No hace mucho tiempo que podíamos contemplar, en un conocido programa de televisión, el enfrentamiento que podía producir el tratamiento de un tema tan delicado como es el de la delincuencia juvenil.
Lógicamente, con planteamientos ligeros de "a favor" y "en contra" pocas soluciones claras pueden aparecer, sobre todo porque cada postura cree y afirma tener ''su" razón y "su'' parte de verdad.
El tema, claramente, no es algo que pase desapercibido para nadie tanto en sus consecuencias a la sociedad como a los mismos delincuentes. La situación creada actualmente en España, en cuanto a inseguridad ciudadana se refiere, es una realidad que hay que estudiar muy a fondo y, sobre todo, olvidar todo planteamiento de enfrentamiento de partido y tener un espíritu claro de colaboración y ayuda en este campo de la delincuencia.
Parece ser que para algunos no hay mayor causa de la delincuencia actual que una mala legislación en lo referente al tema y, si bien hay que admitir que este aspecto legal refluye en gran medida, hay que reconocer también una serie de causas graves de la delincuencia juvenil. Pero estas causas, por desgracia, no suelen aparecer en los medios de comunicación porque generalmente afectan tanto a un lado como a otro del panorama político. Por ello puede ser interesante hacer un breve repaso, en estas paginas, de las causas más claras de la delincuencia juvenil y vislumbrar algunas vías de actuación inmediata.
Los estudios del tema suelen hacer innumerables clasificaciones sobre estas causas, pero todos vienen a coincidir en hablar de causas endógenas o propias del individuo y causas exógenas o externas al individuo. Aunque me limitaré a comentar las causas exógenas, previamente quisiera hacer ver cómo antes que unas causas inmediatas hay que observar dos causas inmediatas:
1. El hecho de estar dentro de una sociedad materializada sin valores auténticamente humanos.
2. El hecho también de que el exaltar excesivamente y de manera roussoniana los valores buenos del hombre hace olvidarse de la tendencia al mal que le es natural al hombre.
Tras estas causas, que para mi son las más graves y generadoras de las demás, las causas ya de índole exógena o externa son:
A. La Desocupación.
B. Una inadecuada relación familiar.
C. Malos tratos y abandono.
D. Tráfico de drogas.
E. Inmigración.
F. Barrios insuficientes.
G. Ambivalencia normativa o falta de una clara normativa social.
H. Cambios continuos de vivienda.
I. Exigencias de consumo.
Dando un repaso rápido a estas causas lo que aparece más evidente, no son solamente los aspectos normativos o legales en cuanto a penalización sino más bien aspectos que señalan por dónde una sociedad está enferma:
- Una sociedad apenas sin valores, cuya educación también se encuentra viciada y no sabe aportar valores al hombre.
- Una sociedad con una clara política urbanística que no tiene en cuenta ninguna concepción de lo que es el hombre y lo que necesita para vivir y por tanto se rige por criterios económicos o políticos, olvidándose de la necesidad de zonas verdes, zonas deportivas, viviendas con buena distribución...
- Una sociedad que dice "educar para el ocio" pero que en lo único que se preocupa es en construir cada vez más discotecas en escondidos sótanos donde, con un poco de suerte, podrán gritar y apretarse dentro de un ensordecedor ruido, todas aquellas personas que, tras haber pagado una considerable cantidad de dinero y tras haberse "uniformado" con los cánones de la moda se sientan cada vez más "dueñas de sí mismos".
- Una sociedad que permite el tráfico y consumo de droga cuando está demostrada toda la nocividad de ésta y todas las terribles consecuencias que trae para el individuo que se convierte en adicto.
- Una sociedad donde la solidaridad brilla por su ausencia, donde los intereses de grupo pesan sobre la persona, donde el que "sirve" es el que produce.
Así pues, comprobando las estadísticas de algunos de los centros del Tribunal Tutelar de Menores donde hay chicos desde los 6 hasta los 18 años (chicos que se drogan o se han drogado, que han robado, violado, que han cometido homicidios y cuyas vidas están vacías) y contemplando el bochornoso espectáculo del programa televisivo antes citado sólo cabe echarse a reír o, a llorar, por miedo a que todo se quede en pura demagogia de todos los colores y en ninguna acción de fondo.
En estos centros a los que he hecho alusión ( los antes llamados reformatorios) hay personas dedicadas y entregadas totalmente a vivir, a tratar y a educar a estos chicos y chicas. Son personas que no hablan ni tratan con delincuentes; son personas que... hablan con Juan que apenas sabe leer porque en su casa no le hacían caso; con Eugenio que apenas ve porque sus padres le drogaban para pedir en la calle; con Carlos que robó en un banco... pero que son, ante todo, personas.
Personas que pasan unos años en este ambiente de intento educativo pero que cuando salen a la calle, vuelven a su misma familia, su mismo barrio, sus mismos amigos... y así comienza el círculo a funcionar, con el agravante de que, al pasar los años, estos chicos ya no irán al reformatorio sino a la cárcel.
Por tanto es ahí donde se precisan acciones importantes:
- Buena y verdadera información y educación a las familias más necesitadas.
- Buen planteamiento urbanístico, teniendo en cuenta los valores humanos.
- Proyectos educativos claros que busquen sobre todo la dignidad de la persona y no la acumulación de títulos de las más prestigiosas universidades.
- Campañas para promover verdaderas actividades de ocio y aire libre en aquellos barrios más necesitados.
- Trabajos, incluso desinteresados, para ayudar a los inmigrantes y proporcionarles la información y ayuda que precisen.
Se trata, en definitiva de llevar a cabo, además de una buena y adecuada legislación, una eficaz actuación fundamentada en unos valores que promuevan la dignidad humana por encima de todo materialismo. Una actuación que nos lleve a hablar más que de reformas de delincuentes, de prevención de personas delincuentes, dentro de una sociedad que sea más bien, sociedad o civilización del amor antes que del odio.
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