El fenómeno de la droga, que surgió en los años 60, fue tomando auge en los 70 y actualmente se ha convertido en uno de los problemas más graves y dolorosos de nuestra sociedad. Sin duda constituye uno de, los mejores termómetros para precisar la gravedad de una sociedad despistada y enferma, que no encuentra en sí misma la fuerza para vencer su propia corrupción y vaciedad.
Muchos tipos de análisis y soluciones se han ofrecido teóricamente sobre el tema. Hoy presentamos la experiencia y las conclusiones de unos hombres dedicados al trato y la rehabilitación de drogadictos, y el proyecto mediante el cual llevan a cabo su objetivo: «Proyecto Hombre».
Para ello, hemos entrevistado a uno de los principales promotores de dicho proyecto en España. Se trata de Juan Francisco, italiano, perteneciente a la congregación religiosa de los pavonianos (en nuestro país dedicados al mundo de los marginados, en concreto de los drogadictos) y al Centro Español de Solidaridad. Este centro aglutina a miembros de diferentes congregaciones religiosas y a otras personas que, movidas por motivos simplemente humanitarios, colaboraron en el mismo proyecto.
- ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? ¿ Qué motivaciones tenéis?
Hemos llegado hasta aquí porque una congregación religiosa, los pavonianos, nos planteamos en España trabajar en el campo de la marginación, en concreto de la drogadicción, ya que en este aspecto no hay casi nada.
- ¿Habéis encontrado en España algún otro centro que se dedique a esto?
- Que nos convenciera, no. Hay gente que está haciendo algo, pero no lo juzgamos. Nuestra congregación es italiana, y allí conocen el «Proyecto Hombre». Este proyecto lleva funcionando en Italia siete años y lo han traído de Estado Unidos, donde lleva funcionado veinte años. Tiene una experiencia, tiene una escuela de formación, que es lo que nos decidió por este proyecto. Ahora somos un grupo muy pluralista, hay religiosos y laicos y de diversas organizaciones religiosas. Las motivaciones que nos animan son, en algunos, simplemente humanas y, en otros, provienen fundamentalmente de la valoración del hombre hecha desde la fe.
- ¿ Cómo lo pusisteis en marcha en Madrid?
- Se formó un equipo que fue a Italia a hacer el curso de formación; después empezó a montar las estructuras. Queríamos hacer un movimiento eclesial, y hemos tenido muchas dificultades. Nos hemos puesto en contacto con varias congregaciones y con Cáritas Diocesana. Al final hemos fundado el Centro Español de Solidaridad (C.E.S.).
- Desde la experiencia de trabajo con les son los factores más importantes que conducen a la drogadicción?
- Hay gente que se droga porque no les quiere nadie, otros porque los quieren demasiado. Muchos son los factores que entran: factor educativo, familiar (una familia excesivamente preocupada por dar cosas a los hijos, pero que no le transmite valores, en la que en muchos casos falta diálogo), social, una escuela que es sólo nocionista, no es creativa, no educa el tiempo libre, no educa a la gente en el respeto y la convivencia. También influye la fragilidad de la persona, que no ha sido detectada en la familia, ni en la escuela, y que se ha encontrado en un ambiente de pandilla en el que para ser admitido, para ser aceptado, ha tenido que recurrir a la droga.
- ¿Qué grado de libertad y consciencia se da en la persona al iniciarse en el proceso de drogadicción? ¿Qué papel desempeña la pandilla?
- Hasta cierto punto se da de una manera inconsciente. La pandilla desempeña un papel muy importante: si un muchacho encuentra en la familia un ambiente hostil, busca un lugar donde poder comunicarse, encontrarse a gusto; entonces acude a las pandillas. En estas pandillas se maneja droga, alcohol,... Para que ésta te acepte tienes que tener un contacto con ello y entonces empieza un trato mucho más fácil con la droga. Sin embargo hay que resaltar también el factor personal, la autosuficiencia, el pensar que a ellos no les va a afectar, que van a poder controlarlo, y luego se llega a un punto que ya es muy difícil controlar.
- ¿Hay un punto en que ya resulta incontrolable?
