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Huellas N.2, Marzo 1985

CULTURA

Escuela rural: una asignatura aún pendiente

Juan Antonio Diego Esquivias*

En la escuela se viene tratando como iguales a alumnos muy diferentes entre sí. De hecho, aunque últimamente se insiste en el tema de la educación diferenciada y la pedagogía diferencial, en nuestras escuelas no se lleva a cabo una enseñanza sensible a la diversidad entre los sujetos que a ellas acuden.
Viendo las llamadas escuelas unitarias rurales se puede apreciar cómo toda la legislación está hecha pensando en los grandes colegios de nuestras ciudades y no para tantas y tantas aldeas, cortijos y caseríos que existen en nuestro país. Ni los horarios, el transporte, el curriculum, las APAS, los consejos escolares, los problemas de los maestros... tal como se contemplan en nuestras leyes son válidas para esta infinidad de escuelas rurales. En este artículo pretendo, partir de una experiencia concreta de la escuela rural española para constatar la realidad en cuanto a la escasa atención a esta problemática que ni siquiera aparece en los grandes debates de educación.


EN LA SIERRA DE ALBACETE
He tenido, durante este último vera­no, la oportunidad de convivir du­rante un mes en esta zona de Alba­cete y he podido ir anotando una serie de consideraciones que creo pueden ser ilus­trativas.
En la sierra Sur-Oeste de Albacete limí­trofe con Jaén están situados estos núcleos de población: Yeste (15.000 habitantes) al que pertenecen 11 aldeas; Elche de la Sie­rra, con 18 y Alcaráz con 15 aldeas.
El clima es, en invierno muy frío con nieve y hielo, y en el verano ya sabemos que las temperaturas más altas se alcanzan en Albacete.
Son aldeas de población escasa, disper­sas en pequeños grupos y diseminadas tras largas y serpenteantes carreteras o cami­nos. Su economía es pobre y de subsisten­cia; los productos que producen son para el consumo familiar y las explotaciones aparecen en forma de pequeños terrenos que se van ganando a la montaña (banca­les) a causa de lo cual es muy difícil meca­nizar las labores del campo.

LA ESCUELA
La mayoría de estas aldeas carece de es­cuela puesto que las únicas que existen sue­len ser las escuelas unitarias o concentraciones escolares que distan muchos kilóme­tros de las aldeas, y así niños de hasta 7 y 8 años tienen que tomar un viejo autocar to­dos los días a las 6 de la mañana para po­der acudir a la escuela donde estarán todo el día hasta que por la tarde-noche vuelvan a su aldea y, quizás, tengan que ponerse a ayudar a sus padres en las labores del cam­po.
El problema que se plantea es, pues, la no existencia de escuelas en estas zonas ni locales para ellas y de esta forma los niños quedan en una inferioridad de condiciones absolutas respecto de los otros lugares y, sobre todo, los niños de preescolar parten con una desventaja de 2 años de aprendi­zaje con lo que prácticamente se les conde­na al fracaso escolar (nos encontramos con niños de 8 y 9 años en 1.0 de E.G.B.).
Por otro lado, si nos acercamos a las es­cuelas unitarias veremos cómo son bastan­te precarias, no hay grandes patios (ni si­quiera pequeños) para los recreos, ni pistas de baloncesto... , alguna que otra vieja es­tantería y una gran estufa antigua que lle­na de humo la clase, cuando funciona.

LOS MAESTROS
Hablando con las familias y con los ni­ños es fácil apreciar que se valora la figura del maestro, pero no la de sus maestros. El problema es sencillo de explicar: para ir a aquella zona, de maestro, los traslados son por concursos individuales, se llega a unas aldeas con poquísimas condiciones, con unos niños faltos de motivación ... , y cuan­do se acaba el curso, rápidamente el maes­tro de turno pide el traslado y deja su pla­za a otro maestro que llegará y seguirá la misma rueda.
Consiguientemente los niños no llegan a alcanzar ningún aliciente por estudiar y trabajar en la escuela puesto que cada cur­so no saben qué pasará con ellos al no ha­ber una continuidad en la labor emprendi­da, y prefieren quedarse en el campo o cui­dando sus cabras.

VIVIR SU PROPIA REALIDAD
Con toda esta situación cabe preguntar­se si hacen falta más argumentos para de­mostrar que la educación ha de ser diferen­ciada.
Pero el problema no sólo está en Alba­cete, sino que a lo largo de nuestra geogra­fía se repite esta situación con alguna que otra variante. Lo cual demuestra que el principio de todo ha sido una mala planifi­cación del mapa educativo español. No basta con realizar una serie de concentraciones escolares en cada zona, no basta con publicar unas programaciones para to­das las asignaturas y niveles que deban ser alcanzadas, ni siquiera son suficientes (aunque necesarios) los equipos de educa­ción compensatoria que, desde hace 1 año, trabajan en el medio rural. Se necesita algo más.
Es preciso, primero, tener una concien­cia clara de que la figura del maestro es fundamental y por tanto habrá que elabo­rar soluciones que contemplen la forma­ción de equipos de maestros que fueran a los respectivos destinos no de forma indivi­dual de tal forma que pudieran trabajar durante períodos de tiempo en los cuales se pudiera ir desarrollando un plan de actua­ción continuado.
Por otro lado estos maestros deben ha­cer lo posible por integrarse en la cultura que exista en el medio en el que se encuen­tren y, desde ella, hacerla progresar haciendo ver a los propios destinatarios de esa educación cuáles son las riquezas que tienen ante sí.
El maestro rural necesita un constante apoyo, desde donde debe tenerlo, porque en las aldeas cuentan con él de antemano ya que existe un «olfato» especial para detec­tar a las personas que limpiamente van a colaborar y ayudar en la tarea de educar a los hijos frente a las personas que van car­gadas de demagogias baratas. Por tanto, lo que se precisa es una buena y cuidada preparación del magisterio que ha de ir to­mando conciencia de su papel fundamen­tal en el desarrollo de una sociedad.
Se necesitan proyectos creativos e inno­vadores que contemplen este campo de ac­ción y que pueden ir desde las conocidas experiencias de Escuelas Familiares Agra­rias (de las que se podía hablar en otro mo­mento), hasta Cooperativas de maestros con un claro enfoque de trabajo educativo rural, hasta la promoción de estudios, tesis e investigaciones que aporten material va­lioso para poder avanzar en este terreno.
Pero no se puede ignorar también la ne­cesaria acción política en orden a facilitar materiales, plazas de profesorado, espacios físicos... en definitiva un interés por toda la temática educativa rural que se demues­tre en pasos hacia adelante reales y no demagógicos.

*Estudiante de 5 Curso de Pedagogía

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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