Últimamente se está hablando mucho de paz. El complejo panorama internacional ha dado lugar a que lo paz sea una de las grandes preocupaciones de la opinión pública, sea instrumento para la lucha política y sea objeto de numerosos iniciativas y manifestaciones, unilaterales y parciales en sus planteamientos y slogans, por porte de los grupos pacifistas. ¿Qué propone la cultura pacifista? ¿Qué es la paz? ¿Qué significa querer la paz? Es necesario responder a estos preguntas a partir de la profunda comprensión de los recientes sucesos ocurridos en el panorama europeo.
El pacifismo moderno no surge de una auténtica cultura de paz, sino del miedo por la instalación de los misiles sobre el territorio occidental europeo. Es sintomático que el pacifismo no haya nacido en 1976 cuando la U.R.S.S. comenzó a instalar sus misiles SS-20 procediendo a un rearme unilateral que ha producido el actual desequilibrio a su favor, sino justamente cuando la OTAN tomó la decisión de instalar sus misiles Persing y Crucero, a partir de 1983. Es también sintomático que el movimiento pacifista no haya sido capaz de enjuiciar los violaciones a los derechos humanos que suceden en el mundo y en particular en la Europa del Este y en los países que padecen el colonialismo soviético: Polonia, Afganistán.
En esta situación, en una Europa amenazada por rearme nuclear nos encontramos frente al crucial problema del desarme. Y es necesario recordar que para que el desarme se produzca, éste debe ser bilateral, equilibrado y controlado. Por ello, aunque no hay que defender la instalaci6n de los Persing y los Crucero, hay que decir que para no instalarlos es necesario que la U.R.S.S renuncie a sus misiles restableciendo el equilibrio que ha quebrantado. Es preciso empeñarse en un diálogo sincero para la consecución de la paz y para ello no hay que dudar que paz significa también empeño por los derechos humanos allí donde son pisoteados, respeto de la dignidad del hombre, la libertad de los pueblos y los derechos objetivos de las naciones.
No es el pánico ante una inminente guerra nuclear lo que puede fundar una paz auténtica. No se puede reducir el problema de la paz a la cuestión desarme. La paz, de hecho, no es simplemente la ausencia de guerras y lo contrario a la paz es también cualquier forma de vejación, de ahogo de la verdad y dignidad que el hombre encierra. El hombre es algo más que la simple supervivencia, es la conciencia de sí mismo y su libertad. Por ello no podemos hacer nuestra la fórmula pacifista "Mejor rojos que muertos'', con ella se despoja al hombre de su deber de luchar por salvar la verdad y se difunde la idea de que el único valor a defender (o la única verdad a defender) es la vida en su estricto sentido biológico: "Ante todo sobrevivir". Con este auténtico desarme de conciencias el hombre queda desnudo frente a cualquier tipo de instrumentalización.
La lucha debe trasladarse al interior del hombre. La raíz de la ausencia de paz es la opresión, el instinto de videncia que está dentro del hombre y en las estructuras de la sociedad. Construir una cultura de paz significa comenzar a combatir ese instinto que se encuentra en cada uno, la construcción de la paz comienza en la propia vida personal y en el conjunto de nuestras relaciones con los demás. Es necesario educarse para la paz aceptando y valorando a los demás, en su diversidad e identidad. EL diálogo no es la mera búsqueda de un compromiso, sino la cooperación en la búsqueda de la verdad. Así, querer la paz hoy significa amar la vida en su autenticidad, esto es, recordar que el hombre es irreductible, que es algo que está más allá de las fuerzas que amenazan este mundo.
A estas exigencias puede corresponder una Europa independiente, unida, decidida a defenderse y, a crear, a proponer, en continuidad con su historia, con todas sus tradiciones culturales, humanas, cristianas. Europa será un lugar de paz y una ocasión para ella si es capaz de redescubrir sus raíces y ve la gran tarea que puede desarrollar en el mundo como difusora de cultura, una Europa civilizada y abierta al mundo, capaz de tolerancia y de diálogo creador.
Hay que recoger el empeño de colaborar actualmente en la creación de un nuevo estilo de vida y de convivencia humana para que la paz sea defendida con justicia, "una paz fundada en la verdad y construida según la justicia y la libertad".
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