- Sí. Hablando con ellos te dicen que la droga no les gusta, sino que la necesitan para funcionar; al encontrarse con un mono (síndrome de abstinencia), si no se ponen un «pico» no pueden salir a la calle. En este momento ya son adictos que sólo lucharán por la droga. Ya no se «pican» porque resulte gratificante y les de placer, sino que lo hacen para no estar mal. Cuando se empieza con la droga se termina, normalmente, creando dependencia.
- ¿Cómo véis la legalización de la droga blanda? ¿En qué medida influye en la adicción?
- La droga blanda influye en la adicción. Todos los que llegan a la heroína han empezado por el porro. Esto no significa que todos los que usan droga blanda lleguen a la heroína. Es raro que vayan directamente a la heroína. El camino normal es el porro, las anfetaminas, ácidos y heroína. En las pandillas se manejan estas cosas y luego llega siempre alguno que tiene «caballo».
- Al adicto a la droga ¿qué problemas se le plantean? ¿Qué psicología le envuelve?
- En primer lugar, pregunto una cosa: ¿por qué uno llega a engancharse? Porque ha visto que con la droga está bien, los problemas que tiene de relación, la inseguridad que tiene por dentro, se le solucionan con un «pico». Ello les hace sentirse seguros y con capacidad para enfrentarse a cualquier situación. Son personas que en vez de enfrentarse a sus problemas, delegan en una sustancia. Una característica fundamental es que se trata de personas inmaduras.
Podemos dar algunos datos que tiene el toxicómano. Cuando nosotros hablamos con ellos y les cuestionamos el porqué de la droga responden que por curiosidad, por el grupo, por demostrarse a sí mismos y a los demás que valen, por buscar nuevas emociones, por huir del aburrimiento. Una característica primordial de nuestra juventud es la falta de ideales, el no saber qué hacer; también influye la rabia hacia la familia que no le comprende o hacia la sociedad que no tiene espacio para ellos, y la imposibilidad de alcanzar ideales en una sociedad esencialmente materialista. En las primeras dosis la droga es algo bonito que te ayuda, pero luego llega la esclavitud.
Nos encontramos así con unas características del toxicómano que a grandes rasgos son: se trata de un individuo que no quiere ver la realidad y huye de ella; prefiere la evasión porque dentro de sí no tiene confianza ni seguridad, no tiene valoración de sí mismo; es una persona que no ha crecido porque ha delegado sus responsabilidad en una sustancia; tiene miedo a las dificultades y le parecen insuperables; esconde la verdad, es mentiroso, se convence a sí mismo de que es imposible hacer las cosas y después miente a los demás; busca apoyo en las sustancias por el vacío interior que siente. Cuando pasa el síndrome de abstinencia, lo que más le duele no es el dolor físico, sino el vacío absoluto que tiene. Otras características son que no se gusta a sí mismo, se desprecia, es una persona moralmente débil, emotivamente muy frágil, echa la culpa a la sociedad que le rodea (él es la víctima), no sabe enfrentarse a situaciones difíciles, es una persona que se encuentra sola porque en la droga no hay amistad, sólo intereses.
- ¿Cuál es la relación que mantiene con las personas que le rodean? ¿Cómo se debe actuar con él? ¿Qué hacer cuando se tiene este problema en la familia?
- Recetas para esto no hay. La familia generalmente no está preparada para resolver el problema; ello produce reacciones de pánico, hiperprotección o rechazo completo. Lo más aconsejable es que, si se tiene posibilidad, se lleve a un centro.
- ¿Tiene datos de drogadictos en la sociedad española o en Madrid?
- Han salido cifras en algún periódico. También se han dado cifras en el Congreso intentando minimizar las cosas, pero no son estadísticas fiables, ya que están hechas por hospitales y comisarías.
Hay muchos drogadictos que no están anotados en ninguna parte.
Existe un intento de minimizar el problema. Lo más cómodo por parte del Gobierno es quitar importancia, o intentar sacar drogas sustitutivas como la metadona, drogas de estado. Esta última solución se está estudiarlo continuamente como medio para solucionar el problema: el Estado suministra la heroína de estado y así quita la delincuencia de la calle.
