¡NOTICIAS!¡NOTICIAS!
Los francotiradores del periodismo con frecuencia consideran que cualquier hecho "noticioso" justifica todos los medios empleados para destaparlo a la pública opinión.
No obstante, el auténtico profesional del "mass-media" (los pocos que saben no dejarse dominar por el animal periodístico que llevan dentro) huye de la noticia "caliente" ardiente y sopesan los efectos irreversibles que supone la precipitación de publicar caiga quien caiga.
¡Y una gran primera pagina de hoy puede resultar carente de fundamento mañana!
Hay veces que la realidad se oculta deliberadamente; otras nos llega amputada e inconclusa -y por consiguiente equívoca-. Pero lo gracioso es que, a menudo, hay noticias que nos asaltan hasta 4 ó 5 veces vendidas a diferentes postores: vida y milagros de famosos, bodas de unas, la separación de otra, etc ...
Algunos periodistas ya intuyen que a veces escriben para un no sé cuál oscuro fin. La credibilidad de algunos se pone en duda cuando a veces no son ellos los culpables directos, aunque, por el contrario, el servilismo de otros "profesionales'' llega a ser escandaloso. Pero todos producen noticia: Verdadera información solo unos pocos.
LA AVALANCHA NUESTRA DE CADA DÍA
Cuando un periódico, revista, etc. se declara "independiente", se afirma exclusivamente que no está vinculado a un partido político o a un grupo social concreto, es decir, que no es un órgano de expresión particular. Sin embargo detrás, consciente o inconscientemente, siempre hay una empresa, unos fines, un objetivo.
La información está debidamente reelaborada por las agencias. La noticia política aparece cargada de una ya cuasi impúdica impostación. La prensa del cotilleo con el agresivo glamour de sus flashes vampiriza la vida y la muerte. Y la prensa amarilla del trípode sagrado (sexo, escándalo, sangre) es un revulsivo exasperante que tiene la resonancia suficiente en nuestra sociedad como para mantenerse en candelero sin idea de jubilación.
Frente a tanto subjetivismo noticiero surge la tentación de una prensa objetiva, de una información pura. Tanto los propios periodistas, como los mismos lectores, a veces sueñan con una prensa absolutamente descomprometida de concepciones políticas o económicas y rigurosamente fiel a los meros hechos. Comprendamos de una vez que cada periódico nos manda un mensaje que se deriva de una concepción de la vida y de la sociedad muy concreta.
Y si no traducimos estos mensajes poniendo en marcha nuestra distancia crítica todo será perfectamente creíble: ¡cuando sin embargo tantas veces leemos cosas increíbles!
Y USTED ¿SABE LEER?
Leer la prensa se ha convertido en una actividad de inteligentes. La única defensa del comprador de prensa es saber leer. El lector debe ser ante todo un buen lector. Saber leer prensa significa saber interpretar su mensaje global, su opción concreta; saber quiénes son esas firmas y quiénes están detrás; cuánto hay en él de comercial y cuánto de verdadera comunicación...
La frustración de muchos lectores es el darse cuenta un día de que tanto en España como en el resto del mundo puede permitirse el lujo de informar quien tiene medios económicos para ello y no quien realmente está vocacionado para tal servicio.
Y que la prensa como macrohecho industrial no es ni mucho menos aséptica.
Hoy en día ni siquiera mínimamente aséptica.
Con conciencia o sin conciencia de ello, todos estamos en el juego desde el momento en que el YA, el ABC, CAMBIO o EL PAIS estén en la mesita del salón, y el lector se ve sometido a la tortura china de comulgar con ruedas de molino: "Consumir prensa es de cultos. Comulgar con ella es de imbéciles".
¡TAMPOCO MANIPULE USTED!
Es cierto que los grandes titulares, la colocación dentro de la publicación, las fotografías seleccionadas, los informes extractados polarizan la información para que el lector reciba una impresión u otra. Pero nuestra lectura también puede ser manipulada: una lectura rápida y simplificada recoge normalmente noticias prefabricadas. Hemos de huir de las imágenes estereotipadas, simplificaciones fáciles, tanto para el informador como para los sujetos receptores de información, pero que ahorran el esfuerzo de pensar por cuenta propia. Y ante este entresijo de mecanismos, salvemos la identidad como podamos. Dejemos de ser el lector poco preparado, con cultura de bolsillo y TV, sin ningún espíritu crítico, para quien la noticia impresa y el diario hablado se convierten en poco más que principios de ley eterna.
Normalmente no buscamos en la información escrita sino el afianzamiento en nuestras propias convicciones y lo leemos de forma que dice lo que yo quiero que diga. ¡Y eso si no exige mucho esfuerzo! Porque el no recibir información, el no estar preparado para relacionarse con el mundo exterior, el no consumir noticias... es otra forma sutil de "automanipularse" y cerrarse en nuestro propio entorno: y en España no alcanzamos los índices de consumo de cien periódicos diarios por cada mil habitantes. Y la que se lee se lee mal.
Todo este análisis crítico no es para echarse las manos a la cabeza y gritar ¡muera prensa canallesca! No enfatizamos tanto nuestro lamento. Seamos tan empedernidos lectores de prensa como desconfiados lectores. O, digámoslo con otras palabras, lectores precavidos: ¡da mucha pena tener que tirar tanta noticia al W .C.!
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