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Huellas N.04, Abril 1993

SOCIEDAD

Memoria de África

Giorgio Vittadini

El relato de quien ha visto la gratuidad de la fe en acción. Allí donde una acción parece "imposible"

Volviendo de mi viaje a Kenia y Uganda saco de la maleta de todo un poco: bolsas con fruta exótica dise­cada, un tambor, telas pintadas a mano con «la Ultima Cena» (los apóstoles y Cristo son de raza negra), librillos y libretas variadas, panfletos ... y mientras me vienen a la cabeza las escuelas de trabajo, las demás obras, parece que mis ami­gos, por el modo en que viven, están codo con codo con don Giussani y no a 5.000 kilómetros de distancia... Sin embargo la situación de esta parte del Continente negro no es de las más halagüeñas; los países occi­dentales y América lo están abando­nando económicamente y lo están condicionando pesadamente sobre el plano político. En Kenia, por ejem­plo, los chantajes del fondo moneta­rio internacional y la imposición de un multipartidismo forzado, que a menudo significa una vuelta a las luchas entre tribus, hacen incandes­cente la situación. Prueba de ello son los repetidos ataques de bandas armadas a la escuela de trabajo de san Kizito, nacida por iniciativa de algunos amigos de C.L. Hasta ahora no ha habido grandes consecuencias físicas, pero la esperanza que nace de esta presencia, en esta dolorosa situación, es similar a la que podía nacer viendo los monasterios bene­dictinos de la Europa posterior al Imperio romano.
Continúo pensando en Rose. Alrededor de su presencia se ha desarrollado, primero en Nairobi y luego en toda Uganda, el Meeting­point: obra de asistencia a los enfer­mos del Sida, verdadera peste de este país. Siguiendo a Rose en los slums periféricos de Kampala, en la cárcel de menores mientras asistía a muchos de los cientos de enfermos, se entiende concretamente qué sig­nifica la gratuidad, es decir, un acer­camiento a la realidad según Cristo. Son muchos (con fe y credos dife­rentes) los que asisten a los enfer­mos. Es cierto, quien está afectado por el virus, abandonado casi total­mente por familiares y amigos con quienes coincide el inicio de la enfermedad, está agradecido a quien le ayuda. Pero con Rose y sus ami­gos lo que viven es diferente. Los enfermos se convierten en verdade­ros amigos, aman a estas personas. De hecho el acercamiento de Rose es hacia la persona, no es un análisis sociológico o médico de las necesi­dades. Es un encuentro humano lle­no de atención que responde a nece­sidades concretas, pero con la ten­sión continua de hacer percibir a sí mismo y a los demás el gran Destino positivo que le espera a cual­quiera. He visto personas que en esta enfermedad han recuperado el sentido de la propia vida aprendien­do de Rose y a no dejar nunca de luchar y al mismo tiempo a ofrecer esta enfermedad a la Presencia que reconocen en esta mujer, en su diversidad humana. Peter, en estado terminal, me dijo: «ofrezco este dolor para contribuir a la salvación del mundo, feliz ahora que he podi­do encontrar al Papa». En suma, esta gente se convierte no a un Dios abstracto que les deja desesperados, sino a una compañía visible. La cura incluso material, psicológica y médica es atenta e inteligente y, con la limitación de los medios, suple la típica falta absoluta de asistencia en estas zonas. Muchos son acompaña­dos a morir, otros a continuar la vida en el sufrimiento, todos a per­cibir algo que parecería imposible de afirmar en estas condiciones: nuestro movimiento como cuerpo real al que pertenecer. Rose es incansable. Una vez acabado con los enfermos de Sida continúa su obra entre los chicos y los huérfa­nos de los barrios pobres enseñando el Sentido religioso. Ella y Luisa forman la casa de los Memores Domini en Kampala y, bajo la guía paterna del padre Tiboni, marcan el movimiento en el movimiento en Uganda. Pero no están solas, al contrario. La prime­ra cosa que impresiona de nuestra presencia en Kenia y Uganda es el gran impacto civil de las obras del Avsi: cuatro hospitales, dos works­hop con escuelas de trabajo anexas, dos colegios, una gran hacienda agrícola, un proyecto ecológico de pro­tección de las fuentes de agua en la jungla, un proyec­to de watersanitation, la asis­tencia a los prófugos en el sur de Sudán y en el norte de Uganda. En total se implican, direc­tamente o indirectamente, 50 fami­lias italianas, dos casas de Memores Domini y cerca de 1000 personas entre ugandeses y keniatas. Una gran obra, distinta sin embargo de lo que se había iniciado hace años. Las personas han cambiado. He vuelto a ver a amigos que conocía de hace años en Italia, transformados, no porque han hecho grandes cosas sino porque ha crecido en ellos la pregunta sobre el significado de lo que habían encontrado, sobre el deseo de profundizar en la experien­cia.
De hecho lo que más impresiona de Uganda es que de una experien­cia de tipo tercermundista de hace 20 años, como era la nuestra y la de todos, se ha pasado a una presencia que tiene como verdadera finalidad continuar el encuentro.
Estas obras no son, como para otros en Uganda, un intento deses­perado de dar respuesta a las necesi­dades infinitas que siempre son más grandes que nosotros. Al contrario, son un modo para comunicar a todos un cambio que sucede habien­do encontrado a Cristo y a su com­pañía, la fuerza, la esperanza, la capacidad de compartir que de ahí nacen. Me viene a la cabeza Patrizia que conocía de la universidad y que ahora veo transformada por esta experiencia, cuando me dijo: «Un día estaba asistiendo a un enfermo terminal de Sida y, como he apren­dido en nuestra experiencia, ofrecí a Cristo esta situación. Me di cuenta de que incluso en esto nunca habría podido ser en última instancia ver­dadera. Descubrí qué quiere decir el pecado, no poder ser verdadera por mí misma ni siquiera en la expre­sión más positiva de la vida. Desde ahí comencé a pedir ante todo que la presencia de Cristo acompañase mi radical incapacidad de amar».