- ¿Qué es la metadona?
- La metadona es un opiáceo igual que la heroína. Es un sustitutivo de ésta. Hay médicos en la Seguridad Social que lo aplican a los heroinómanos que lo solicitan. La metadona no crea un síndrome tan dramático como la heroína, pero lo tiene a largo plazo. Está claro que con esto no solucionan nada. A quien esté consumiendo metadona por receta médica no pueden hacerle nada. Sin embargo está comprobado en otros países que con esto no desaparecen los atracos y los robos, porque la heroína es muy cara. Por otra parte, se está creando un mercado negro a partir de la metadona (la metadona que se da por receta médica la están vendiendo para comprar heroína).
- ¿Produce los mismos efectos que la heroína?
- La heroína produce un síndrome de abstinencia dramático, con vómitos, convulsiones, que dura 4 o 5 días. La metadona tiene unos efectos más suaves.
Antes de continuar quiero decir que existe un enfoque completamente equivocado. El problema del heroinómano no es un problema médico, sino educativo. Si tenemos una persona con las características anteriormente descritas es imposible que la curemos con pastillas. Es necesario un proyecto de rehabilitación que persiga reeducar a una persona completamente vacía de valores. Las pastillas solucionarán los problemas fisiológicos, físicos, médicos, pero querer tratar un problema psicológico, de personalidad con valium, tranxilium u otros medicamentos es un planteamiento completamente equivocado.
- Si el problema no es meramente físico, ¿qué terapia seguir? ¿Cuál es y en qué consiste vuestro proyecto?
- Nuestro proyecto se dirige a todas las formas de toxicomanía. Se articula con estructuras variadas que responden a las etapas y a las características de un programa de recuperación y rehabilitación que, en cada momento y en cada caso, tiene características diferentes. Una de sus ideas básicas es el rechazo del mito de la droga y del uso de sustitutivos terapéuticos (en forma de otras drogas, fármacos o alcohol). El programa terapéutico «Proyecto Hombre» se articula mediante tres estructuras básicas:
1) CENTRO DE ACOGIDA:
Es el lugar del primer encuentro entre el toxicómano y el Programa.
Los operadores de la Acogida intentarán ayudar al joven que llega al centro a encontrar la motivación y la voluntad necesarias para comenzar el camino de su recuperación.
Desde el comienzo se exige al adicto un compromiso concreto y se le aclara que el protagonista de su recuperación no será otro que él mismo.
Esta primera parte se realiza en régimen de externado.
El chico continuará su camino de crecimiento y conocimiento de sí mismo pasando por el Centro de Acogida a la Comunidad Terapéutica.
2) COMUNIDAD TERAPEUTICA
En una segunda fase, el adicto pasa a residir dentro de una Comunidad Terapéutica. En el «Proyecto Hombre», el ingreso en esta Comunidad significa interrumpir momentáneamente los contactos con los familiares, los amigos y el ambiente cotidiano en general. Junto a los demás compañeros de la Comunidad se le ayudará a comprender que aquella será su casa, su familia y el lugar dónde comience a construir su personalidad, sin necesidad de tener que «escapar» de sí mismo y de los demás.
Los instrumentos que se utilizan, tanto en Terapia Educacional como de grupo, son el trabajo y la distribución de responsabilidades y tareas, la comunicación sincera a través de la continua relación entre residentes y operadores, los grupos de encuentro, etc.
3) COMUNIDAD DE REINSERCIÓN:
La última fase del «Proyecto Hombre» es la reinserción social: solamente una personalidad fuerte y bien formada permitirá al joven afrontar los problemas de la sociedad sin tener que recurrir a la droga.
La finalidad de esta fase es que el joven vuelva a insertarse de forma paulatina en la vida social y familiar, incorporándose al trabajo o estudios que estuviera realizando. Sus arrogancias de antes, que escondían sus miedos e inseguridades, han desaparecido. Ahora ha conseguido el ánimo para enfrentarse a la realidad de las cosas, el ansia de descubrir su «fuerza», la conciencia de sus miedos y de sus limitaciones, de sus mecanismos emotivos y de sus propias aspiraciones.
- ¿Qué otras actividades surgen del C.E.S.?
