Nosotros, jóvenes del tercer milenio; hombres que se pasean entre los planetas con su « Vespa turbo-iónica»; que leen el diario independiente de turno; que van de compras con su «personal computer»; que de 7 a 7 y cuarto hacen Aerobic; que desayunan cereales proteínicos; que se preparan para ser ejecutivos agresivos del
mañana...
A éstos hombres, Juan Pablo II se les ha dirigido así:
«La civilización moderna intenta imponer al hombre un conjunto de aparentes imperativos. En lugar de la primacía de la verdad en las acciones, la primacía del comportamiento a la moda, del subjetivismo, y del éxito inmediato. Pero el hombre necesita conocer el significado total de su vida. El, en todas las manifestaciones de su ser,
muestra tender hacia un principio unificador de si mismo y de la realidad, es decir, hacia la verdad. Sólo gracias a ella, el hombre puede alcanzar su propia madurez y, con ésta, la capacidad de una acción responsable en la historia».
Hace falta que el hombre recobre la confianza en su propia humanidad redescubriendo el significado de lo que él es.
«Todos los días yo soy yo, pero ¡qué pocos días yo soy yo!»
(Juan Ramón Jiménez).
Se puede empezar aceptando el reto de aquel que dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida», es decir, que afirmó que aquel principio unificador de sí y de la realidad existe.
Este reto no es algo inventado sobre lo que se tenga que opinar, no es una doctrina a la que acomodarse, ni una teoría sin vida; sino un hecho encontrable, visible, experimentable; es una historia a la que adherirse.
Esto es lo que nuestra libertad ha reconocido, y es una propuesta para todos. Te invitamos a discutir sobre esto.
Octubre de 1984
COMUNIÓN Y LIBERACIÓN.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón