EMILIO MASPERO es un militante obrero de origen argentino, casado con una hija de españoles emigrados a Venezuela. Ha sido miembro del Comité Ejecutivo de la CLATC (Confederación Latinoamericana de Trabajadores Cristianos), convertida en CLAT (Confederación Latinoamericana de Trabajadores) desde 1968, pasando a ser su Secretario General. Es también miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Mundial del Trabajo (antigua Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos, fundada en 1920)
¿Qué es La CLAT? Haznos una breve historia de este Sindicato.
La CLAT (Confederación Latino Americana de Trabajadores) nace en 1954 con un grupo de hombres de formación cristiana, y ha permanecido coherente hasta nuestros días a esta inspiración inicial. Ha trabajado desde el comienzo con los campesinos y sectores más desvalidos de la clase trabajadora industrial y urbana. Eso marca a la CLAT y le da una característica propia. Hoy la CLAT es una realidad a lo largo de toda América Latina, continente de enorme variedad política y nacional. Tiene 9 millones de trabajadores afiliados. En el conjunto de Latinoamérica es una fuerza obrera, sindical, campesina, social que ni EE.UU. ni los comunistas pueden igualar. Por el contrario, hoy, en algunos países, los socialdemócratas (pro-norteamericanos) y los comunistas se alían para derrotar a la CLAT porque han visto que ésta no es una utopía.
En América Latina la CLAT ha implantado un sindicalismo distinto del que venían propiciando los socialdemócratas apoyados por los EE.UU. por un lado, y los comunistas por otro.
Aunque la inspiración de la CLAT es cristiana, de ninguna forma esto se manifiesta en sus siglas, puesto que un movimiento sindical debe aspirar a representar a toda la clase trabajadora. La CLAT es hoy una central abierta que asume la defensa del trabajador como trabajador.
Nosotros tenemos nuestra declaración de principios, nuestros programas, formamos a los cuadros sindicales dentro de una determinada orientación que sigue siendo en lo fundamental los valores del pensamiento social cristiano. Nuestra formación es fruto de la confluencia de los valores cristianos enriquecidos y profundizados por 30 años de lucha de los trabajadores.
La CLAT tiene una composición bastante pluralista, no en sus planteamientos fundamentales pero sí en las circunstancias concretas de cada país. Hoy la CLAT es un sindicato consolidado y reconocido como fuerza obrera americana, con perspectivas de ir creciendo y desarrollándose cada vez más.
¿Qué perspectivas de futuro hay para la ciase obrera y en general para la sociedad Latinoamericana?
Posiblemente la década de los 80 sea para hispanoamérica una de las más complicadas, violentas y de confrontación muy radical. Lo que está pasando ahora en América Central no es casual, sino que es la expresión de una confrontación de fondo que se está dando en toda América Latina.
La CLAT entra en confrontación con otras posibilidades de organizar la sociedad latinoamericana. Por un lado claramente hay una concepción totalitaria que tiene dos variantes: una por el lado de la extrema derecha que se inspira en la "doctrina de la seguridad nacional" (Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay... ) y otra por el lado del totalitarismo marxista-leninista (Cuba, Nicaragua... ).
La variante laxista, en la práctica, valoriza la Nación y el Estado fundamentalmente, como únicas realidades políticas y las Fuerzas Armadas como el único factor histórico capaz de garantizar la seguridad del Estado. El pueblo como realidad política no existe, no se tiene en cuenta. En este esquema político, no sólo se elimina la sociedad civil de un plumazo, sino que se generalizan todos los sistemas de persecución, de tortura...
Esto no es una teoría, es una realidad que está encarnada en regímenes concretos, en los cuales la clase trabajadora está pagando un precio muy duro: intervención de los sindicatos, abolición de los derechos y libertades sindicales, una economía super liberal, las condiciones de trabajo se han degradado como nunca. Yo diría que en estos regímenes las condiciones de la clase trabajadora son las peores que ha conocido. La otra opción totalitaria, menos masiva por el momento, es la marxista-leninista que con el triunfo de la revolución en Nicaragua ha vuelto a reactualizar la confrontación con la primera concepción que hemos visto. Sin embargo, el régimen cubano lleva 20 años y ya podemos hacer un juicio sobre él...
