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Huellas N.06, Junio 2022

PRIMER PLANO

La vida de la vida que vence la historia

De Moscú a Montreal, algunas contribuciones recibidas después de los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de CL, en los que han participado casi cuarenta mil personas conectadas desde 94 países

Rusia
Éramos unas treinta personas participando en los Ejercicios de la Fraternidad cerca de Moscú. Pude vivir esos días con profunda gratitud. El mundo contemporáneo parece estar en medio de la tempestad y las olas nos impactan a través de las noticias. Para algunos, esta tempestad es una amenaza real que destruye sus casas, sus familias, su vida cotidiana, su trabajo. Para alguien como yo supone un flujo continuo de informaciones, rabia, emociones, incomprensión, que se cuela en cada momento, y parece que la vida coincide con esta tempestad y que solo es posible vivir seguros si conseguimos frenar ese oleaje, dominarlo.
Los Ejercicios me han propuesto un camino sorprendente: descubrir qué significa realmente la vida, qué significa realmente vivir. El padre Mauro Lepori llegó hasta la pregunta crucial sobre mi propio “yo”. ¿Qué significa que yo viva? Una pregunta mucho más profunda que: ¿para qué vivo?
Nos propuso descubrir esta pregunta en la experiencia de Marta y María, en la experiencia de Lázaro y Jesús. Estoy firmemente convencido de que mirar así los textos del Evangelio solo es posible cuando tú mismo te haces esta pregunta, cuando tú mismo has vivido una experiencia así. Gracias a ello, he entendido qué significa la memoria. Mirando al padre Mauro, veía que entre su experiencia y la experiencia de Marta, que vivió hace dos mil años, no hay ninguna diferencia. La memoria es la conciencia de que la fuente que era real ayer, o hace veinte años, o hace dos mil años, sigue siendo real hoy.
Los Ejercicios también han estado cargados de una increíble experiencia de silencio, no como un momento que yo generaba, sino como un lugar que me generaba a mí. No era una experiencia mística, era un tiempo que permitía que las preguntas y afirmaciones de las lecciones pudieran herirme y corregirme.
Un testimonio de verdadera amistad. Así es como he visto el trabajo que han hecho los de secretaría, los traductores y todos los que han hecho posible que viviéramos este momento juntos. Las preguntas que hemos podido compartir me han ayudado a entender que no vivimos el carisma por separado, sino que somos un único pueblo que sigue a Otro.
La ciudad en que nos reunimos, Vladimir, tiene una historia muy dolorosa. Pero su centro es la catedral de la Dormición, donde se encuentran las escenas del Juicio universal que pintó Andrei Rublev. Fuimos a ver los iconos de la catedral, los mismos que se mostraban durante la entrada al salón de los Ejercicios. La mirada de los ángeles, el paso seguro y veloz de Pedro llevando tras de sí al pueblo cristiano, la llamada de Pablo a la conversión, los rostros de las santas mujeres y la figura de Jesús, todo, literalmente todo, traspasado por la misericordia, lleno de paz. Estando allí era muy fácil reconocer que la tempestad y el oleaje no son la vida de la vida que vence la historia. La crueldad de la Vladimir medieval solo ha quedado en el recuerdo, pero la Belleza que encontró Andrei Rublev me sigue mirando hoy.
Kostia, Moscú