- Hay dos que por su importancia destacamos: Las Asociaciones de familias y el Centro de Estudios. Merece una especial atención la actividad que, en el ámbito del «Proyecto Hombre», va dirigida a los familiares de los toxicómanos. A menudo son los padres los que buscan el primer contacto con el Programa, para llevar allí a su hijo o hija. Si éste quiere seguirlo, los padres deberán interesarse, ya que se les pedirá una regular participación en el proceso de maduración y de crecimiento de su hijo, no como espectadores, sino como protagonistas de un hecho que ha cambiado sus vidas y les ha creado la necesidad de poner en discusión valores, equilibrios y seguridades, de cara al momento en el que el hijo, al terminar el Programa, vuelva a la vida normal y sana, que supondrá la reconstrucción de sus relaciones familiares y sociales.
El C.E.S. cuenta también con un Centro de Estudios, Investigación y Documentación.
Este Centro constituye el corazón del Programa, ya que es el que da vida a toda actividad, tanto interna como externa.
Una de las mayores preocupaciones es la formación y preparación cultural y profesional de los operadores y demás personal que trabaja en las distintas dependencias del Centro.
Del Centro de Estudios saldrán, además, las colaboraciones con otros centros y programas, estatales o privados; participación en investigaciones; organización de seminarios, mesas redondas...; congresos y otros actos de carácter científico; documentación, etc.
- ¿Podrías decirnos algo sobre los intereses y estructuras que rigen el mundo de la droga?
- Es evidente que los que están traficando para conseguir su dosis a niveles tan bajos no son los que se encargan de traer la heroína a este país. Tiene que haber estructuras a otro nivel. Hay indicios y libros en los que se relaciona el tráfico de armas y el tráfico de drogas, pero sólo con datos concretos, que ahora no existen, se puede acusar a alguien. Son demasiados miles de millones los que se están moviendo. Sin intereses económicos no existiría.
- ¿Cómo se podría colaborar en este proyecto?
- La gente piensa que hay que hacer algo porque ven la necesidad. Esto es cierto, pero no se puede hacer cualquier cosa. Estamos jugando con vidas humanas y con personas. Por eso debemos estar mínimamente preparados para saber qué personas tenemos delante y qué tenemos que hacer con ellas. Si no fuera así, en vez de ayudarles les hundiriíamos. Es necesario conocer el tipo de material que tenemos, las personas con quienes tratamos y a dónde debemos llegar. Las formas de colaboración son diversas: actividades de tipo educativo (graduado escolar, recuperación de cursos, etc... ), seminarios de tipo cultural (fotografía, pintura... ). Estas personas no tiene sólo una incultura de tipo general, sino social. Cualquier actividad que sea amena les viene fenomenal. Se les crean motivaciones para el futuro, se les abren horizontes, se les educa en el tiempo libre, en la diversión (esto es imprescindible, ya que hasta ahora el tiempo libre que tenían lo dedicaban a la droga).
- El problema de la droga desborda las soluciones de cualquier proyecto terapéutico, ¿qué medios ves necesarios a nivel social para atajar este mal?
- Es imprescindible la prevención. Este es un trabajo duro, a largo plazo, que requiere ayudar a la familia que está en crisis, ofrecer unos valores a una sociedad que no los tiene, plantear nuevos modelos (antes el modelo podía ser el padre, la madre o el maestro, ahora no existen modelos, o si los hay son efímeros), crear perspectivas de futuro un poco más seguras, no ofrecer una sociedad sólo consumista. Es necesaria una sociedad más formativa, no sólo informativa. También fomentar la creatividad en los niños, crear intereses, realzar una juventud que está en segundo orden, adormecida.
- ¿Qué papel tiene la Iglesia de cara a ofrecer esto que necesita la sociedad?
- Creo que la Iglesia puede aportar mucho. Para ello es necesario que hable un lenguaje que pueda entender la juventud y que viva los valores que proclama continuamente. Tenemos que predicar con el ejemplo; no hay que tener miedo a dejarnos contagiar por los pobres, por los que sufren. Estamos enviados al mundo para proclamar el mensaje y para vivirlo.
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