Hoy parece que únicamente estas dos opciones son viables en América Latina.
¿No queda lugar para otra salida que no sea totalitaria?
Pienso que hay otra posibilidad de concepción democrática con sus múltiples variantes y matices. Sería la opción de las fuerzas políticas, sociales e intelectuales que aspiran a una organización democrática, plural, ciertamente progresista y con capacidad de introducir un proceso dinámico de justicia social.
Esta confrontación hoy alcanza ribetes violentos en América Central, como por ejemplo la pugna entre los sectores democráticos y marxista-leninista del sandinismo en Nicaragua. Por su parte la CLAT en Nicaragua es la única fuerza sindical histórica de lucha contra el somozismo y tiene en su haber cientos de muertos. Pero la CLAT quiere que sea el pueblo mismo el que elija su forma de organización social y por eso sus dirigentes se han enfrentado al régimen actual nicaragüense, teniéndose que refugiar en Costa Rica porque eran buscados para ser asesinados. La actitud de los hombres de la CLAT es no aceptar que si hemos salido de una dictadura, entremos en otra nueva dictadura.
Como ya he dicho, lo que se está debatiendo en el fondo son concepciones fundamentales para ordenar la sociedad americana. ¿La vamos a ordenar con un criterio totalitario de derechas o marxista-leninista? o ¿la vamos a ordenar dentro de un cauce democrático, con los cambios profundos que hacen falta, pero con un respeto serio, sólido a los derechos humanos, a las libertades, a los derechos de los trabajadores, abriendo un cauce verdadero a la participación de la gente? Porque el pueblo quiere participar; la reivindicación fundamental del pueblo americano hoy es participar, y esa es una reivindicación profundamente revolucionaria.
¿Cómo se vive dentro del movimiento sindical esta diferencia de opciones, totalitarias y democráticas?
En el caso de América Central la CLAT yo diría que es la única central que está en pie confrontándose con los marxista-leninistas y los socialdemócratas (pro-norteamericanos). Por ejemplo en Nicaragua los socialdemócratas han desaparecido (porque apoyaron hasta el último momento a Somoza) y la CLAT se ha quedado sola en la confrontación con los marxista-leninistas.
El único punto de referencia que tienen los trabajadores en América Latina de un movimiento sindical democrático, autónomo, independiente, con respuestas y planteamientos claros es la CLAT. La otra opción es la marxista-leninista. Esto hace que la confrontación en que nos encontramos sea violentísima, y esto nos cuesta muchas vidas (hemos perdido ya en El Salvador 1.500 hombres y mujeres y en Guatemala ya vamos por los 750).
Lo que se está impulsando en esta parte de América Latina es la violencia como único camino y quien apunta a la violencia son los esquemas totalitarios. Nosotros aspiramos a soluciones políticas y democráticas. Eso nos va a costar en el futuro cada vez más vidas. Pero yo quisiera decirte que nuestra gente más allá de todo esto tiene mística y mucho coraje, porque a pesar de todo sigue trabajando, sigue confrontando y actuando, organizándose, tomando posiciones y esto para la CLAT es una prueba fuerte, definitiva. Si nosotros logramos superar esta situación, seremos en toda la región centroamericana la primera fuerza sindical. Pero hay que pagar un precio, y hay que dar un testimonio que no es fácil. A veces es más fácil ceder al camino de la violencia.
Mantener los principios, los valores, la política, la estrategia, porque tenemos confianza en que por este camino vamos a prevalecer. Esto hay que tomarlo como un testimonio de hombres y mujeres cristianos que están en esta pelea; una pelea social difícil en la que la CLAT está con mucho heroísmo, con mucha mística y con mucha confianza en los valores y principios que se están defendiendo.
