Era el verano de 1979 cuando conocí en un pueblo de Ávila llamado Las Navas del Marqués a un grupo de gente que íbamos a pasar unos días de vacaciones juntos en el pantano del Burguillo.
Lo que ese verano iba a suponer en mi vida no llegaba a imaginarlo, pero lo cierto es que lo pasé muy bien; y más importante fue que nació en mí la intuición de algo valioso para mi propia vida que "tenía" esa gente.
Pronto descubrí que esos días no podían morir y que aquella experiencia de un simple y bonito campamento suponía algo nuevo que yo nunca había visto. Algo qua me incitaba a seguir y profundizar el porqué de lo que habíamos vivido juntos. Más tarde supe que esto se llamaba encuentro.
Empecé a acompañar a Carras en casi todas las salidas que hacíamos a Tielmes y a Las Naves con los bachilleres a los que él daba clase.
Me acuerdo que siempre en estas salidas nos lo pasábamos muy bien (aunque lo que nos decíamos moría en el transcurso de la semana). Eran salidas que repetías con gusto. ¡Cuántas cosas he podido aprender en ellas!
Durante la semana teníamos una ocasión de encuentro para profundizar aquello que empezábamos a vivir; pero de ellas sólo guardo una cosa clara: la fidelidad al gesto en el que uno podía ver las caras de aquellos en los que encontré un día un hecho nuevo para mi vida. No comprendía por lo demás muchas cosas, pero seguía por esta razón: tenían algo que yo deseaba profundamente, algo que yo ya había intuido pocas veces antes.
Fue al cabo de un año más o menos cuando empezó a surgir una amistad entre nosotros de una manera más definitiva y total: surgió la necesidad de que esta vida fuese compañía, fuese movimiento. Aquel verano del 80 conocimos a los italianos en Misurina. También Patrizio, Nando y Diego (un suizo y dos italiano, que vinieron a España) fueron de gran ayuda para entender el hecho de una amistad para la vida cotidiana.
Recuerdo la primera vez que surgió entre nosotros el deseo de encontrarnos fuera de los momentos establecidos. O las primeras vacaciones que organizamos. La revista, las Pascuas, las asambleas. También recuerdo el cambio de muchas personas, las ganas de unos cuantos para que esto creciese. Y las dificultades que siempre teníamos...
Siempre nos decíamos las mismas cosas, pero qué diferentes eran una vez que tenías experiencia de las mismas; y qué verdadero gusto ha ido surgiendo en nosotros frente a tantas cosas que antes ignorábamos: la música, el estudio, el arte, la historia,... Porque esto ha sido posible gracias a esta compañía, dentro de esta experiencia del movimiento.
Ahora lo que más deseo es que el entusiasmo por esta bella y gran historia que tiene no sólo 5 anos sino casi 2000 llegue a ser una continua propuesta para todos aquellos que vamos encontrando. Sólo puedo terminar repitiendo los párrafos finales de una canción que aprendimos hace poco: "(...) Es verdaderamente grande Dios, es grande esta historia nuestra (...).
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