En menos de un mes, cerca de dos millones de inmigrados en Nigeria se han visto obligados a volver a sus países de origen.
Las razones son políticas y económicamente justificadas. Parece que es una medida lógica expulsar de un país superpoblado a dos millones de extranjeros que están en una "situación irregular". Además son los responsables del 50% de los robos a mano armada y de la conflictividad laboral generada por el paro. Si a esto añadimos la caída en picado de la economía y él incremento de conflictos sociales y religiosos:, podría parecernos una medida incluso "ventajosa".
Pero desde la óptica moral cristiana no hay fin que justifique los medios, y esta medida es inmoral y equivocada - según A. Ezeogu, doctor en Teología nigeriano - . Ante este hecho, nos planteamos hasta qué punto son posibles en nuestro mundo los derechos del hombre, y junto con otras muchas voces - también la de Juan Pablo II - , hacemos oír nuestra condena por esta decisión.
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