La CLAT es independiente y autónoma, pero ¿respecto de qué?
Frente al gobierno, a los partidos políticos, a los patronos y al Estado. Autonomía e independencia no significan neutralidad. Nosotros no somos neutrales: frente a los comunistas somos democráticos y también frente a los fascistas defendemos la democracia que es un valor pero no un valor partidista. Es un valor universal que la clase trabajadora asume porque cree que dentro de la democracia se pueden resolver sus problemas mejor que en una dictadura.
Además de otros valores que defendemos como los Derechos Humanos, la participación del pueblo, formas de organización económica (somos partidarios de la autogestión). Pero eso no quiere decir que tengamos que depender de un partido, del Estado, del gobierno, porque la clase trabajadora tiene su propia personalidad y su propia identidad.
¿Cuáles son las fuentes de donde se nutre la formación de los cuadros de la CLAT?
De la doctrina social cristiana, de la filosofía social cristiana. Porque hay una filosofía social cristiana, que se nutre por un lado de las enseñanzas sociales de la Iglesia y por otro lado de muchas aportaciones del pensamiento cristiano en general. Ese es el punto de referencia central. Para eso tú no tienes necesidad de ser confesional, porque fíjate que nosotros en América Latina tenemos sindicatos en zonas donde abundan los musulmanes (las Guayanas). Nosotros somos un movimiento sindical, no clerical, ni eclesiástico o confesional. El sindicato tiene que ser una institución abierta a todos los trabajadores; eso sí, con una orientación clara de dónde quiere llegar, que es lo que la diferencia de otros sindicatos.
Pero cuando tiene ese compañero musulmán, por ejemplo, y tú le explicas todo esto, los valores y principios los acepta porque son valores del propio hombre, capaces de interpretarlo tal como es, no importa cuál sea su religión.
Cuando un trabajador viene a nosotros sabe que somos cristianos, católicos y no ocultamos que los valores y principios que nos inspiran en la lucha social son inspirados en el pensamiento cristiano.
¿No hay peligro de una penetración marxista como ha ocurrido en otras experiencias españolas que comenzaron con esta misma inspiración?
Es un problema muy serio, y es bueno que lo hayas planteado. Es un problema de fondo que nosotros no hemos esquivado.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el marxismo en América Latina tiene una praxis leninista. Esto es muy claro. Lo que ocurre es que las fuerzas democráticas, y los cristianos hemos descuidado en el continente todo el campo sociocultural: familia, escuela, medios de comunicación social, literatura, arte, folklore, teatro, cine, música. El campo sociocultural ha venido siendo privilegio y predominio de los marxistas-leninistas, que saben la importancia que esto tiene. Los marxistas han creado en toda América, incluida la Iglesia, una cultura paralela a la tradicional, una cultura muy difusa pero finalmente muy efectiva y contaminante: cierto marxismo diluido que se ha metido por todas partes (partidos, universidades, iglesias... ). Ustedes saben que es en América Latina donde nace el movimiento de "Cristianos para el Socialismo".
Para evitar la infiltración marxista es fundamental la formación y organización de cuadros. Esto es una lucha de todos los días; no hay ninguna receta mágica: la lucha por mantener la propia identidad.
Se trata de no tener ningún complejo de inferioridad; porque lo que yo he visto muchas veces en Europa es que tiene la gente como vergüenza de decir que soy cristiano, o de defender sus propios principios y su planteamiento. Una especie de complejo de inferioridad frente a los comunistas. La CLAT no tiene ningún complejo de inferioridad: donde quieran pelearnos, al nivel que quieran pelearnos, el tema que quieran discutir lo discutimos, y si ellos tienen respuesta, nosotros también la tenemos.
Pero ¿en qué se manifiesta la identidad de La CLAT?
