Debido a unos recientes sucesos (la expulsión de unos sacerdotes extranjeros de Chile) se ha desatado en la prensa internacional una ola de informes y críticas hacia este país. Cada cual (prensa, radio, televisión) apoyando su ideología o sus intereses. Y acciones sociales, hechos de política interna, o directrices específicas dentro de un contexto, eran manipuladas y usadas en beneficio propio. Y así hemos recibido -como suele pasar en países autocráticos- las más contradictorias versiones sobre un mismo tema. Pero politizar una realidad no contribuye mucho a resolver las dificultades crecientes que se presentan. Y pudiera ser, que por llenarnos de juicios superficiales, estemos contribuyendo a que se produzca una catástrofe social, política, económica o simplemente humana de la que los propios hombres a los que se pretende salvar sean las primeras víctimas.
De todas formas hay hechos innegables y objetivos. Uno de éstos es el descontento de los chilenos.
Ahí están las jornadas de protesta nacional (todos los días 11 de cada mes), las huelgas (que no están autorizadas), los ayunos, atrasos masivos, el trabajo lento, etc... típicas acciones obreras contra una situación que no consideran justa. Las sentadas de los estudiantes de Derecho y de los propios abogados en el edificio de la Corte suprema (descontento de otra clase social, más propia de países europeos)... y otras acciones de protesta típicamente "autóctonas", como son las célebres "viandazas" (acciones concertadas para no ir a comer a los comedores de empresa) o las "cacerolas vacías" (que hacen sonar todas la mujeres a la vez, con un objetivo común) que no son sino la expresión diaria de un malestar general.
No tenemos aquí sitio ni tiempo para hacer un análisis exhaustivo de las causas de este descontento, pero si podemos resumirlos, sin perder por ello exactitud, en dos concretos: por una parte las aspiraciones sociales y afán de libertad (entendida por cada grupo a su manera) y por otra la estructura socioeconómica que, dentro de la crisis hispanoamericana, no parece tener un futuro próspero. Y en este sentido no se habla ya solo de bancarrota, o de deuda exterior, sino que el pueblo comienza a padecer ese estado de necesidad que tan buen caldo de cultivo para acciones violentas es. Grupos políticos, asociaciones internacionales, partidos de solidaridad... todos parecen denunciar situaciones injustas o hechos execrables.
De todas maneras el peligro de la manipulación del propio beneficio ya está apuntado y no hemos de perderlo de vista. Y aquí es donde aparece un sector social, con gran influencia en el pueblo y en relación con el poder, que libre de objetivos oscuros o afanes personalistas, también ha hecho oír su voz: la Iglesia chilena. Y la iglesia chilena no sólo denuncia, sino que alienta. Y a la vez sufre. Pero sus objetivos son los que Juan Pablo II está llevando por el mundo. Y por eso critica lo criticable y es "voz de aquellos que no tienen voz". Pero sin complejos. A pesar de que al exterior la palabra de los obispos puede aparecer también manipulada o, al menos, sacada de contexto. De todas formas ellos son claros, y en una reciente carta pastoral escrita por los obispos chilenos leíamos: " ... Junto a los heridos que tradicionalmente ha atendido la Iglesia, aparecieron ahora otros heridos producto de un modelo económico inhumano que ocasionó grandes tasas de paro, especialmente entre los pobres, provocando angustias y graves heridas en sus hogares a la vez que concentraba la riqueza en manos de unos pocos... "
Naturalmente, este inconformismo es rechazado por la clase dirigente. Y las tan dificultosas relaciones Iglesia-Estado en todos los países del mundo, toman en Chile un especial tono: de crispación. Y se suceden hechos como la expulsión de los sacerdotes o la negativa dada al Cardenal Silva Manríquez, gran canciller de la Universidad Católica de Chile, de aparecer en un espacio del canal de TV de esta casa de estudios superiores para tomar posición frente a éstos y otros hechos.
La próxima designación de 3 nuevos obispos para las tres diócesis más populosas del país es tema que igualmente enfrenta Iglesia-Estado.
De todas formas no pretendemos indicar criterios ni dogmatizar, sólo informar y saber recibir esa información. Chile es una iglesia más en este mundo. Con unas características propias y algunos detalles que, quizá, hemos esbozado insuficientemente. Pero desde esta sección de Iglesia queremos hacernos eco de las vicisitudes de unas iglesias locales, que no gozan de una situación de libertad exterior reconocida. Y pedimos tu oración. Por la Iglesia en el
mundo y por la Iglesia de Chile.
GANDHI: cuando leo el Evangelio me siento cristiano; pero cuando veo a los cristianos hacer la guerra, oprimir a los pueblos colonizados, enriquecerse, beber alcohol y fumar opio, me doy cuenta de que ellos no viven según el Evangelio. El Sermón de la Montaña me ha reconciliado con el cristianismo.
NAPOLEÓN: sólo se puede gobernar bien a un pueblo cuando son tantas las leyes que nadie está seguro de no ser ahorcado. La mejor política es hacer creer a los hombres que son libres.
SAN JERONIMO: Por imbécil que sea un autor siempre encontrará un lector que se le parezca.
CLARASO: El cuerpo, si se le trata bien, puede durar toda la vida.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón