El fabuloso desarrollo tecnológico que tiene lugar en los países industrializados del planeta durante la última década está transformando nuestra civilización. Los avances logrados en el campo de la microelectrónica han permitido, entre otras cosas, la utilización casera del ordenador. Actualmente, por ejemplo, es posible recoger en un pequeño videodisco el contenido de unas 20.000 páginas impresas. Por otra parte, el desarrollo de la telemática permite construir redes de grandes ordenadores y terminales múltiples unidos mediante líneas telefónicas a los que se podrá acceder desde sencillos equipos caseros. Por ejemplo, un profesor de Filosofía de la Universidad Complutense podrá acceder desde su despacho a los volúmenes pertenecientes a la Biblioteca de la Universidad de Bonn, para completar su tesis.
Ante esta perspectiva, que va siendo realidad, son posibles varias actitudes. Hay quienes se muestran reacios a admitir las innovaciones técnicas y prefieren trabajar como antaño. Otros, como los "seudoecologístas", se asustan ante el panorama que vislumbran y pretenden volver a "comer el pollo con las manos" en su anhelo de libertad. Sus críticas son interesantes pero la propuesta es bastante discutible. Una tercera actitud es la de los que, deslumbrados por los logros técnicos y científicos, se inclinan con reverencia y sumisión, y defienden el empleo indiscriminado del ordenador.
Hay una postura muy diferente a todas estas: la de aquellos que creen que el desarrollo técnico no significa irremediablemente progreso. La técnica, en este caso la informática, facilita el trabajo, lo acelera, lo multiplica. Pero puede ser que se vuelva contra el hombre si la mecanización del trabajo lo suplanta, quitándole toda satisfacción personal y el estimulo a la creatividad y responsabilidad; cuando quita el puesto de trabajo a muchos trabajadores antes ocupados o cuando, mediante la exaltación de la máquina, reduce al hombre a ser su esclavo.
Todos aquellos que utilicen en su trabajo los mas adelantados logros de la técnica como es el caso del ordenador, deber preocuparse por adquirir criterios de valor. Como decía Ortega, deben salir del propio oficio y otear el paisaje de la vida que es siempre total. De lo contrario no son mas que "perfectos bárbaros y se podría hablar tanto de desarrollo tecnológico como de subdesarrollo ético. Si la humanidad está hoy amenazada de muerte -esta potencialmente capacitada para autodestruirse-no es porque carezcamos de conocimientos científicos y tecnológicos, sino porque tendemos a usarlos destructivamente.
Trabajar y progresar es llevar a cabo el mandato bíblico "Someted la tierra". Ahora bien, para hacer posible el dominio del mundo visible, son fundamentales tres criterios: la prioridad de la ética sobre la técnica, la primacía de la persona sobre las cosas y la superioridad del espíritu sobre la materia. Utilicemos la informática para el hombre y no contra él.
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