Si algo es cristiano por excelencia es la solidaridad. La solidaridad es el nombre del amor cristiano en la vida social. En este sentido la CLAT es la que más ejercita la solidaridad en América Latina. La solidaridad nuestra no tiene fronteras: es un comunista, le ayudamos; es un trostkista, lo ayudamos. Si es trabajador lo ayudamos. Entonces los trabajadores dicen: "Ah, pero este es un sindicato distinto, porque realmente se preocupa por los trabajadores".
El ejercicio de la virtud de la solidaridad, eso gana a los trabajadores y marca una neta diferencia entre los sindicatos.
¿Cuáles son las relaciones de la Iglesia americana con la CLAT?
La relación CLAT-Iglesia no se puede definir de una sola pincelada. Habría que analizar la realidad de esa relación en cada uno de los países. Y ésta es muy variada. Depende de cómo se ha ido desarrollando el propio movimiento sindical y de cómo ha ido evolucionando también la propia Iglesia.
Por ejemplo en el caso de Chile y de Brasil, no todos sino el promedio de los obispos son abiertos, son progresistas, defienden los derechos humanos, defienden los derechos de los trabajadores; frente a la dictadura, en la práctica se han convertido en los únicos portavoces de los derechos de los trabajadores y del ser humano. Ahí las relaciones son más fáciles nos encontramos en la práctica defendiendo los mismos valores y los mismos principios. Las relaciones son muy buenas y de hecho convergemos en acciones comunes, cada uno desde su especificidad.
Hay otros países como Colombia donde ha ido cuesta arriba, porque una parte importante de la Iglesia está como en la Edad Media. Exagero un poco, pero no es mucha exageración. Allí, cuando la CLAT empezó a funcionar, los obispos sacaron incluso cartas pastorales contra nosotros, diciendo que éramos elementos subversivos, que veníamos a organizar a los trabajadores con ideas raras. Claro, tuvimos muchos encontronazos con la Iglesia en Colombia al comienzo. Hoy las relaciones son mucho mejores.
A nivel general, la CLAT hoy tiene una clara política de acercamiento y colaboración con la iglesia, sobre todo en el campo de la promoción humana.
La Iglesia tiene la labor específica de la evangelización donde el sindicato no puede suplantar a la Iglesia, pero en el campo de la acción social sí podemos trabajar juntos cada uno desde su propia naturaleza, porque ahí convergemos en el mismo beneficiario que es el obrero, el campesino, la gente pobre.
Nosotros ya hemos realizado dos coloquios a nivel latinoamericano, que son únicos: juntar 15, 20, 25 obispos de América Latina con 15, 20 dirigentes sindicales y obligarles a convivir durante una semana y a discutir en un mismo plano de igualdad los problemas que le interesan a los trabajadores y a la Iglesia, todo eso lo ha logrado la CLAT, porque es iniciativa suya.
Por ejemplo, esta experiencia la hicimos antes y después de Puebla, para elaborar los documentos y ver las posibilidades de aplicación de ellos y no quedaron en papel mojado. Este año tenemos otro coloquio para discutir con los obispos la aplicación en América Latina de la "Laborem Exercens" del Papa, que es una Encíclica que ha caído muy bien, pero que muy bien, entre todos los trabajadores en América Latina. Nos interesa saber qué vamos a hacer desde el punto de vista sindical y qué va a hacer la Iglesia para aplicar concretamente la Encíclica.
Por esto, cada vez nuestras relaciones son mejores. Además estamos convencidos que la Iglesia es un factor fundamental en América Latina, pues más allá de su significación espiritual, religiosa, evangelizadora, la Iglesia tiene peso en la vida civil, y lo importante es que nos movamos tanto la Iglesia con su peso e influencia y el movimiento obrero con su peso e influencia, para defender los mismos valores, principios y modelo de sociedad.
¿Qué ha significado para el movimiento obrero americano el hecho de Polonia?
El hecho de Polonia tiene el apoyo total de la clase trabajadora americana. Lo que pasa es que el caso de Polonia se presta a toda clase de manipulaciones y cada uno trata de interpretarlo a su manera. La CLAT tiene definida ya una política y un programa de actividades para presentar el caso de Polonia en América Latina en su verdadera dimensión y significado original.
