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Huellas N., Junio 1982

TEXTOS PARA ORAR Y PENSAR

Teilhard de Chardin

La humanidad presente vacila y sufre, en el colmo de su poder, porque no ha definido todavía su polo espiritual. Carece de religión
Teilhard de Chardin

La figura de Teilhard de Chardin ha suscitado juicios y actitudes muy encontradas. Los entusiastas y los detractores han sido a cada cual más apasionados y, casi siempre, parciales al enfrentarse con una personalidad muy rica, original y fuera de lo ordinario, es decir, extraordinaria.
Muy brevemente dedicaré estas líneas a ­dar la visión que Teilhard tuvo del hom­bre, a un ligero apunte de Teilhard como científico y a un esbozo de su cristia­nismo ejemplar. Previamente, con sus propías palabras, dejaré que él aluda a su ­método.

VER.-"Estas páginas representan un es­fuerzo por ver y hacer ver lo que es y exige el Hombre si se le coloca entera­mente y hasta el fin dentro del cuadro de las apariencias... Ser más es unirse más y más. Sin embargo, la unidad no se engendra sino por un acrecentamiento de conciencia, es decir, de visión... Sin lugar a dudas, la historia del mundo viviente consiste en la elaboración de unos ojos, cada vez más perfectos, en el seno de un Cosmos, en el cual es po­sible discernir cada vez con más clari­dad. Ver o perecer". (El Fenómeno Humano).

HOMBRE.-Cuando Teilhard de Chardin recaba para sí el título de hombre lo hace con el acento del" ¡más yo!" que san Pablo lanzaba a sus acusadores. Más hombre que los abanderados de un falso humanismo, tarado y canijo. Teilhard nos descubre un hombre más grande, más verdadero, con más responsabilidad y con­ más dignidad. Un hombre con pasado y sobre todo con futuro, no un hombre de saldo, que es el que vocea el griterío de un progresismo falaz cuyos frutos podridos estamos padeciendo los hombres del siglo XX.


1.Teilhard hace suyo el "más yo" por­que ha descubierto las profundas raí­ces del hombre en la Tierra; raíces que no son solamente soporte sino, aún más, plataforma de lanzamiento, no únicamente sistema de arraigo en lo material sino también matriz de un programa de transición hacia una inflorescencia espiritual.
2.Teilhard realiza en su vida de modo esclarecedor dos convicciones que repite incansablemente en sus obras la armonía natural en el ser humano de lo individual y de lo colectivo y el es­fuerzo como ley de la realización y de la felicidad del hombre.
El hombre sabe "que sabe" y por ello es centro de referencia para sí mismo; es un ser centrado y por lo tanto libre. Tiene, además, un componente dirigido hacia el exterior de sí mismo por la que se relaciona con los otros radialmente, no de manera puramente tangen­cial. Lo centrado y lo radial definen la personalidad.
Una vez sentada la individualidad per­sonal del hombre, tienen pleno sentido, sólo entonces, las construcciones que se adivinan al proseguir el desarrollo del hombre no ya como ser individual, sino como "grupo zoológico", porque la evolución social del hombre debe contar con el individuo como persona y potenciar su personalidad. Toda ideolo­gía, toda "política" que vaya en contra de esta ley fundamental es errónea, va contra el hombre y lo degrada. Tan­to hincapié hay que hacer en el hombre persona individual como en el hombre solidario con sus congéneres.
3.Las ansias subjetivas de felicidad del corazón humano sólo tienen un cauce objetivó para ser satisfechas: es la ley del esfuerzo en su triple ver­tiente, la vertiente de reacción contra la pasividad y máxima comodidad, la vertiente de lucha contra el egoís­mo que nos encierra en nosotros mismos y la vertiente de transferir nuestros afanes a intereses cada vez más ampliados hacia el interés final. La ley del esfuerzo de centrarse, descentrarse y sobrecentrarse.

EL CIENTIFICO.- Teilhard de Chardin
fue una autoridad mundial en su espe­cialidad científica, la paleontología; tuvo un protagonismo fundamental en
las excavaciones de Chu-Ku-Tien y en el descubrimiento del Sinántropo.
Teilhard nos ha sabido descubrir sin abstrusas teorías filosóficas la sig­nificación del tiempo en su faceta más operativa para los hombres, es decir, como duración.
Teilhard, superando la anécdota de los Teilhard, superando la anécdota de los mecanismos particulares, ha sabido mostrarnos la evolución en su sentido pleno, extendido al conjunto de lo real y como deriva antológica profunda, total, del Universo, que no es un Cosmos acabado sino una Cosmogénesis.
Teílhard pone de manifiesto la importancía "física" del tercer infinito; además de lo infinitamente grande y de lo infinitamente pequeño (lo inmenso y lo ínfimo) existe un tercero, lo infinita­mente complejo, que nos permite depurar nuestro criterio para graduar el "valor" de lo real en el Mundo, y superar el pesímismo que suscita la desproporción cuantitativa entre la estrella y el viviente.

Teílhard de Chardin, sin abandonar el terreno del fenómeno pero llevándolo a sus últimas consecuencias, descubre la irreversibilidad del pensamiento nacido en el mundo (lo esencial de sus conquistas desde el momento que el mundo existe. Para ser coherente, el Universo debe ser de estructura irreversible. La ley de conservación de lo personal.

CRISTIANISMO.- El mismo Teilhard de Chardin nos da una clave para comprender su vida y su obra: "La originalidad de mis creencias estriba en que sus raíces na­cen en dos terrenos habitualmente considerados como antagónicos. Por mi educación y mi formación intelectual perte­nezco a los HIJOS DEL CIELO. Por temperamento y por mis estudios profesiona­les soy un HIJO DE LA TIERRA" (Por qué creo).
Su conducta en la práctica (no fue fá­cil su vida) realiza lo que nos deja dicho en páginas admirables de "El Medio Divino" y esparcido en otras muchas obras. La coherencia de su vida y de su pensamiento nace de haber entendido lo que es el cristiano real que nos des­cribe San Pablo ("Todo lo que hacéis hacedlo en nombre de Nuestro Señor Je­sucristo"), que se traduce en la iden­tidad de la divinización del esfuerzo humano con la humanización del esfuerzo cristiano, como solución cabal del pro­blema cristiano de la santificación de la acción.
Y no puede olvidar, antes al contrario, las pasividades esenciales del hombre, que están en el centro de su perspectiva; todo es don de Dios, el centro de ­su visión, implícito o explícito, es la gracia, el destino último es la oblación del cristiano a Dios, la mística de la adoración.
Para Teilhard, con San Pablo, todo es Cristo; traduce con fidelidad la teo­logía paulina a una humanidad que dis­ta del Apóstol veinte siglos. Teilhard de Chardin es un enamorado de Jesucristo y la explicación del Mundo es la Resurrección.
Si damos un significado providencial a los símbolos debemos recordar que Pierre Teilhard de Chardin entregó su espíritu en la Pascua de Resurrección de 1955, era el 10 de abril. Unos días antes había dejado escritas sus "letanías" en el anverso y reverso de una imagen de Cristo: ...Cristo cora­zón del Mundo...unidme a Vos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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