A raíz de la consagración de Obispos auxiliares en la diócesis de Madrid-Alcalá.
El 11 de mayo asistimos a la consagración de tres nuevos Obispos auxiliares para la Diócesis de Madrid-Alcalá. Este acontecimiento, es un paso más en el desarrollo del principio de Colegialidad, y en la búsqueda de una mejor y más eficaz coordinación de todas las fuerzas diocesanas, en orden a dar una respuesta más realista y ajustada a las necesidades que la Iglesia y el pueblo de Madrid tienen hoy planteadas.
Aunque la autoridad en la Iglesia no puede ser entendida desde una perspectiva democrática, sino únicamente teocrática y cristocrática -ya que la plena potestad no viene otorgada por el pueblo, sino por Dios y por Cristo- sin embargo, su ejercicio puede desarrollarse de forma colegiada.
El Vaticano I había afirmado que el Romano Pontífice poseía sobre la Iglesia un poder pleno y universal. Ha correspondido al Vaticano II poner en evidencia que el Colegio de Obispos, unido al Papa, posee el mismo poder. El Vaticano II ha redescubierto y afirmado solemnemente el carácter colegial de la autoridad jerárquica en la Iglesia.
Situado en esta línea, el Code en el can. 330 establece con palabras de la Constitución dogmática «Lumen Gentium» n.22 el principio constitucional fundamental de derecho divino de la Colegialidad, afirmando: «Así como por disposición del Señor, S. Pedro y los demás Apóstoles forman un sólo Colegio apostólico, de manera semejante el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos, sucesores de los apóstoles, están unidos entre sí».
Así, pues, tenemos que la colegialidad episcopal coloca al Obispo dentro de dos líneas pastorales, la que lo hace colegialmente pastor de la unidad católica de todas las iglesias y la que lo hace pastor de una iglesia particular.
Ahora bien, ¿cuál es la función del Obispo en la Iglesia particular (en la Diócesis)? Para responder a este pregunta recurrimos a la Constitución dogmática «L.G.» que en n.20, afirma: «Los Obispos, pues, recibieron el ministerio de la comunidad con sus colaboradores los presbíteros y diáconos, presidiendo en nombre de Dios la grey, de la que son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado, y ministros de gobierno».
El Obispo debe ser, por tanto, maestro de doctrina, sacerdote del culto sagrado y ministro de gobierno; funciones que debe ejercer fundamentalmente dentro de su diócesis, siendo ésta la porción del pueblo de Dios presidida por un Obispo, en la cual se manifiesta y se realiza la Iglesia universal.
La Diócesis como toda Iglesia particular, no es una parte de la Iglesia universal, sino que ésta se manifiesta, se presenta y se realiza en cada comunidad local. La Iglesia universal aparece en cada comunidad, pero no se agota en ninguna de ellas. Las Iglesias particulares no son fundamento de la Iglesia universal, sino todo lo contrario. La Iglesia particular o Diócesis es una manifestación, una forma de realizarse la Iglesia universal. La existencia de Iglesias particulares o de Diócesis es un elemento esencial de la constitución de la Iglesia, pues el Obispo es sucesor de los Apóstoles y como tal ha recibido un encargo divino y posee todas las facultades necesarias para el ejercicio de su ministerio episcopal.
El Obispo cuenta, para llevar acabo el ejercicio de su ministerio episcopal, con la ayuda de diversos organismos, como son: el Sínodo diocesano, la Curia diocesana, el Consejo presbiteral, el Colegio de consultores, el Cabildo cedral, y el Consejo pastoral. Todos estos organismos que tienen su aspecto administrativo y judicial deben estar al servicio de la acción pastoral, sin olvidar que dichos organismos responden, también, a principios teológicos que emanan de los sacramentos del Bautismos y del Orden.
Debido a su condición episcopal, los Obispos auxiliares tienen un papel singular en el gobierno de la Diócesis (colegialidad). Los Obispos auxiliares son los obispos dados a los obispos diocesanos cuando no pueden atender éstos por si solos debidamente el gobierno de la diócesis.
Dada su condición episcopal, y, como tales, de miembros del Colegio episcopal, se modifica su estructura, su fin, su competencia, su autoridad, de manera que aparezca la plena responsabilidad de los mismos en el regimen pastoral de la diócesis junto con la unidad y coordinación con el Obispo diocesano. Esta coordinación con el Obispo diocesano y de los obispos auxiliares entre sí, implica consultarse mutuamente en las cosas de mayor importancia, como pueden ser causas de carácter pastoral, coordinación que es necesaria para el buen funcionamiento de la Diócesis, coordinación que se reforzada por el hecho de que los Obispos auxiliares han sido llamados a participar de la solicitud del Obispo diocesano debiendo ejercer sus funciones, de tal modo, que procedan con él de mutuo acuerdo en el obrar y en el ánimo.
Después de estas breves pinceladas sobre la Colegialidad, la Diócesis y los Obispos, y dado que en la diócesis de Madrid-Alcalá han sido consagrados tres nuevos Obispos auxiliares, quisiéramos, desde «Nueva Tierra», hacer llegar nuestra más cordial felicitación a los nuevos obispos, así como animarlos a emprender con fe, esperanza y caridad su servicio a la Iglesia en el puesto que el Espíritu les ha encomendado en este momento de la historia; momento que se presente para la Iglesia, y en particular para la iglesia de Madrid-Alcalá (que cumple este año el centenario de su fundación) lleno de perspectivas, ilusiones y esperanzas.
Queremos también, ofrecer nuestra plegaria para que la vida de los nuevos obispos se desarrolle conforma a su ministerio, para que sus vidas sean un servicio al pueblo de Dios; servicio que según 1 Tim. consiste en que el dirigente sea: conciliador, intachable y ejemplo para los fieles en la palabra, en la conducta, en la caridad, en la fe y en la castidad. En definitiva para que sigan progresando en la identificación con Cristo.
Además de nuestra plegaria, «NUEVA TIERRA», es decir, todos los que vibramos con este proyecto, todos los que buscamos dar respuesta a los problemas que acucian al hombre de hoy, desde nuestro encuentro con Cristo en su Iglesia; todos los que nos encontramos en torno a un mismo ideal y por el cual estamos dispuestos a seguir «desgastándonos»; todos nosotros quisiéramos ofrecer nuestra humilde colaboración, a los nuevos obispos auxiliares, en la edificación de la Iglesia, Iglesia que para nosotros se hace presente, ahora, en la diócesis de Madrid-Alcalá.
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