En la alocución del ángelus dominical, Juan Pablo II dedicó una mención a la Iglesia de Hungría, a cuyos Obispos ha recibido en visita "ad limina" a lo largo del año. Definió el Papa tal Iglesia como rica en milenaria historia cristiana, que desde lo albores de su era nacional, con los reyes S. Esteban y S. Ladislao y con el santo Obispo Gerardo, rindieron servicios de indefectible apego a la Cátedra de Pedro.
"La Iglesia en Hungría, igual que en otras naciones de Oriente y Occidente se enfrenta -dijo el Papa-a un cambio social acompañado de los fenómenos de secularización e indiferencia religiosa".
El Papa encomendó a la oración de todos los cristianos las siguientes intenciones de la Iglesia en Hungría: la catequesis de los jóvenes, la familia y su crisis espiritual, las vocaciones sacerdotales (que no bastan), y las comunidades religiosas, beneméritas en su labor de cultura y progreso dentro de la nación.
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