Luigi Giussani
A través de la compañía de los creyentes
Encuentro
pp. 194 – 22 €
Hace tiempo, el New York Times lanzaba la nueva palabra “de moda” para explicarnos nuestro estado psicoemocional tras el primer año de pandemia. Era la palabra languishing, algo así como “languidecer”, pero sobre todo un no saber si uno está bien o mal, una apatía generalizada al despertar cada mañana. La palabra precisa en la tradición cristiana sería “acedia”, pereza, flojedad, incapacidad para hacerse responsable.
Sin embargo, cuanto mayor era el impacto de la pregunta que nos hacía don Giussani, «si la existencia termina en el polvo del tiempo que pasa, y lo que construimos no es más que una tumba o una prisión donde acabaremos ahogados (¡y moriremos inútilmente!), o bien el tiempo está preñado de futuro». La misma pregunta que planteaba Julián Carrón en los últimos Ejercicios. Es el tema de fondo del quinto libro de la serie dedicada a las lecciones de los Ejercicios de la Fraternidad, en los años 1994-1996. Porque ese “languidecer” al que parece invitarnos el mundo de hoy en el fondo es como una especie de “muerte dulce”.
El año 1994, para los que estábamos allí, «permanece en el imaginario colectivo italiano como el año del comienzo de la Segunda República», como se lee en la breve introducción. La intuición que vibraba aquellos meses en Giussani era que «el tiempo apremia». No tanto que la historia estuviera llegando a un punto de no retorno (algo que también hemos pensado con la pandemia: cada día llega a un punto de no retorno), sino que se hacía más urgente tomar esa decisión, esa apertura.
Si pienso en mí, cuánto tiempo he pasado durante el confinamiento inmerso en mi ajetreado “languidecer”. Releer ahora, con esa misma urgencia, las cosas que decía Giussani entonces (poder “mirarlo hablar”, podríamos decir) es una gracia («¿Cómo vivir sin la gracia?», dice citando a Camus). Nos planteaba «una cuestión importante, la más importante que se pueda tratar»: si en el tiempo que pasa «hay algo positivo que permanece o no para nosotros».
Si hoy «se puede vivir así» (son los Ejercicios de 1995), es porque no solo se nos ha anunciado una Verdad, sino también un Camino. A través de la compañía de los creyentes se hace creíble la victoria sobre la muerte, incluso en este mundo, donde «existe una hostilidad contra él que no ha habido nunca –¡jamás!–». Si hay algo cada vez más convincente son los testimonios de otras personas a propósito de nuestra propia experiencia. Como una enfermera que describe asombrada su encuentro con una joven en oncología: «Si Cristo ha tenido alguna vez ojos para mí, son los de esta chica». Es el “sí de Pedro” pronunciado por otros, para mí.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón