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Huellas N.05, Mayo 1993

VIDA DE CL

Reconocer una presencia

Las vacaciones son en el año como el domingo en la semana: la toma de conciencia de lo que da sentido a la vida

Entre Cordiñanes y Caín, del 3 al 26 de julio se han ido relevando tres campamentos de bachilleres. Cada uno con casi 200 personas de distintos lugares (Madrid, Vallecas, Móstoles, Coslada, Parla, Granada, Coruña, Canarias, Ávila... ) y sin embargo con una misma experiencia.
Nos acompañaba un buen grupo de universitarios que se encargaba de la cocina y del mantenimiento. Previamente, otro grupo había esta­do a las órdenes de Alberto montan­do el campamento: las tiendas, las dos tendópolis, las superduchas, los fregaderos, la luz, los WC «quími­cos» -novedad del '93- ... Un gran trabajo, hecho con inteligencia y dis­creción, con el que nos encontramos al llegar.
Partimos con un doble deseo: continuar nuestra amistad descu­briendo su razón y ayudarnos a dar un juicio sobre la experiencia que vivimos: «todo es gracia».
Ha sido atender a los que nos diri­gían -Pepe, Chalo, Enrique- seguir a los que llevaban los juegos, marchas... y aprender de la vida misma: a cantar cantando y escuchando, a jugar jugan­do y viendo jugar, a mirar mirando y viendo mirar, a divertimos divirtién­donos y viendo disfrutar. Era sorpren­dente ver cómo la experiencia de la «conveniencia» y grandeza de lo que nos ha sucedido, nos disponía a todos a aceptar gustosos toda circunstancia: las sorprendentes patatas fritas o el tomate pegado; el buen tiempo o la lluvia; el ganar a los barquitos o el perder al futobolín humano, el can­to en el que hacemos experiencia de que, en compañía, ninguna circuns­tancia va contra nosotros, al contrario, la circunstancia concreta es el único lugar en el que podemos encontrar nuestro propio destino y caminar hacia la felicidad. Para seguir una Presencia nos hemos ido a Picos y por lo mismo empezamos como una aventura el comienzo del curso.
Soledad de las Hazas

Ultima semana de julio; de nue­vo unas vacaciones del CLU. Las primeras sorpresas agradables no se hacen esperar: dos buenos hoteles -de los mejores de Baqueira­, buena comida, piscina en medio de las montañas ... Los que estuvisteis el año pasado en las vacaciones de Viella sabéis lo que se agradecen estas cosas.
Las vacaciones han sido ante todo entender un poco más que «un amigo es aquel que te ayuda a caminar hacia el destino». Esto se ha realiza­do a través de cosas pequeñas y coti­dianas como las palabras de Ramón por las mañanas, el testimonio de Quique, las correcciones de Guiomar en el rezo de los Laudes en tono recto, o las de Cristina en los cantos. A través los amigos que más me han acompañado en estas vacacio­nes, por la forma en la que me ense­ñan a hacerlo todo con una concien­cia nueva (desde comer y beber - cosas que practicamos mucho-, hasta rezar Laudes), he podido experimen­tar que realmente soy amado por Otro. ¡Menos mal que día a día mis amigos «ceden su carne» al Miste­rio, para que Él me pueda acompa­ñar, amar y corregir humanamente!
«Reconocer una Presencia»: éste era el lema de las vacaciones. Que este milagro se realice en la cotidia­nidad de la vida (jugando, cantando, o estudiando este curso que viene) es lo único que permite -como decía Quique en su testimonio- abrazar el mundo.
Macario

