1. EL RELOJ DEL PROGRESO
Cuando el poeta judío Moritz Wintschewski fue a América el año 1894, pronunció las siguientes palabras de salutación:
- ¡Hermanos y hermanas! - Esto no marcha. El reloj del progreso se ha parado...
A la mañana siguiente un judío llamó a la puerta de Wintschewski, entró y le dijo:
Señor, ayer escuché sus preciosas palabras. No lo comprendí todo, pero una cosa sí me quedó clara: está Vd. preocupado con su reloj. Permitidme decirle que yo soy relojero de oficio y puedo arreglárselo. Esté Vd. tranquilo: conmigo marchará de maravilla.
2. LOS VEINTE MARCOS
El poeta, ensayista y traductor judío David Frischmann era un bromista muy célebre. En cierta ocasión mantenía una conversación con su editor de Berlín y sus labios dibujaban una sonrisa irónica.
El editor le indicó:
- Daría veinte marcos por saber en qué está pensando Vd. en este momento...
- En lo que yo pienso, respondió el poeta, no vale veinte marcos.
- Pues ¿en qué piensa?
- ¡En Ud!
3. ALGUNOS REFRANES JUDIOS
- Un libro sin prólogo es como un cuerpo sin alma.
- A tres clases de hombres aborrece Dios:
a un timador rico,
a un pobre orgulloso y
a un viejo verde.
- Un pobre maneja generosamente la bolsa ajena.
- La ira es mala consejera.
- Cuando un sabio monta en cólera pierde su sabiduría.
- Un arrebato de cólera es tan pernicioso como la idolatría.
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