSA que fue la que le costó la vida a su marido.
Mientras tanto, su otro hijo, Carlos Fernando, dirige BARRICA­DA, periódico oficial del FSLN.
La censura a la que era someti­da LA PRENSA hacía que el perió­dico saliese tarde, casi vacío de con­tenido, y muchas veces ni siquiera merecía la pena imprimirlo.
Pero esto no es todo. Poco des­pués, Pedro Joaquín Chamorro Ba­rrios decide huir a Costa Rica don­de casualmente su hermana Clau­dia ocupa el puesto de embajadora de Nicaragua. Algo parecido es lo que está ocurriendo a la gran familia eclesial. Aquellos que aceptan estar subor­dinados al poder cuentan con el apoyo sandinista y tienen funciones de aparente poder en el aparato del Estado. Los que se resisten a esto, terminan perseguidos como traido­res de la Patria.

DEL LADO DE LOS COMANDANTES
Los sandinistas en los primeros tiempos, por razones tácticas deci­den dejar el ataque a la Iglesia en manos de los «cristianos revolucio­narios». Así la Iglesia popular con­tó con muchos recursos.
Ya en su saludo de año nuevo de 1981, la junta de gobierno ha­bía expresado que, en política «los verdaderos cristianos, los cristianos sinceros, abrazan la opción de la Revolución sandinista que es hoy, en Nicaragua, el camino hacia la opción por los pobres».
De esto es de lo que esta Igle­sia popular intenta convencer al pueblo nicaragüense mediante to­da la propaganda y adoctrinamiento que realiza a través de sus cinco centros de acción. Así pues, utili­zan un lenguaje formalmente cris­tiano pero relleno de contenidos re­volucionarios.
Desde el principio contaron con la participación de una batería de teólogos, los más destacados de la teología de la liberación, que visi­taron Nicaragua impartiendo char­las y seminarios. Algunos se que­daron.
Ante la radicalización de la dic­tadura sandinista y la persecución sistemática a la Iglesia de los últi­mos meses, gran parte de esta teo­logía ha callado. Otros, los más ideologizados, siguen defendiendo la revolución. A veces, es imposi­ble saber si se trata de un afán por manipular a un pueblo o si es que ya son incapaces de reconocer la ver­dad.
Todos los sacerdotes o religio­sos que llegan hoy a Nicaragua ne­cesitan una autorización previa de Fernando Cardenal. Así pues, sólo entran aquellos que vienen a su­marse a la Iglesia popular. Por el contrario, ya son diecinueve sacer­dotes y dos obispos los expulsados del país.

UNA RICA IGLESIA DE LOS «POBRES» Y UNA POBRE IGLESIA DE LOS «RICOS»
En cuanto a la situación econó­mica de esta Iglesia popular sor­prende observar las cuantiosas ayu­das llegadas de Europa y Estados Unidos, de organismos como el Consejo Mundial de las Iglesias y de la orden Mariknol.
Sobre este montaje afirmaba Monseñor Vega: «la considerada Iglesia popular, no es Iglesia por­que no conduce a Dios, ni es po­pular porque está aliada al poder que domina sobre el hombre. Se trata de una red internacional. Hoy es evidente que el progreso de la Iglesia popular está en su capacidad de crear imagen hacia el exterior; dispone de una vastísima red de publicaciones a todo nivel y de personal que trabaja jornada comple­ta».
Por el contrario, la Iglesia, lla­mada por ellos «de los ricos» o «ins­titucional», se encuentra en una gran pobreza y aislamiento.
Sin embargo, según declaracio­nes de Marta P. Baltodano, Coor­dinadora de la Comisión de Dere­chos Humanos, la Iglesia popular en la misma Managua sólo cuenta con unas noventa comunidades de base ligadas a ella, mientras existen otras quinientas que siguen la pas­toral de los obispos.
Esta proporción es aún menor en el resto del país ya que el cam­pesino desconfía mucho cuando un sacerdote o religioso en nombre del cristianismo intenta someterle a un esquema político.
Lo que los sandinistas no per­donan a la Iglesia es que no se deje instrumentalizar desde el poder. No pueden tolerar un ámbito que escape a su poder de decisión.
Lo que no comprenden es que aunque expulsasen a todos los obis­pos, esta Iglesia seguiría viva en el pueblo.

