Con ocasión del debate entorno al aborto, queremos manifestar con nuestra palabra y presencia, el apoyo a la vida no nacida, cuyo valor se pone en entredicho en nuestra sociedad.
No se trata de un problema aislado, sino que manifiesta abiertamente una batalla cultural, una confrontación de mentalidades, dos formas de entender al hombre y la sociedad.
Pero ¿cuál es el problema humano que se pone en juego en el aborto? ¿qué es lo que lleva a una madre a eliminar al hijo concebido en su seno? Los móviles pueden ser los más diversos, pero todos se reducen a una causa decisiva última: la incapacidad para aceptar y dar sentido al sufrimiento que el hijo le va a procurar.
La civilización del consumo esconde la realidad del sufrimiento en la vida. La negación del sufrimiento y la imposibilidad de asumirlo es propio de una cultura materialista; este tipo de cultura está al fondo de la civilización moderna y constituye la esencia del espíritu burgués.
El Estado moderno aun cuando intente aislar el tema del aborto de la línea de auténtica defensa de los derechos humanos, entra en contradicción con éstos y con su deber de fomentar una sociedad más digna para aquellos a los que ha de proteger. Esta postura incoherente se puede mantener presentando el aborto como una opción propia de una sociedad pluralista. Pero el hombre no es más libre por poder optar entre la vida y la muerte; la verdadera libertad está en acoger y promover siempre la vida.
Por esto creemos que la liberalización del aborto y concretamente la despenalización que se quiere llevar a cabo en España, supone el avance de una cultura individualista, una cultura de la insolidaridad, la desesperación y la violencia sociedad que no sabe proporcionar a una madre en serias dificultades otra salida que la del aborto, es una sociedad enferma. Matar no es nunca una solución. Nosotros queremos una sociedad sin aborto y para ello hay que comenzar por recuperar para la sexualidad la dimensión de la donación, y rechazar las propuestas de liberación sexual insolidaria que es fuente de engaño, comercialización, explotación y frustración. Luchar contra las causas socio-economicas que puedan empujar a una madre al aborto (injusticias, condiciones infrahumanas de vida, prejuicios... ) y crear las condiciones sociales necesarias para acoger toda vida humana.
Proponemos una civilización para la vida que comience por la afirmación del valor del no nacido, de los débiles, los indefensos, los marginados, los oprimidos. Nuestra alternativa es una cultura para el hombre, al servicio de la persona: una cultura de la solidaridad y la cooperación.
La lucha contra el aborto no es un "asunto de los católicos" sino de toda persona empeñada en construir un mundo más humano. Pero nosotros podemos hacer este juicio y dar este testimonio a partir del encuentro que hemos tenido y que ha cambiado nuestro corazón. Estamos realizando una experiencia de Iglesia que nos permite juzgar la realidad de un modo distinto. Porque nuestra fe genera una cultura nueva para el hombre y nosotros queremos ser presencia de esta novedad en nuestra sociedad.
Creemos que son posibles muchos caminos para que, juntos, podamos construir una nueva tierra donde sea posible la justicia y la afirmación plena de la persona humana.
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