Va al contenido

Huellas N.04, Abril 1994

SOCIEDAD

Lo primero es la paz

Elvira Zito

En 1962 Mons. J.B. Gahamanyi fue nombrado Obispo de la antigua diócesis de Astrida que, después de la independencia de Bélgica, pasó a denominarse Butare. Durante más de 30 años permaneció al servicio de la Iglesia en un continente roto por la violencia

Marzo del 1994: Sede de AIN (Ayuda a la Iglesia Necesi­tada) en Italia. En su visita a nuestra oficina en Roma, poco antes de comenzar el Sínodo africano, Mons. Gahamanyi respondió a algunas preguntas de nuestra cola­boradora.

Excelencia, primero una pregun­ta general: ¿cómo está la situación?
No puedo explicaros la situación actual sin dar un paso largo atrás al año 1959. Entonces había una espe­cie de «diáspora ruandesa» como consecuencia de las luchas por la independencia y la democracia: miles de personas huyeron a Ugan­da, Tanzania y al Zaire y no podían volver a su país por la situación polí­tica. Fue esta gente la que fundó el «Frente Patriótico de Ruanda», que desde 1990 está actuando como movimiento de resistencia dentro del país. Ya hace mucho tiempo que empezaron las negociaciones de paz, pero los partidos litigantes no consi­guen crear un gobierno de coalición, como está previsto por los proyectos de acuerdo entre los representantes de los políticos gobernantes y el Frente Patriótico. La consecuencia es que todos se quedan aguardando y el poder busca prolongarse, porque tiene la consciencia de que no puede contar con el apoyo del pueblo. Después de los miles de muertos, nues­tra vida diaria sigue estando marcada por la violencia cruda. La guerra va continuando.

¿Quién aporta a la reconcilia­ción nacional?
Los católicos que, muchas veces juntos con los protestantes, reclaman de los políticos buscar, en primer lugar, el bien del pueblo. También las organizaciones humanitarias tie­nen un papel importante, luchando contra los malos tratos y la tortura. Por último, existe la prensa. Pero tengo que decir que no todos los periódicos promueven la paz, porque muy a menudo representan tenden­cias políticas. Sin embargo, tengo que reconocer que la prensa que no se ha dejado acaparar, va trabajando muy bien y contribuye a la reconci­liación nacional.

¿Qué tipo de paz es más proba­ble: la paz entre los grupos étnicos Hutu y Tutsi, o la paz política entre el gobierno y el Frente Patriótico de Ruanda?
Le extrañará que yo diga que el problema étnico es un seudoproble­ma. Sin embargo, los políticos gobernantes quieren que aquello parezca tan importante como si fuera la causa del alboroto. No se puede hablar de verdad de un problema racista, porque la minoría de los Tut­si es tan pequeña que no puede rebe­larse seriamente contra los Hutu. El problema real de Ruanda es de naturaleza política, lo cual se muestra en que los dos grupos conviven tranqui­lamente en el Frente Patriótico, por­que tienen como meta común la renovación de la situación política.

¿Por qué África, que se ha libe­rado del colonialismo, no consigue acabar también con los partidos unitarios?
Porque el fin de la colonización nos dio sólo la independencia políti­ca, pero económi­camente seguimos dependiendo del extranjero. Los líderes de los par­tidos unitarios cuentan con el apoyo desde fuera y son instrumen­tos para controlar y frenar a toda costa nuestro desarrollo.

También en Ruanda la Iglesia católica es la autoridad moral que va inducien­do a un compor­tamiento demo­crático. ¿Ser obispo en el Con­tinente Negro sig­nifica a la vez trabajar en la política?
Yo no lo diría así, porque un obispo solamente tiene una autoridad moral. Siempre la Iglesia aspira a un objetivo total­mente distinto, aunque sus objetivos coincidan con los de un partido polí­tico. Ella se dirige exclusivamente a la conciencia de los hombres, da tes­timonio del sentido del bien y del valor absoluto de la dignidad huma­na; nunca rebaja sus principios a causa de la consideración popular.

¿Cuál es el número de los expulsados y de los refugiados de la guerra? y ¿de qué manera les ayuda la Iglesia?
En Ruanda este problema se encuentra en dos niveles. Uno es el problema de nuestros ciudadanos que buscan refugio en algún sitio para escaparse de la violencia. Lo segundo es el problema de los refu­giados que vienen del país vecino Burundi que también sufre violencia trágica. Sólo en mi diócesis su número ha llegado a 60.000, mien­tras en todo el país hay 240.000 refu­giados. Todos, sin diferencia, necesi­tan ayuda. La Iglesia se lo escribió en sus banderas, pero sin el apoyo de organizaciones internacionales de ayuda no podemos hacer mucho. Recibimos grandes ayudas económi­cas por parte de Ayuda a la Iglesia Necesitada, la organización fundada por P. Werenfried van Straaten, que nos ayuda con una solidaridad con­creta, para que los campos de refu­giados puedan funcionar.

¿Cuáles son los grupos que tra­bajan por el catolicismo de base en Ruanda? ¿Hay desacuerdos con la jerarquía eclesiástica?
Nuestra Iglesia tiene una estructura pastoral sana. Hay parroquias que fundan otras parroquias que durante un tiempo se llaman «filiales», pero pronto llegan a ser autónomas. Exis­ten numerosos grupos que trabajan de acuerdo con los párrocos y los Obispos avivan la Iglesia. El catoli­cismo de asociaciones está bien vis­to, porque acogemos muy cordial­mente a cada persona que quiere tra­bajar por el Reino de Dios.

¿Cuál es el logro más grande para la Iglesia en los treinta años de independencia?
Es, sin duda, el aumento del núme­ro de creyentes. Esto se ve también en mi diócesis, don­de más de la mitad de los 900.000 habitantes son cató­licos. El segundo plus son las voca­ciones que hacen posible, que con el tiempo muchos misioneros pueden trabajar en otros países, que todavía necesitan una evan­gelización inicial. El aumento del cle­ro nativo tiene también otro aspecto positivo. La liturgia se va «africanizan­do». Se celebra en la lengua nativa, a la que hemos traducido también el Nuevo Catecismo.

Estamos a las puertas del Síno­do de África. ¿Cómo es el rostro africano de Cristo?
Es el de un Cristo que vive y cambia el odio en apertura para el prójimo, que no vende nuestro cato­licismo a cambio de ventajas mate­riales o ciertos compromisos. Pero también tiene que ser un rostro que recoge nuestra cultura y se deja ilu­minar por ella. Esperamos todo esto del Sínodo. Estoy seguro de que no quedaremos defraudados

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página