A propósito de la eutanasia, publicamos la siguiente entrevista aparecida en el semanario italiano "Il Sabato"
En Washington el Tribunal Supremo de los Estados Unidos rechaza la petición del gobierno federal: ninguna operación para la pequeña Jana Doe, nacida el 11 de octubre pasado, con la espina dorsal bífida y condenada a la parálisis. A Jane Doe le quedan todavía dos años de vida; no más.
En Roma el Tribunal Supremo concede la libertad provisional a Lucino Papini, empleado de Alitalia que en septiembre de hace dos años mató a tiros a su sobrino Sandro de dieciocho años, paralítico.
En Roberto de Cadeo a unos 15 kilómetros al sur de Piacenza, José Carini, 32 años, paralitico de nacimiento, toda su vida en silla de ruedas, lee, escucha, aprende. No le interesa hacer cábalas jurídicas, ni entrar en los meandros de los debates del proceso. Lo único que sabe es que aquella sentencia tiene que ver con él. Y con todos aquellos que la "cultura de las palabras amables" llama "menosvalidos".
- "No me dan miedo los jueces ni las sentencias: son el último paso de un proceso iniciado mucho antes y muy lejos de las aulas de los tribunales. O si prefieres en aquel tribunal personal que es la cabeza de la gente. Me dicen que en Roma, leída la sentencia de Papini, el público aplaudió la sentencia. Ese aplauso es el que me da miedo".
- José Carini es una persona ya conocida para nuestros lectores. Hace dos años publicábamos una entrevista suya, clara, ponderada y serena y con un título que era de por sí un manifiesto: "yo no soy una desgracia". Hemos vuelto a visitarle. En el fondo de su corazón tenía la sensación de que las sentencias pueden atacar y mutilar aquel título.
- "Es sí. Los veredictos de estos días introducen un techo nuevo en la vida social. Y está aquel aplauso. Me dá miedo. ¿Puedo bromear? No querría que el día de mañana alguien dijese: pobrecito Pepe, cuanto sufre, y me pegase dos tiros. Yo soy como soy. Soy una persona. me ha costado tanto llegar a aceptarme y a quererme a mi mismo y ahora ¿debo también combatir la mentalidad de la gente que quiere convertirme en un desgraciado? Te cuento un hecho banal, pero significativo: el otro día cojo una silla de ruedas y me voy a un comerciante amigo mío para que me reparasen el televisor que tengo en blanco y negro. A toda costa quería venderme uno de color con mando a distancia. Para que me convirtiese en independiente. ¿Has comprendido? Quería hacerme independiente con el mando a distancia. Yo leo, escribo, doy la lata a todos, voy de una porte u otro con la silla de ruedes, la televisión la miro poco, y en blanco y negro el sentido de la película es el mismo, las noticias son las mismas. ¡Solo faltaba el mando a distancia! Como aquel cura que hace algunos años me decía: "Ahora sufres, pero después irás al cielo". Y me daba caramelos. No me gustan los caramelos..."
- A Luciano Papini le ha sido concedida la libertad provisional porque el suyo,· se dice, ha sido un acto de piedad, un homicidio por amor.
-"Pero ¿No sientes el olor de la contradicción? No quiero juzgar a Papini, que sin duda estará pasando penas de infierno, pero actos como el suyo son el intento de eliminar el sufrimiento de la vida y -quizá será un poco duro, pero dime si no es así- y consecuentemente eliminar el compromiso. Porque esto no lo quiere o no lo puede comprender ya nadie: que hay un "plus" de sufrimiento que no es eliminable frente al cuál debes únicamente estar en silencio. Debes permanecer en su presencia.
- Tú estás obligado a estar en la presencia del dolor.
No es cierto. También a mí me cuesta, ¿que te crees? Hay un escollo que he debido afrontar en todas las relaciones, en todas las amistades numerosísimas que he tenido. Sin excluir ninguna. Voy de vacaciones con una comunidad, somos 200, y no hay ni uno solo que no tenga una amabilidad excesiva conmigo. Piensan que el único modo para estar conmigo sea el de resolver me algo. El último caso: me conoce un chico y quiere llevarme a toda costa a uno de estos médicos naturistas que llamamos "brujo". "Es un mago, hace milagros, la cura sin duda. E insistía, lleno de prisas. Después fue el mismo "brujo" quien le desaconsejó que me llevase. No podía hacer nada por mí. Pues bien, volví a escuchar nuevamente a aquel chico por teléfono, tenía una voz apagada y nerviosa. Trataba desesperadamente de excusarse. Tal vez sea una amistad perdida. No tengo necesidad de gente que no me ayuda a tenerme presente a mi mismo. Las amistades verdaderas son las que me dicen: Vamos amigos, te estás apoyando demasiado en mí. Mira que la vida es tuya y ninguno te la puede resolver. Por fortuna no me faltan amigos así".
-¿No has pensado en suicidio? ¿No has pensado que es injusto que te haya tocado precisamente a tí?
- Antes de haber encontrado la comunidad cristiana muchísimas veces. Los otros chicos de mi edad tenían novia, pasaban, se divertían, tenían una rabia terrible. Me parecía una injusticia... Entonces me refugiaba soñando. Soñaba con coger una metralleta y acabar con el amo capitalista. Aceptar las intervenciones quirúrgicas más peligrosas era mi forma de suicidio. Pero, no, no era la solución, no son esas las respuestas. La verdadera cuestión que está en juego, en mi caso como en el de Sandro Papini o en el de la niña Jane, es si la vida tiene sentido. En nosotros la pregunta crucial del universo se manifiesta de forma prepotente. Yo he respondido positivamente.
- Pero tú has conseguido hacer una carrera, hablas con claridad, lees, te preguntas por las cosas. La cabeza te funciona. ¿Pero y los demás? ¿Los que solo tienen vida vegetativa, que no pueden expresarse, aquellos a quienes se les ha negado el umbral de la conciencia?
- ¿Sabes que existen tesoros insospechados de humanidad, de ternura, de afecto hasta en el último de los hombres? Pero esto no es todavía una respuesta. Mira, el mundo es como si estuviera dividido en dos partes: en la primera campea el eslogan socialista de las últimas elecciones: "el optimismo de la voluntad". Bajo él se citan todos los que consigue arrastrar. De la otra parte nosotros, aquellos que sufren y comparten y escuchan los sufrimientos. Nosotros somos el mentis al optimismo de la voluntad. ¿Acaso el optimismo y la voluntad pueden resolver el misterio del sufrimiento? ¿Redimirlo? Querrían eliminarlo, suprimirlo. Eso sí. Como lo estamos viendo. Además nosotros somos otra cosa: Somos el testimonio de que lo que todo hombre tiene: salud, fuerzas, belleza, juventud, no le pertenece. No es suya. Es gracia. Nosotros existimos para recordarlo. Porque olvidarlo es reabrir antes o después, los campos de concentración y de exterminio. Nuestro sentido es esta: nosotros somos necesarios al mundo".
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