TAMBIÉN vosotros, jóvenes, queridos jóvenes, que en el mismo nombre que habéis elegido para llamar a vuestro movimiento, «Comunión y Liberación», (debo decir que me gusta mucho este nombre; me gusta por vanos motivos: por un motivo teológico y por un motivo digamos que eclesiológico: está totalmente en continuidad este nombre con la eclesiología del Vaticano II. Por otro lado, me gusta por la perspectiva social: Comunión y Liberación. Por su actualidad, y este es la tarea de la Iglesia hoy: una tarea que se refleja en el nombre «Comunión y Liberación»), con este nombre, decía, habéis demostrado ser bien conscientes de las expectativas del hombre moderno. La liberación, esa que anhela el mundo -como sabéis- es Cristo. Cristo vive en la Iglesia. La auténtica liberación del hombre acontece, por tanto, en la experiencia de la comunión eclesial: construir esta comunión es, por todo esto, la contribución esencial que los cristianos pueden ofrecer a la liberación de todos.
Juan Pablo II, en audiencia a diez mil universitarios de Comunión y Liberación.
Roma, 31 de marzo de 1979
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