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Huellas N., Junio 1982

COLABORACIONES

Cartas

María Nieve Pombo

Carta desde Madrid. Sobre la juventud americana
En el ejemplar de NUEVA TIERRA del mes de marzo de 1982, encontré un artículo que, la verdad, y con todos mis respetos, no hallé demasiado apropiado -por su tema y crítica destructiva, para una revista como ésta. Tampoco creo que estas líneas, por ser una réplica a dicha carta, sean lo más adecuado para esta página informativa, pero no he podido dejar de indignarme tras su lectura.
Me gustaría ser objetiva en mis argumentos, aunque al tomar como base expe­riencias personales, supongo que llevarán rasgos de subjetividad. En defini­tiva ni Quique Igoa ni yo, estamos en posesión de la verdad absoluta, pero considero necesario este escrito en defensa de la juventud americana, ya que se habla de unos "contrastes fuertes en la sociedad más avanzada del mundo" (según palabras del autor), pero en su artículo sólo aparecen rasgos negati­vos que tampoco son una fiel réplica de la realidad.
La observación de que cuando un joven cumple 18 años se va de su casa para vivir en un apartamento porque si no se le considera "pasado de moda", creo que es un tanto gratuita. Este hecho pasa en el mundo entero, no es allí el único lugar donde ocurre, y además no es una característica común, sino, de una minoría; conozco chicos y chicas de 19 a 27 años, que continúan viviendo con su familia y en una relaciones que no dejan de ser ni mejores ni peores que las típicas de una convivencia diaria. Por otra parte aquí hay muchas personas que hacen y dicen cosas extravagantes para no ser tachadas de "anticuadas" y para ponerse a la altura de sus amistades, lo cual demuestra una gran falta de personalidad, sin contar con lo rápidamente que nos dejamos influenciar por modismos americanos como la coca-cola, los blue jeans, la música, las películas o el vocabulario.
También se dice en el artículo que, en ese país se registra el mayor número de alcohólicos y drogadictos, pero no se da un porcentaje con respecto al número total de población y, por supuesto y por desgracia, no es el único país donde se producen estos vicios.
No estoy en absoluto de acuerdo con la afirmación de que la sociedad considera superflua la amistad, el trato humano, la cultura, el arte y las diversiones. A título personal, sobre la amistad puedo decir que gran parte de las mejores amistades de mis padres y mías, son americanas, y que a pesar de la distancia y con el paso del tiempo esta amistad se ha ido intensificando. Sobre el trato humano tampoco se puede generalízar; es cierto que existe el racismo, pero ¿qué pasa en España con los gitanos, o en otros muchos países con la marginación hacia la madre soltera?. Además esto no siempre es así; niños de todas razas juegan juntos y van a las mismas escuelas (en mi clase había dos chicas japonesas, muchachos norte y sudamericanos y yo, una espa­ñola). Una vez se produjo ante mis ojos un hecho significativo: a un restaurante, concretamente al Toledo de la calle 55, entre la 5a y 6ª avenida de­ Nueva York, llegó el entonces alcalde de dicha ciudad, señor Lindssay, y al no haber hecho antes una reserva de mesa se tuvo que marchar, al no ser ob­jeto de ningún tipo de privilegios. Los americanos no tendrán una cultura a la manera europea, pero es innegable la existencia de una típica cultura americana, que es extendida por el mundo, y con gran éxito por cierto; y yo me ­pregunto: ¿por qué la aceptamos y la hacemos nuestra si no estamos de acuer­do con ella?. El norteamericano, aunque no tenga un arte clásico propio sabe admirarlo cuando tiene ocasión de viajar o de ir a alguna exposición, sin olvidar que en ese país están algunos de los mejores museos del mundo. Tampoco creo que las diversiones sean superfluas; por ejemplo son muy aficionados al deporte, además para su práctica cuentan con muchas facilidades económicamente. Otro punto a favor de estos jóvenes americanos es que un tercio de los estudiantes trabajan en diversos empleos durante las vacaciones veraniegas (más cortas que las españolas, pues son dos meses escasos) con objeto de equilibrar su presupuesto.
Se habla del "peloteo y chivatazo" entre los estudiantes (cosa de la que el español tampoco está exento), pero en honor a la verdad yo tengo que hablar del compañerismo, de la ayuda prestada a los que no dominábamos el idioma, de su paciencia, de las invitaciones a sus "partys" sin hacer nin­gún tipo de discriminación, de compartir entre todos la comida en el cole­gio e incluso del acercamiento entre profesor y alumno, hasta el extremo de que personalmente continúo manteniendo correspondencia con algunos de mis exprofesores, después de varios años.
Quique dice que no encuentra diferencia entre los animales de la selva y esos "animales intelectuales"; a mí no se me ocurriría nunca comparar a un animal con una persona, por muy primitiva que ésta sea. Por encima de todo está la condición de ser humano, y no hay que olvidar que "Dios hizo al hombre a imagen y semejanza suya".

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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