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Huellas N., Mayo 1984

ACTUALIDAD

Los kioskos callejeros: el rostro de asfalto de la cultura

Elena Corada

Ya no se vende exclusivamen­te "subliteratura" en el kiosko calle­jero. De eso no cabe la menor duda.
En estos años 80 los viandantes exi­gen que el lugar donde compran la prensa no sea sólo el recinto amura­llado de géneros menores: novelas ro­sas, del oeste o de contraespionaje, sino que han convertido al kioskero en un auténtico profesional; casi, casi un filólogo urbano que esté a la altura de las circunstancias cultu­rales de nuestros días.
El "paperback" o libro de tapas blandas tan tradicional en el mundo editorial anglosajón se puso de moda en España hacia los años 50-60.
Bruguera, Salvat, Plaza y Janés, etc... comprendieron que el fascículo y el libro de bolsillo ten­drían una aceptación considerable en el mercado español cuando el espa­ñolito de a pie comenzara a gozar de cierto desahogo económico.
Probaron suerte con las co­lecciones básicas de literatura (unos 100 libros aproximadamente, que impli­caban 2 años de lanzamiento semanal).
Raul Rispa -delegado de Sal­vat en Madrid- cuenta cómo esta edito­rial en colaboración con Alianza (en lo referente a cesión de derechos y títulos) y con el apoyo de la T.V., editó la primera biblioteca básica de que se tenga memoria.
En cualquiera de nuestras casas seguramente tendremos el primer título de la misma: La tía Tula, de Unamuno, que se colocó en un millón de ejemplares.
El modelo económico desarro­llista de los años 60 -que como sabe­mos intentaba conseguir un crecimien­to elevado del producto nacional- tu­vo su parcela de traducción en libros y en cultura asequible. Esto por la gran gama temática y la humilde y popular maquetación.
Se puede decir que el kios­ko ha sufrido una maravillosa trans­formación elegante y ha contribuido a poner "la cultura de moda" de tal forma que llega con facilidad hasta el ciudadano que jamás quiso ni supo enfrentarse con los clásicos o con las grandes Ciencias.
Surgen numerosas preguntas acerca de este tema, como por ejemplo si actualmente no se corre el peligro de saturar el mercado con cientos de colecciones, hasta el punto de que la oferta sea muy superior a la deman­da. Según las encuestas recientes pa­rece ser que se da el suficiente número de compradores para cada tipo de modelo lanzado al mercado; lo úni­co que ocurre es que cada colección goza de una rentabilidad diferente en función de la mayor o menor acepta­ción que tenga.
Aunque algunos piensan que todo puede estallar de un momento a otro, otros se sienten muy satisfechos de encontrar "El elogio de la locura" o "El Príncipe" de Maquiave­lo a un precio francamente módico.
Otra posible pregunta sería si estas colecciones que gozan del apoyo popular, de hecho perjudican a las ediciones normales de librería.
Los editores no lo creen así, sino todo lo contrario, según un portavoz de Editorial Forum del grupo Planeta "la población española que lee se amplia de manera permanen­te por lo que estas ediciones respon­den a una clara vocación de servicio a quienes desean poseer libros de calidad a precios populares".
Se produce un fenómeno cu­rioso: el de la creación de lecto­res, que a corto plazo acuden a las librerías especializadas para ampliar sus intereses a temas y a autores concretos de los que ya tienen sobra­das referencias. El kiosko es, por tanto, algo más que el chiringuito de nove­las evanescentes o de cajetilla de tabaco.
Gracias a él y a sus profe­sionales la salud cultural del país va en aumento, cosa que muchos nunca soñaron.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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