Uganda
En los últimos meses he visto cada vez con más claridad y discreción que el Misterio hace suceder como quiere y cuando quiere lo que mi corazón desea. Lo he experimentado varias veces. Una de ellas han sido los Ejercicios de la Fraternidad. La introducción del padre Lepori y Davide Prosperi me hizo preguntarme una vez más: “¿Pero quién eres tú, Jesús?”. La conmoción que invadió mi corazón y me ponía en movimiento no podía ser el fruto de lo que hacían esos dos hombres, sino algo que iba más allá. Un acontecimiento presente es lo que te hace levantar la mirada y lo que conmueve tu corazón porque te dice: “¡No te he perdido!”. Siempre he sentido predilección por María pero con el padre Lepori me he visto descrita en Marta. Si todo lo que sucede no nos vincula con el Ser, nos perdemos a nosotros mismos y lo perdemos todo. En la Escuela de comunidad aprendo a llegar a la conciencia de aquello de lo que está hecha la realidad, de lo que están hechas las cosas, de lo que está hecha mi existencia. Todo debe llevarme a la pregunta, al grito por la consistencia de mí misma, porque la consistencia de la realidad es la consistencia de mí misma. La conciencia de ser hecha por Cristo te hace temblar y te permite decir “yo”. Ante la belleza de la montaña, sabes que ella nunca podrá preguntarse: “¿Pero quién soy yo?”. Mientras que yo puedo afirmar que la belleza de la montaña está hecha de Cristo, igual que yo. Como Jesús, cuando miraba la belleza de las flores y comprendía que su Padre las estaba haciendo en ese mismo instante. Verdaderamente, Dios hace nuevas todas las cosas y el paso que se nos pide es mirarlo y participar con Él en ese hacer nuevas las cosas. El primer nuevo ser soy yo.
Rose, Kampala

Cuba
He estado unos días acompañando a la comunidad de Cuba en los Ejercicios espirituales. A causa de la pandemia, hace tres años que no iba. Después de este tiempo, he descubierto que la situación es aún más dramática que antes y se hace difícil habitar en la isla, hasta el punto de que los problemas se han convertido en el único tema de conversación entre los amigos del movimiento, como pude comprobar en la cena del viernes.
Para mi sorpresa, en la asamblea del domingo las intervenciones decían otra cosa. Todos los que intervinieron, agradecidos por lo vivido esos días, insistían en que habían visto que la verdadera cuestión es Cristo, que todo lo demás es secundario respecto a Cristo. ¿Qué hace que un grupo de 23 hombres y mujeres que viven en una situación realmente desesperante puedan decir que la única cuestión importante en la vida es Cristo? ¿Qué ha sucedido? O mejor, ¿quién ha sucedido?
He regresado a Madrid conmovido y con una certeza mayor respecto a Cristo y al camino que compartimos en el movimiento. ¡Todo un regalo!
Por otro lado, me he dado cuenta de la necesidad de mirar a estos amigos cubanos, también a las comunidades de Dominicana, de Haití y de otros lugares del mundo. Son, sin duda, un bien para todos. Comunidades pequeñas, pero que afrontan verdaderos problemas sin solución con una fe y una esperanza que son de otro mundo.
Rafael


Canadá
Para mí los Ejercicios han sido un nuevo inicio sorprendente y lleno de frescura. Me ha conmovido profundamente cómo hablaba el padre Mauro del joven rico. He entendido mejor cómo vivo –cómo vivimos– cierto moralismo, incluso cuando lo negamos. Siempre he pensado que el joven rico se equivocaba porque quería salvaguardar sus bienes, mientras que el padre Mauro nos explicó que su error fue no haber seguido a Aquel que tanto le había impactado. Unos días después vino a cenar a casa una amiga de Camerún, Mireille. Qué fácil era entender delante de ella que no tenía que salvaguardar mi manera de hacer las cosas o de vivir, sino solo dejarme tocar por el Acontecimiento tal como lo percibí esa noche.
John, Montreal

España
Ha sido una alegría poder asistir presencialmente a los ejercicios de la Fraternidad en Ávila. Mientras Lepori desgranaba en sus lecciones cómo el encuentro de Marta con Jesús hacía crecer la conciencia de Marta acerca de quién es Cristo para su vida y para la vida del mundo, yo me veía rodeado de un pueblo. Del pueblo constituido por la gente que está haciendo ese mismo camino carnal de relación con Jesús presente, gracias al cual cambia la conciencia de cada uno. Una serie de pequeños encuentros personales hace dos mil años, que se repiten en una cadena de encuentros en los que se da la misma experiencia y que me llega a mí.
Poder ver durante los Ejercicios a algunas de estas personas –pienso en mi madre y sus amigos, o pienso en la forma de estar allí de Carras, mientras Jone estaba en el hospital– hace que la historia de Cristo con Marta, la corrección y el abrazo de Cristo a Marta, se repitan en el presente conmigo.
Antonio, Madrid