SANDINO VENCE, AL MENOS EN EUROPA
Todo esto resulta casi demasia­do obvio. Pero, la izquierda euro­pea se obstina en reducir la situa­ción de Nicaragua al enfrentamien­to entre un pequeño país revolucio­nario y el gigante del norte. Así pueden desahogar sus sentimientos antiyanquis, aunque esto no ayu­de en nada a que los nicaragüenses vivan en libertad. Para desengañar­se del sandinismo, la izquierda euro­pea necesita que se produzca otra re­volución en Latinoamérica. Así po­drán olvidarse del accidente histó­rico de Nicaragua y poner sus espe­ranzas en la nueva revolución.


CRONOLOGIA
1936. Golpe de estado de Somoza contra Sacasa.
1961. Fundación del FSLN con sede en La Habana.
1967. Anastasia Somoza hi­jo, en la presidencia.
1978. Asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diana LA PRENSA. Es el detonante de la insurrec­ción popular.
1979. (Julio). Renuncia de Somoza, triunfo de la revolu­ción. Primera junta de gobier­no de reconstrucción nacional, con representación moderada: Alfonso Robero y Violeta, viu­da de Chamorro, que terminan renunciando.
1980. (Mayo). Segunda Junta de gobierno. Disminuye la representación moderada: Ar­turo Cruz.
1981. Tercera junta de go­bierno. Desaparece la represen­tación moderada. Comienza la etapa de hegemonía pragmáti­ca del FSLN.
1982. (Mano). Decreto de Estado de Emergencia dictado por el gobierno. Se limitan las libertades.
1983. (Agosto). Ley de par­tidos políticos. El Estado y sus instituciones se identifican con el FSLN.
1984. (Noviembre). Elec­ciones generales: Daniel Ortega elegido presidente.
1985. (Junio). Las tres prin­cipales organizaciones de la opo­sición forman el UNO (Unión Nacional Opositora).
1985. (Octubre). Nuevo decreto limitando aún más las li­bertades.
1986. (Enero). Cierre de Radio Católica.
1986. (26 de junio). Cierre de LA PRENSA.
1986. (4 de julio). Expul­sión de Monseñor Pablo Anto­nio Vega, obispo de Juigalpa.


COMUNICADO DE LA CONFERENCIA ESPISCOPAL DE NICARAGUA
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, cons­cientes de la gravedad de los momentos que vive el País y la Igle­sia, comunican lo siguiente(*):
1) Lamentan que muchas veces y sobre todo recientemente, eclesiásticos que se encuentran en situación irregular con la Igle­sia, ataquen y calumnien a la misma Iglesia y a sus Autoridades legítimas con el apoyo logístico del Gobierno de la República.
2) Llaman la atención acerca de la gravedad de las recientes y reiteradas afirmaciones del Canciller de la República que ponen en peligro la seguridad de Obispos y personas de Iglesia, y piden al Gobierno Nacional que aclare públicamente, si lo dicho por el Canciller es la línea oficial del Gobierno de la República, o só­lo una opinión personal del aludido.
3) Consideran que actitudes como la antedicha colocan a es­tos eclesiásticos cada vez más al margen de la misma Iglesia, al hacerse responsables de incitar o alentar a los fieles a la desobe­diencia y rebelión contra sus legítimos Pastores que son el Papa y los Obispos en comunión con él.
4) Piensan que esta campaña está orientada a dividir la Iglesia como se ha denunciado en otras oportunidades, y que es además una estrategia para distraer a los nicaragüenses de los gravísimos problemas de violencia, carestía, inseguridad y escasez que atraviesan.
5) Hacen un llamado especial a los sacerdotes y fieles para que no se dejen sorprender por esta estrategia y les exhorta a la refle­xión y a la oración para contribuir cristianamente a la solución de estos problemas, fortalecidos con la Eucaristía y la protección de María Santísima.
6) Expresan, una vez más, su disponibilidad de encontrar ca­minos para superar las dificultades entre la Iglesia y el Estado, mediante el diálogo.

Managua, 21 de marzo de 1986.

(*) Las declaraciones a las que hace referencia este comunicado son las hechas por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel d'Escoto -un sacerdote suspendi­do por el Vaticano el año pasado- en marzo pasado. En ellas calificaba al Carde­nal Obando de «pobre y miserable obispo», cómplice de los crímenes de la admi­nistración Reagan, y otros epítetos semejantes.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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