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Huellas N.2, Marzo 1984

CARTAS

Experiencia de una Pascua

Susana Heras

Como todos los años con motivo de Semana Santa bachilleres y universitarios celebramos juntos la Pascua, y como todos los años, casi sin quererlo, recuerdo mi comienzo en el movimiento hace ya dos Pascuas.

Recuerdo los continuos contrastes que se produjeron en mí aque­llos días. Por un lado, allí se afirmaban hechos que yo quería discutir con mis tres ideas de siempre (paro mi la Verdad), pero, por otro, debía reconocer que la manera en que se planteaba hasta la más mínima cosa, tenía una grandeza y una sencillez que me atraía.
Para aquellos jóvenes la Pascua no era solo rezar o ir a misa más de lo corriente; era vivir juntos y a fondo, unos días que para ellos tenían un significado; era profundizar juntos en lo que todos intuían de­bía ser su propia vida: Dios.
La forma de enfocar la Pascua no era "teológica", sino "humana"; lo importante no eran los ritos, sino Tú. El objetivo no era tener a unos cuantos jóvenes meditando aislados, sino que era la compañía de unas per­sonas, que se entregaban de igual modo a un juego que a una charla, la que inducía a pensar, qué tenían ellos que yo no tenía, Es seguro que ninguna conferencia, que ningún libro filosófico, por bueno que fuera, me hubiera ayudado tanto como esa amistad "limpia" que yo vi en aquellas personas. El que después de rezar, se bailara, el que después de seguir una cruz se cantara sin más una canción, el que la persona que ayer te contara un chiste, hoy te hablara sobre la Fe, convertía a Dios en una vida palpable, dejaba de ser algo lejano y riguroso, para ser un motivo claro por el que reír y llorar. ¡Qué grande y distinto era esto de lo que yo tenía!
Todo era muy bonito, pero de poco hubiera valido si le Pascua fuera un momento aislado, que después de haber celebrado con aquella amistad, se olvidara o, como mucho, se recordara individualmente. No; para e­llos la Pascua era un período especial dentro de una continuidad. Reafir­maban así la idea que ante todo habían manifestado: Dios no son momentos, es una vida. Por ello pertenecían a un movimiento, para poder seguir así buscando juntos.
Cuando llegué a Madrid dos aspectos fundamentales me unían a ellos: Que de nada sirve Dios, si no nos hace más humanos, y que Dios debe ser todos los aspectos de nuestra vida.
He seguido en el movimiento y con el tiempo he ido comprendiendo la verdad de estas dos ideas. Asimilarlas no es fácil pero cuando se hace con otros es muy bonito.
Por eso cuando ahora se presenta otra Pascua vuelvo; y vuelvo porque sigue predominando ese aspecto humano que es lo único que de ver­dad enseña a profundizar o a iniciar la valiente y esperanzada vida de un cristiano.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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