Este es el mensaje que desde hace 1983 años se viene repitiendo en toda la tierra, Paz en el Oriente, paz en Occidente, paz a todos los hombres...
Mensaje que quiere llegar a todos los hombres y que, por ser de Dios, tiene la virtud de cambiar verdaderamente su corazón, ¡Que atrevimiento el nuestro, que estupidez la del hombre, cuando quiere cambiar esta oferta sencilla, limpia y clara de la paz de Cristo por la de los grandes almacenes que se empeñan en hacer nuestra vida "más pesada" a base de dulces, polvorones y sidras... hasta reventar! La alegría que el hombre necesita sólo gratis la puede encontrar, y no sabemos de ningún negocio que ofrezca gratis el don más preciado del mundo.
El pueblo judío cuando se saluda exclama el conocido "Shalom"; con el está deseando al otro: alegría, fiesta, trabajo, comprensión, progreso, desarrollo, ausencia de guerra, ilusión de vivir, esperanza, PAZ... ¡que diferencia con todos los deseos de paz de nuestra televisión, nuestra publicidad!
Que esta Navidad sea para todos un encuentro con la alegría y paz de nuestro "Dios con los hombres". Que vayamos todos con alegría a nuestro estudio, a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestros amigos... allí a donde todos y cada uno de nosotros hemos de llegar con nuestro mensaje (que no es nuestro sino de Cristo), al igual que van alegres a su trabajo en lo hondo de la tierra, estos mineros de nuestra portada.
Son un grupo de mineros asturianos que se dejan "caer" en la oscuridad, en lo profundo, alegres y seguros: llevan una luz con ellos, una pequeña luz que les conduce por un laberinto de galerías estrechas. Saben ciertamente que cuanto más se adentren en lo profundo, en lo puro, encontrarán lo que es para ellos su tesoro, su sustento... Y quizás alguno de ellos vaya musitando en su corazón una sencilla plegaria a se querida "Santina", la Reina de la Paz.
También nosotros llevamos una Luz en nuestras manos. La tienen todos los hombres. Todos tenemos una pequeña huella de Dios con nosotros. Este es el fundamento de nuestra alegría.
Alegría que no terminará cuando se acabe el turrón y las burbujas de champagne ya no suban por nuestras copas. Seguiremos alegres... Seguiremos con una enorme ilusión de vivir, de compartir la vida con los demás, porque es Dios mismo el primero que ha querido compartirla con nosotros.
¡ALELUYA! ¡Dios está con nosotros!
- PAZ A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD -
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