Los comunistas prosoviéticos (tengamos en cuenta que el comunismo latino es descaradamente, cínicamente, prosoviético) en la práctica son verdaderos agentes de la URSS. Por eso, los comunistas han defendido en América Latina con toda clase de argumentos el golpe de Jaruzelsky, inclusive pidiendo que entraran los rusos.
Los socialdemócratas en la línea política y sindical han guardado un silencio bastante vergonzoso y criminal, y lo han guardado porque entonces se les caían sus posiciones en Nicaragua y El Salvador.
Hay lugares donde la patronal utiliza el caso de Polonia en el sentido de decir: "¿ven?, ¡qué malo es el comunismo!; ¿ven qué bueno es el capitalismo?", para reforzar su propia posición capitalista, y eso es también un peligro porque no tiene nada que ver con lo que está pasando en Polonia.
Los americanos, y sobre todo la Administración Reagan, también lo han utilizado, pero ¿cómo tú piensas que los trabajadores en América Latina pueden creerse que Reagan de repente se haya convertido en un entusiasta defensor y protector de los derechos y libertades de los trabajadores, cuando dentro de su propio país está atropellando al propio movimiento obrero americano y le importa tres pepinos lo que pasa en América Latina? y claro esto sirve a los rusos para hacernos creer que lo que ocurre en Polonia es una penetración de los americanos.
En este panorama la CLAT se ha convertido en el portavoz, el informante de lo que pasa realmente en Polonia a través de Solidarnosc. Para eso vamos a hacer un coloquio internacional en Caracas , donde vamos a invitar a compañeros de Solidarnosc, de aquí de Europa y de América Latina, sindicalistas, gente de Iglesia, porque queremos discutir y ver qué lecciones tiene para América Latina lo que está ocurriendo en Polonia.
Este caso va a ayudar a poner en claro las posturas sindicales o políticas en América Latina. Nosotros invitamos a compañeros de Solidarnosc a que visitaran los países de América Latina y los comandantes prosoviéticos dijeron que ni muertos entraba esa gente. Eso es normal, porque en Nicaragua la lucha que mantiene la CLAT con los comandantes es similar a la que mantiene Solidarnosc con Jaruzelsky. Queremos mantener vivo en América Latina este proceso de Polonia, no sólo a nivel de simpatía sino de acción concreta.
Tocaste antes la teología de la liberación: ¿no ha favorecido ésta, o ha sido camino al menos que ha llevado a muchos al "otro bando"?
Bueno, cuando uno habla de la teología de la liberación, hay que distinguir dentro de la Iglesia y del mismo movimiento obrero dos maneras de aproximarse a este problema. Dentro de la teología de la liberación hay toda una tendencia que ha terminado ideologizando la teología, comenzó adoptando el marxismo como método de análisis de la realidad social, pero por la vía de este primer paso han ido asumiendo las premisas ideológicas y filosóficas del marxismo. De hecho hay toda una tendencia de teología de la liberación de que para leerla es preciso hacerlo en clave marxista y en algunos aspectos hasta leninista. Esto es una desviación ciertamente. Cuando la teología se convierte en ideología se vacía de todo su contenido.
Pero no todo lo que puede llamarse teología de la liberación está en esta tendencia. Hay otros sectores dentro de la iglesia que no se sienten desvinculados del tema principal de América Latina que se centra en la palabra "liberación" , y que para apoyar esto, pretenden mantener una lectura religiosa, evangélica, actualizada y yo diría, "encarnada", de la teología, sin reducirla a pura ideología. En esta línea está gente como Helder Cámara y buena parte de los obispos de Brasil. En general todo los obispos que se reúnen con la CLAT están en esta línea.
La Iglesia no tiene por qué perder la identidad para vincularse y animar a los cristianos a la lucha social y política.
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