CONDICIONES PARA ABORDAR EL ESTUDIO DE LA TEOLOGÍA
1. Se presupone interés por la fe y por lo religioso. Haber descubierto como posible la "ruptura de nivel" que hace plausible la salvación en otro horizonte, aunque incluya éste y sea salvación de todo lo humano.
2. Disposición de gratuidad
No se estudia teología para sacar tales o cuales ventajas: ni siquiera se estudia para "alimentar la propia fe", en primer lugar. Sino para "hacerse cargo" del mensaje: homenaje gratuito al Dios que habla en Jesucristo.
Naturalmente al obrar así se alimenta la propia fe de uno, y, paradójicamente, la gratuidad resulta máximamente eficaz.
3. Larga paciencia.
Estudiar teología es enfrentarse con la historia del pensamiento teológico y con sus diversas mediaciones culturales. Supone también ahondar en los presupuestos filosóficos de la cultura contemporánea. Todo ello, realizado con seriedad, convierte el estudio de la teología en algo serio y difícil... y por eso mismo en algo que merece la pena intentar.
4. No pedir a la teología lo que no puede dar.
No confundir la teología -el gozo de estudiar a Jesús crucificado- con el gozo de la relación personal con Él. La teología no es la experiencia mística.
5. Teología y Oración.
Son cosas en principio distintas: reflexión sobre el mensaje y hablar de Dios (teología); trato personal con Jesucristo a partir de su mensaje, hablar a Dios (oración). Pero son cosas que deben relacionarse:
• El interés vivo por la fe es la fuente común de ambas actividades.
• El estudio guía la oración. La conciencia orante que se haya formado teológicamente evitará interpretaciones subjetivistas, situará los aspectos del mensaje en la visión de conjunto del mismo... Al orar no se piensa explícitamente como teólogo, pero es el teólogo quien ora (o mejor, la persona que está teológicamente formada).
• Sería bueno que el discurso teológico se prolongase experiencialmente en oración hacia el interior de Dios, por obra de la gracia. El dinamismo del lenguaje teológico que procura hacer más viva la realidad de Dios para nosotros podría prolongarse (supongo) en esa su viveza hacia un conocer más experiencial, pero no totalmente independiente de los conceptos y término; teológicos, aunque los supere y lo de je atrás.
6. Teología y vida.
Es ingenuo pensar que la dedicación a la teología se puede compaginar con una dedicación total a otros aspectos del servicio comunitario. O lo uno, o lo otro.
Sin embargo el teólogo no debe ser un hombre separado. Ha de ser sensible al talante de las comunidades vivas, a la preocupación eclesial universal, al momento histórico en que vive. Debe recibir la tradición que le ha precedido.
Es preciso engarzar reflexiones - a veces muy abstractas - con las preocupaciones del creyente "normal". En España al menos, es preciso un mínimum de dotes catequéticas en el teólogo. Por otra parte hay que tener presente que la fe ya suministra su propia problemática (como la medicina o la ingeniería...). Hay un cierto grado de autonomía de la reflexión teológica que hay que asumir sin complejos.
7. Aceptar que uno como teólogo no posee soluciones para problemas que pertenecen a otros ámbitos.
Como el abogado no sabe qué hacer ante un caso de encefalitis aguda, tampoco el teólogo sabe cómo gobernar una nación, ni cómo aumentar la productividad en tiempos de crisis. Ni siquiera sabe, muchas veces, a qué partido es mejor votar.
8. Teología y comunidad.
La teología es un servicio imprescindible en la Iglesia:
• Para hacer plausible la fe.
• Evidenciar el sentido que la fe otorga a la existencia.
• Confrontar fe y cultura.
La comunidad creyente concreta (comunidad de base... ) aviva su fe al compartirla en el amor. El amor presta particular agudeza al conocimiento de la fe. Es por tanto caldo indispensable para el quehacer teológico que se propone penetrar en esa misma fe.
Phil. 1, 9, traduciendo "amor" por "amor fraterno"
9. Precauciones de tipo práctico.
Balance de las propias posibilidades: tiempo, dedicación, cualidades personales, preparación en lenguas vivas y muertas..
• Tender en la formación básica a adquirir una visión global del mensaje, de lo sustancial cristiano, de la doctrina común de la Iglesia. Esa globalidad puede provenir de un currículum académico, de lecturas organizadas.
• Parece que en la teología más que en otras ciencias se hace necesario el testimonio del profesor-guía.
• Poner a la base la necesaria formación filosófica.
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