La propuesta para seguir los Ejercicios de este primer año post-COVID fue la de que nos juntáramos las comunidades de levante y mantuviéramos el gesto en su dimensión comunitaria. Desde el primer momento nos pareció una propuesta estupenda. Si bien, en un primer momento, nos hubiese gustado ir a Ávila para revivir tantos detalles que están arraigados en nuestra memoria, nos pareció más interesante ocuparnos de lo que se nos proponía y secundarlo. Los amigos de Murcia se pusieron en marcha y encontraron un sitio estupendo en Albacete.
Muchos ya nos conocíamos pero estar juntos ha sido un más. Nos hemos conocido más, pero sobre todo nos hemos mirado más y hemos tomado mayor conciencia de los otros, de aquellos que son, sin nosotros casi saberlo, sin hacer nada y ni merecerlo, compañía al Destino. No es lo mismo seguir unas indicaciones recibidas, que seguir a uno que está contigo. No es lo mismo querer “hacer las cosas bien” que tener la posibilidad que da la compañía de poder mirar juntos, al mismo sitio, para cuidar que cada detalle favorezca lo que se vivía.
Nuestro horizonte se ha ensanchado. El movimiento se ha convertido en algo más grande y más concreto, y por ende nuestra relación con Cristo también.
¿Quién nos toma en consideración de este modo en el resto de ámbitos de nuestras vidas? ¿Quién nos desafía de este modo en el que somos protagonistas del gesto más importante del movimiento en el año? Verdaderamente no somos invitados a mirar y repetir, somos desafiados a “ser”, a movernos.
Pilar, Castellón


Después de dos años hemos vuelto a seguir juntos los Ejercicios de la Fraternidad de forma presencial, para toda de comunidad del movimiento en Canarias. Con bastante tiempo de antelación algunos amigos empezamos a preparar el gesto: la reserva del hotel, los avisos, las inscripciones, la parte técnica, el orden y la decoración del salón, los cantos de la misa, la liturgia… Nos reunimos a cenar una noche para empezar a mirar todo esto juntos, con el deseo de cuidar hasta el último detalle. ¿Qué sucede en este lugar, que llegas a una cena, una noche entre semana, cansado después de un día de trabajo, donde algunos han dejado familia en casa para preparar algo juntos, y sales como nuevo, más descansado de lo que llegaste? La misma experiencia tienen los que van unos días antes de los Ejercicios a montar todo, de modo que cuando lleguemos el viernes nos lo encontremos todo a punto. ¿A punto para qué? Para dejar que acontezca Él, a través de nuestra compañía: del orden con el que entramos a la sala, del silencio, de la música y las imágenes, de los cantos, del cuidado de todo. Y así empezamos juntos el gesto antes de la apertura de puertas: pidiendo que acontezca Él. Lo entendí mejor escuchando a Carras: «Un gesto tiene que ser la expresión de Algo más grande, de un Acontecimiento; si no, no se comunica a Cristo presente».
A lo largo de estos días juntos, ayudándonos a cuidar el silencio, el modo de rezar, empezar el día desayunando en absoluto silencio, las conversaciones durante las comidas, la preparación de la asamblea…, todo era un reclamo continuo a reconocer a Cristo presente entre nosotros, a través de la carne. Y lo que más impresiona es reconocerte en comunión, los 55 que estábamos juntos en una isla cerquita de África, con los miles y miles que estaban en ese mismo momento por todo el mundo siguiendo lo mismo. Como me decía un amigo, «después de haber hecho esto juntos, me siento más amigo del resto, porque resulta mucho más evidente por qué estamos juntos, más allá del gusto o la simpatía». Entonces se entiende mejor lo que dice la Escuela de Comunidad: «El alma secreta de toda relación es amistad: querer el destino del otro, aceptar que el otro quiera mi destino. Si reconozco y acepto que el otro actúa para que yo alcance mi destino, entonces hay amistad». Esto se nos ha hecho evidente estos días juntos.
Esther, Canarias

