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Huellas N.6, Diciembre 1984

NUESTROS DÍAS

India: la violencia que no cesa

Alberto Llabrés

Parece una contradicción que en la tierra donde el concepto de la no-violencia ha tenido su mayor elaboración filosófica en su tradición jainista (una de las tres grandes religiones de la India) y su más espectacular aplicación política en la acción de Mahatma Gandhi, la vio­lencia sin embargo está a la orden del día. Pero lo más impresionante no ha sido el asesinato de Indira Gandhi, sino la aparente facilidad
con que las diversas comunidades que conviven en la India (diferentes por motivos de religión, casta, lengua, raza... y que en el pasado han tenido poquísima permeabilidad entre sí), han aprovechado las circuns­tancias de crisis para alzarse.
HISTORICAMENTE, en el proceso de descolonización no se tuvieron suficientemente en cuenta las profundas y milenarias diferencias que en esta región existían, y así, los cuarenta años de independencia han sido la historia de luchas continuas entre el poder central y los separatistas de cada región (el caso de los Sija no es único). De ahí los métodos sustancialmente autoritarios, aunque formalmente democráticos, empleados para gobernar el país. Las tres palabras mágicas de la polí­tica indie de los últimos 15 años, democracia, secularismo y socialis­mo, eran como un estribillo en los discursos de lndira Gandhi, pero:
- Su estilo de gobierno era más parecido al de un monarca que al de un primer ministro de una democracia.
- Su secularismo era un juego para contentar a todos los grupos re­ligiosos.
- Su socialismo era una simple etiqueta para un capitalismo de Estado, que bien poco ha influido sobre la miseria de la masa.

ACTUALMENTE, la situación está de la mano de Rajiv Gandhi, el ter­cer ministro de la dinastía de la familia Nehru. En la escena política, el "partido del Congreso" ha dominado el poder durante casi 40 anos, sin una clara línea política, pero también sin una alternativa de poder, de otro partido, válida.
Este partido y la política india, se apoyaron, primero en el ca­risma Nehru, después en el de s hija Indira. Rajiv entró en la polí­tica hace sólo cuatro años, tras la muerte en un accidente aéreo de su hermano Fanjay. Estimado por su honestidad, pero no sin rivales dentro del "partido del Congreso". Buen organizador, pero sin el carisma de su madre... La primera tarea de Rajiv, como él mismo ha afirmado en su primer menaje a la nación, es mantener la unidad de la Unión India.
Indira Gandhi deja tras de sí un vacío da poder grandísimo, y aunque todos (excepto los Sija) en la India han condenado su asesinato, no por ello aquellos que tienen pretensiones separatistas las olvidan.
A nadie se le escapa que muchos grupos verían con placer una divi­sión da la India.
Sólo un líder que tenga coraje podrá romper el muro de disentimiento que aliena a buena parte de les facciones que pululan por este país. La falta de experiencia política de Rajiv representa un gran interro­gante. Pero al futuro podría depararnos sorpresas; hasta la misma Indi­ra comenzó su carrera política con muchas reservas y como una solución de compromiso entre los contendientes de su partido.
Pero, para construir una nación unida, no bastará un lider carismá­tico. La tarea de mantener la unidad de la nación requerirá retomar y profundizar las raíces históricas y religiosas de esa unidad de la In­dia.
La unidad no es una simple etiqueta que se coloca externamente, pa­sando por alto las diferencias, relegándolas a un segundo plano, como se ha venido haciendo en la India, sino que es algo que se construye teniendo en cuenta todos los aspectos y elementos qua se dan en una realidad.
Será necesario abrir vías de confrontación y de diálogo entre las diversas comunidades que forman parte de esa nación, para tratar de es­tablecer un marco perdurable de convivencia que incluya, en lo posible, las pretensiones más vitales de cada grupo.
EN EL CAMPO INTERNACIONAL, Indira Gandhi desaparece cuando estaba en al apogeo de la gloria como líder de los países no alineados. El reconocimiento del liderazgo de la India se produjo durante el Congreso de los no alineados de 1983, en Nueva Delhi, y fue el justo premio a una política internacional perseguida constantemente, y no sin dificultad. En el mundo actual, el querer ser amigo de todos significa tam­bién ser enemigo de todos.
Con la muerte de Indira Gandhi desaparece la última figura carismá­tica del movimiento de países no alineados, que tras le muerte de Neh­ru, Tito, Nasser, Boumedian, Sadat y ahora de Indira, parece condena­do el ostracismo para una larga temporada.
El tiempo dirá lo que será de la India. De momento lo que hay es una nación en efervescencia, aunque se trate de mantener el orden pú­blico decretando estado de excepción.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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