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Huellas N., Junio 1982

EDITORIAL

Verano, tiempo de libertad

Para el cristiano, lo sabemos muy bien, todo el año es tiempo de gracia, de esperanza, de libertad, de caridad. Y esto es así porque el amor, la libertad, la esperanza, han llegado a nuestras vidas tras el encuentro con Jesucristo. Al menos así debería ser.

Y porque no está tan claro que estemos viviendo en esa realidad nueva y gozosa de la vida de Dios, el verano es un momento privilegiado para probarnos a nosotros mismos la autenticidad de nuestra vida, su coherencia con lo que afirmamos creer.

Nuestra ciudad no es precisamente la "ciudad armoniosa" por la que clamaba Péguy. Nuestra sociedad, esta ciudad, que por otro lado amamos, se hace a veces irrespirable. Con frecuencia perdemos la frescura del encuentro con los hombres. El ritmo frenético de nuestras vidas nos impide apreciar la belleza de la realidad. La cultura dominante no deja que descubra­mos el sentido verdadero de nuestro trabajo, de nuestros sentimientos, de nuestros deseos.
Esto es así y todos lo reconocemos. Pero ¿quién de nosotros está viviendo una vida distinta de ésta? ¿quién de nosotros se atrevería a respirar el aire puro del Espíritu de Jesús? Esta es la verdad, nos hemos acomodado, nos hemos instalado en un aire vi­ciado. Y lo que es peor, esta "polución" se ha hecho imprescindible en nuestras vidas, no podemos vivir sin respirarla.
Ante todo esto, este verano puede ser una ocasión para frenar el ritmo vertiginoso de nuestra vida y examinar con caridad nuestras vidas para tratar siempre de convertirnos a la libertad, a la vida plena que nos trae Jesús. Escojamos nuestro verano con la inteligencia de los hombres de Dios; cuando estemos en los Picos de Europa, en Ávila, o en Santiago, o don­de quiera que sea, aprovechemos intensamente el des­canso y el alejamiento de la ciudad contaminada; aprendamos a respirar otros aires.

Para terminar, tres consignas para este verano:
- Ejerzamos nuestra condición de hombres liberados por Cristo para el amor, y llevemos nuestra liber­tad a todos los que nos rodean.
- Vivamos la comunión de la amistad entre todos los que seguimos juntos el camino de Jesús y que ahora estaremos lejos unos de otros.
- Y por fin, redescubramos con paz la hermosura de las cosas, la pureza de las obras de Dios, el en­cuentro de la vida cuando se vive con sentido.

¡Feliz verano!

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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