Marta, Marta… te preocupas por muchas cosas… solo una es necesaria. O, lo que es lo mismo: ¡Lolo, Lolo… te preocupas por muchas cosas… solo una es necesaria!
Solo por oír y hacer mío este reclamo habría merecido la pena inscribirse en los Ejercicios de este año. Pero fue mucho más, infinitamente más. Después de más de dos años sin convivir con mis amigos de Andalucía, poder seguir los Ejercicios con ellos ha sido el mayor regalo. La pantalla en este tiempo ha estado bien, la “carne” es ontológica.
Tres días cortos en Almuñécar. Un Acontecimiento, unos rostros, una vida, un camino, una esperanza. Como Marta, María y Lázaro después de aquella cena con Jesús, nuestra amistad y deseo de seguir juntos, de comunión, ha crecido entre nosotros.
¡Qué suerte hemos tenido!
Lolo, Osuna


Inglaterra
Los Ejercicios han sido para mí de una claridad luminosa sobre una cuestión: ¿quién es realmente el amor de mi vida? Una pregunta sencilla y directa que no da lugar a engaños ni rodeos. ¿Por qué me llama la atención? Porque tiene unas implicaciones nada banales sobre cómo entendemos nuestro estar juntos, eso que solemos llamar “compañía” y donde a veces surgen grandes ambigüedades. Una compañía que a veces entendemos como una agregación donde nos ayudamos a pensar y organizar juntos gestos bonitos, donde uno se encuentra menos solo y siente cierto calor humano.
Pero el padre Lepori ha cambiado las cartas. La unidad deriva de la medida en que yo me adhiero al amor de mi vida. E, igual que lo hago yo, lo puedes hacer tú, de modo que por gracia nos encontramos juntos en este hermoso y largo camino. Tal como fue para Lázaro, Marta y María. Se descubren juntos porque cada uno hace su camino personal, y se reclaman a hacerlo constantemente. Esa es la verdadera compañía.
Me viene a la mente lo que Carrón citaba en la Jornada de apertura de curso de 2013: «No hay nada culturalmente más revolucionario –dice don Giussani– que esta concepción de la persona, cuyo significado y consistencia es la unidad con Cristo, con Otro, y, a través de ella, la unidad con todos los que Él escoge, con los que el Padre pone en sus manos».
Giacomo, Londres

Soy graduada en Neurociencias y desde hace años siento una profunda insatisfacción por el trabajo científico y mi deseo de estar más directamente al servicio de los demás. Gracias a la Escuela de comunidad y a ciertos amigos, lentamente empiezo a comprender que mi alegría consiste en obedecer a las circunstancias que Él me pone.
Sin embargo, poco antes de los Ejercicios, la cuestión del significado de mi trabajo volvió a estallar al recibir una oferta en el ámbito académico, después del doctorado. Tenía la sensación de que, en un mundo golpeado por la violencia y la necesidad, el Señor quería que yo siguiera trabajando en la ciencia. Llegué a los Ejercicios con una pregunta candente: ¿cómo puedo vivir este sacrificio?
Desde la primera noche, las palabras del padre Lepori fueron un soplo de vida nueva. Esa como si me estuviera hablando directamente a mí, recordándome el camino que emprendí desde mi retorno a la fe: un camino de enamoramiento de Aquel que me muestra su belleza por todas partes. Él es lo único necesario. Esta memoria me ha liberado de mi ahogo porque he podido mirar mis deseos más urgentes y pedir a Cristo que me muestre una vez más que Él es quien los responde.
No estoy sola en este camino. Aunque no conocía a casi nadie cuando llegué, esos días conocí a hombres y mujeres cuyos corazones eran espacios vivos de verificación de que Cristo es todo. Volví a casa con la conciencia de que es el Señor –mediante el carisma y la Iglesia– quien me está llevando a una mayor madurez.
He experimentado una nueva paz y he aceptado la oferta de trabajo, pidiendo a Cristo que use este sacrificio para su Gloria. En la happy hour de mi laboratorio, me encuentro más libre en la conversación con mis compañeros, por la conciencia de que no es una opinión acertada ni el éxito en mi trabajo ni cualquier otra cosa, sino Cristo, lo que satisface mi corazón, y el suyo. Y yo Lo he encontrado, y Le pertenezco.
Sofia, Cambridge

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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