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Huellas N., Junio 1982

NUEVA TIERRA EN COMPOSTELA

Año Santo Jacobeo

Pelayo, un eremita, vivía cerca de la iglesia de San Fiz de Solonio en lo que es hoy Compostela, en tiempos de Alfonso II de As­turias y de Carlomagno. Hacia el año 814 observó durante varias noches seguidas unos resplando­res misteriosos que semejaban u­na lluvia de estrellas sobre un cercano montículo. Avisó al obispo y tras varias peripecias encentraron en el lugar indicado los cuerpos de Santiago y sus discípulos.
Muy pronto la noticia irrumpía en to­da la cristiandad, comenzando el fer­vor por el Santo lugar, que se convertiría en lazo espiritual de toda Europa, al igual que cultural y económico.
A finales del s. X, Almanzor destruye la iglesia aunque respeta el sepulcro; se llevará las campanas que servirían de lámpara en la mezquita de Córdoba y que serían devueltas por San Fernando a Santiago a través de la vía de la Plata, parte de la cual recorreremos nosotros.
Debido a las guerras e invasiones el sepulcro tuvo que ser ocultado bajo la catedral durante la edad media. Llegó un momento en que se desconocía el lugar exacto de las reliquias, hasta que en el s. XIX se cercioraron de su en­clave.
Lejos de pruebas documentadas y discusiones arqueológicas sobre la autenticidad del sepulcro apostólico, es in­negable para un creyente la mediación del Apóstol Santiago.
La idea de que un grupo de nosotros haga el Camino es­tá muy lejos de pretender ser un paseo turístico. Nos mueve, es verdad, lo que artístico y cultural posee el camino, al igual que lo a­venturero y pintoresco. Pe­ro fundamentalmente, lo que nos mueve, es adquirir una nueva experiencia de fe.
En pocos días el cansancio, sudor y ampollas harán olvidar todos aquellos segundos motivos, para dejar paso a la relación desnuda con Dios y al trato sincero con los demás.
Si tan sólo queremos esto, ¿por qué hacer precisamente una peregrinación?, las razones son bien sencillas.
Partimos de la base, comúnmente aceptada y generalmente olvidada, de que so­mos iglesia peregrinante, de que somos un pueblo que camina y que tan sólo juntos podremos alcanzar, como dice la canción, otra ciudad que no se acaba, ciudad de eternidad.
Santiago de Compostela es símbolo para todo peregrino de esta ciudad eterna. A ella vamos y a ella llegamos para dar el abrazo al Santo, símbolo del abrazo que en el cielo daremos al Ama­do.
No queremos que se convierta en la ex­periencia de un puñado de "fervorosos" cristianos, sino que sea una experien­cia eminentemente eclesial. Al igual que uno acompañado en la Eucaristía por un reducido número de hermanos se sabe unido a toda la Iglesia, así quisiéramos tener presente a vosotros, a lo largo de los kilómetros que andemos, a todos los hijos de Dios.
Pero bueno, lo que probablemente que­rréis leer es la información acerca de itinerarios, etapas, horarios, etc... Dejadnos antes hacer una salvedad im­portante: por muy minucioso y seguro que sea nuestro plan hay que tener en cuenta que, aunque no es probable que nos devoren las fieras y nos asalten los bandidos, siempre existe un ries­go, el de la aventura, que por otra parte será el que ponga a prueba nuestro abandono en el Señor. Tal vez, algún día no encontremos cobijo y tengamos que dormir "al fresco", lo cual no importaría si no existieran las tormentas de verano. O tal vez llegue un momento en el que el cansancio, y por qué no la enfermedad nos hagan regre­sar prematuramente a nuestros respec­tivos hogares. No se trata de ser pá­jaros de mal agüero, pero esto es fá­cil que ocurra. En cuanto a los itinerarios, ya sabéis que serán dos: uno partirá de Alba de Tormes, por aquello del Centenario Te­resiano, y otro de Frómista. Ambos se encontrarán en Astorga, aunque luego marcharán independientes.
Para que os hagáis una idea, este po­dría ser un día cualquiera: Nos levantamos al amanecer y tras rezar laudes comenzamos a andar los primeros kilóme­tros. Se para a desayunar y de nuevo volvemos a la caminata hasta que el sol aprieta demasiado, aproximadamente a las doce. Si las cosas no salen muy mal ya habremos andado 15 kilómetros. Hasta el momento de ponernos a andar, a las siete tal vez, para terminar la jornada (los 10 km. restantes) tendríamos ya que haber oído Misa y celebrado, si el cansancio lo permite, la reunión sobre el tema del día, además de la siesta y baño oportuno, (lo del baño depende del río, no de nosotros).
Nos acostaríamos temprano con las completas. De la semana, habría dos día que sólo se andaría media jornada.
Todo el que esté interesado que hable con Pablo (de Haro) de San Jorge, te­léfono: 2-02-3.0-75. (Ya hay bastante gente).
Y el que no pueda, no quiera o no deba andar tanto, podría coincidir con nosotros en Santiago cuando lleguemos y pasar en la ciudad eterna algunos días,­ ¡si quiere, vamos!
¡Ahi, será la primera quincena de agosto! ¡qué calor!

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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