Antes de vacaciones había ya una amistad en movimiento, un grupo de personas cada vez más decididas a caminar juntos, a seguir juntos a Otro. Las vacaciones eran algo deseado, esperado, preparado con cuidado y atención, con una generosidad llena de conciencia que era un testimonio mútuo. Necesitá­bamos un milagro para que entre 340 personas -desde jóvenes trabaja­dores hasta amigos de más de 60 años y además 70 niños- apareciera un pueblo, una unidad visible y no una dispersión. Era un desafío, pero un desafío a nuestra libertad: a vivir en primera persona todo lo que nos decimos a lo largo del año.
¿Qué ha sucedido? De nuevo lo inesperado e improgramable. Ante nuestros ojos volvía a acontecer lo que ni siquiera nos atrevíamos a desear: que gente tan diferente en su procedencia, en su edad, en su histo­ria personal, pudiera reconocerse unida frente a Algo. Es Otro quien actúa, es Otro quien nos ha puesto juntos, basta por tanto repetir lo que se nos ha dicho, seguir el aconteci­miento de vida con el que ha comen­zado esta historia. Llena de estupor el contemplar cómo a través de nuestra dramática inconsistencia se manifiesta una Presencia. A la sema­na siguiente algunos fuimos a las vacaciones de los Jóvenes Trabaja­dores en Italia. Estando allí hemos empezado a dar crédito a nuestra compañía y todo ha sido más gran­de, más bello y más sencillo de lo que habríamos esperado. Una pro­mesa cumplida, no una mentira.
Javier Restán

En el salón del Tüc Blanc había una pancarta que decía: «La novedad es la unidad de aquellos para los que lo que ha acontecido es todo». Los días que hemos pasado juntos en Baqueira nos han permiti­do verificar estas palabras.
La novedad la percibes primero en una diferencia que te atrae. Relle­nas un test que presagia movida, jue­gas a las banderas o al futbolín humano en espiral, escuchas en un sensibilidad, el gusto del orden, la disponibilidad para el trabajo, la libertad en las relaciones, la posibili­dad de perdonarse, no son sin más el resultado espontáneo del talento de cada uno. Crecen dentro de una uni­dad, estando dentro de unas relacio­nes concretas entre personas que puedes identificár, con nombre y apellidos. Son la consecuencia de seguir la amistad que se da entre aquellos para los que lo que ha suce­dido es todo.
El origen de la riqueza de las vacaciones lo reconoces en un tipo de unidad que no se explica por sí mismo, que remite siempre más allá, a la Presencia de Otro. A lo mejor no todos en Baqueira te sabían decir el nombre de Aquel que lo ha hecho posible, han venido por casualidad, gracias a una invitación inesperada, ni siquiera sabían muy bien de qué se trataba. Se han sentido atraídos y han empezado a mirar hablar a algu­nos, en los que están puestos los ojos de todos, hasta que han oído su nombre: Cristo. Y te dicen con sen­cillez y agradecimiento: yo desearía que mis amigos, la gente a la que quiero, estuvieran aquí. Así se dilata nuestra amistad.
Esta novedad no pasa, porque no la has inventado tú: te la encuentras y la reconoces. Te precede, te acom­paña, despierta en tu corazón una esperanza que ni sospechabas, y el tiempo se convierte en amigo.
Javier Prades

Un grupo de 30 personas hemos pasado una semana de vacaciones en La Thuile, con los Jóvenes Trabajadores de Italia.
Eramos más de 800, las instala­ciones del hotel prácticamente no daban cabida a tal multitud, pero desde el primer día se percibía que sólo el seguir un único hecho hacía posible el renacer de un rostro nuevo en cada uno de nosotros, el despertar de tu verdadera personalidad en medio de una inmensidad de rostros, en un primer momento extraños.
La vacación estuvo bombardeada de momentos preciosos. Ir de excur­sión, cantar juntos, escuchar a Cesa­na, jugar o participar en la asamblea y en la fiesta final se convirtió en la forma de ser provocados a una rela­ción continua con una presencia que en el tiempo sostiene y realiza la his­toria original de cada uno.
La unidad y el afecto que ha naci­do con ellos a lo largo de estos días nos ha dejado realmente sorprendi­dos. La misma sorpresa de Juan y Andrés al descubrir cómo el Señor quiere establecer una relación conti­nua con cada uno a través de una determinada realidad humana, a tra­vés de personas.
El recibir una gracia tan grande genera una certeza: la posibilidad de vivir y de caminar con esperanza coincide con ciertas relaciones.
Cachi


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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