Presentamos aquí, traducido, un largo pasaje de la conferencia pronunciada en Roma por el filósofo polaco Stanislaw Grygiel, con ocasión de la presentación del libro de Karol Wojtyla I miei amici (Mis amigos, aún no editado en castellano). En este libro el papa actual narra su relación de amistad y comunión con un grupo de intelectuales y estudiantes de la Universidad de Cracovia. Entre ellos, el propio Grygiel, llamado hoy por el papa a Roma como responsable seglar para la emigración polaca, en todo el mundo.
Sólo los hombres buenos atienden a la amistad. Aristóteles escribió en la Etica Nikomakea que "la amistad por excelencia es la de los buenos". La gente mala atiende a otras cosas. "Los malos serán amigos o por causa del placer o por causa de la utilidad, siendo similares desde este punto de vista; los buenos por el contrario, serán amigos por sí mismos, es decir, porque son buenos".
La gente para quien el placer y la utilidad son los factores más importantes de sí mismos, hace girar en consecuencia, su pensamiento siempre sobre esos factores. La morada de la utilidad y del placer, que se contrapone a la morada de la Koinonia (comunidad), es por tanto la morada de los intereses privados e individualistas.
Los griegos llamaban a quienes vivían fuera de la Koinonia, y se oponían, por tanto, a ésta, ldiotai (idiotas). Asimismo, estos hombres, que vivían para sí mismos y no servían por lo tanto a nadie, también eran llamados "laicos", palabra que los latinos tradujeron como "profanos", por que vivían fuera del "fanum", es decir, de lo "sagrado" que está dentro del hombre. Su pensamiento, encerrado en sí mismo, es incapaz de comprender lo que le circunda y así el pensamiento se vuelve idiota, en el sentido común que nosotros darnos hoy a esta palabra. El pensamiento individualista, es decir, lo que no brota de la Koinonia, aunque en su inicio fuera muy brillante y racionalmente inteligente, está destinado inevitablemente a convertirse en una idiotez. Pienso que propiamente en esto consiste la tragedia de las herejías, porque tampoco ellas brotan de la Koinonia que supone la Eclesia. La idiotez lleva entonces, a considerar al otro como el infierno: como decía Sartre «el infierno son los otros".
El pensamiento que se adhiere a la verdad surge en la morada de la amistad. Allí, el pensamiento humano no se empantana en aquel interés privado que transforma todo, incluso el propio cuerpo, en una fábrica productora de solo placer.
Este pensamiento no es a menudo llamativo, ni seduce a primera vista, pero sí a la segunda, a la tercera... porque no es una belleza efímera, de un sólo día. Este brota de la comunión de los amigos y descubre su difícil belleza sólo a los que desean vivir en tal morada. Esta belleza es una voz que llama al trabajo, que transforma al hombre: es la forma del bien, la forma del amor. Aristóteles dijo que la virtud de la amistad consiste en amar. Amar quiere decir hacer crecer la humanidad de uno mismo y la de los demás. "En efecto escribe Aristóteles. como una persona se comporta hacia sí misma, así se comporta hacia el amigo". ¿Esto, por qué? El amigo en la comunión humana se abre a los otros. Esto les descubre su forma de ser. La forma, si es hermosa, una vez encontrada y vista, fascina. Se crea entonces un espacio donde se manifiesta la humanidad que el hombre debe cultivar. Si a alguien le pasa esto, entonces, se siente atraído hacia esta belleza, so pena de su derrota y su degradación. En efecto, él no puede quedarse en el mundo donde ha vivido hasta ese momento y tiene que moverse, porque de otro modo su mundo, que quizá hasta entonces había sido un mundo bueno, se transforma inmediatamente en un mundo privado e individualista. De este modo si alguien no cambia ante esta belleza, es porque tiene ya algún interés privado. ¿Pero cuál es el hombre que sufre tal derrota? ¿Quién es el hombre que contesta "no" a la belleza que se manifiesta? Es el hombre del miedo. Miedo a la verdad que radica profundamente en la Koinonia y al mismo tiempo, miedo ante su propia inmovilidad producida por el interés individualista y miedo a sus consecuencias. Tal hombre tiene conciencia de haber transformado su morada en un lugar de mentira, contestando "no" al Bien que, con su permanente belleza, le llama continuamente obligándole así a despedirse de cada lugar, incluso del más querido, a lo largo del camino de la vida. Talhombre tiene conciencia de perder la libertad diciendo "no" a la llamada de la belleza del Bien, es decir excluyéndose de la Koinonia.
En caso de que quiera volver a ser libre, podrá hacerlo sólo regresando a la Koinonia.
De la solución del problema de la amistad entre las personas y las familias dependen los presupuestos para la solución del problema de la vida social, también ,en el plano económico-político. De esta solución depende también la imagen de fa Iglesia dentro de la sociedad.
El hombre "libre" de la amistad, es decir "libre" de amar, constituye un peligro para la Sociedad, la Nación, y la Iglesia. Es él quién destruye la justicia porque destruye la unión. Para que un hombre pueda relacionarse justamente con otros debe darse cuenta de la verdad del hombre y ésta sólo se puede ver "eclesialmente". "Nada en efecto es tan propio de los amigos como el vivir juntos" (Aristóteles: Et. Nik.). Vivir junto a todos los que vivieron ayer, que viven hoy y que vivirán mañana, he aquí el vivir en la morada de la verdad, donde surge y se realiza la persona.
Stanislaw Grygiel
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