Reconstrucción
Esta presencia es un factor que cambia incluso la realidad social. Sin grandes palabras o teorías se reconstruye el tejido social. ¿Un ejemplo? En África no existe practi­camente la familia: un hombre convive con una mujer, engendran un hijo, la deja «plantada» marchándo­se con otra y así toda la vida. Y siempre es una mujer la que debe mantenerlo. Como el león en la sabana. El ejemplo de nuestras familias ha permitido a muchos, por primera vez, el milagro de la fideli­dad. La presencia de nuestros ami­gos enseña, ante todo, un amor a la realidad, al trabajo, al compromiso antes que al éxito porque esto nos permite entender mejor su signifi­cado. Y tarde o temprano el resulta­do llega. Parece paradójico pero partir de la Escuela de comunidad y de nuestros instrumentos (que allí se usan con profundidad y continui­dad), trae consigo resultados casi impensables. Ante todo, la capaci­dad de implicar a los responsables locales, un mito de cualquier intento de desarrollo que hasta ahora se haya realizado. Los enfermos del sida, los obreros de Nairobi y los workshop ugandeses, los maestros y los dirigentes de la escuela de Kit­gum, los nuevos agricultores de la innovadora hacienda agrícola, al comprender que están implicados en una misma experiencia, se hacen cada vez más hombres hasta el pun­to de decir, parafraseando al rector Vittorino: «Encontrando el movi­miento me he sentido por primera vez adulto, no ayudado de modo fal­so, abandonado o explotado sino estimulado en primera persona incluso a las necesidades civiles de mi país y de mi gente». Las obras así podrán durar porque habrá quien, teniendo un motivo, las guíe, quien las defienda y quien aprenda una profesión. Como los keniatas de san Kisito y de Langat, que tras el ejemplo de los amigos italianos, han aprendido a ser albañiles, carpinte­ros, electricistas, saliendo así de aquella pasividad típica del hombre africano que no ha encontrado el cristianismo. Es impresionante el contraste con las obras construidas por las organizaciones internaciona­les humanitarias, por los Estados occidentales o por particulares. Obras bellísimas pero que, una vez que se ha acabado el proyecto, que se han marchado los voluntarios, se derrumban, se desvanecen debido a la extrema pobreza de aquellos esta­dos que no pueden continuar finan­ciándolas, y a la absoluta falta de resposabilidad local. Falta una idea de educación porque no hay nada a lo que educar. La presencia de C.L. encuentra un gran reconocimiento entre los pastores de la Iglesia de estos países. Son ellos los que la defienden de los odios mezquinos y de las envidias que nacen a menudo de otras experiencias religiosas. El Obispo de Gulu hospeda a nuestros amigos italianos en Kitgum, en la casa de la diócesis; el cardenal de Nairobi ha afirmado públicamente que sin la presencia de los Memores Domini y de C.L. le faltaría algo a su ministerio. Las autoridades civi­les y las organizaciones internacio­nales, independientemente de su credo, piden un incremento de nues­tra presencia.

Peticiones
Programas AVSI
Relación de las peticiones de personal


BRASIL
Belo Horizonte: un licenciado en economía para actividades de producción y de formación.
Salvador Bahía: un/a asistente social con experiencia en trabajos en grupos.

NAMIBIA
Responsable de la realización del elemento «Water & Sanita­tion», con experiencia en organiza­ción y, construcción de sistemas de aprovisionamiento hidráulíco. Se requiere un ingeniero civil (de caminos) con especialidad en hidráulica y en hidrogeología. Conocimientos de inglés.
Responsable del sector agrícola con la tarea de enseñar la introduc­ción de nuevas técnicas y tecnologías en la agricultura de climas áridos.
Se requiere un ingeniero agró­nomo y conocimientos de inglés.

Emergencias y ayudas internacionales
Avsi busca médicos, enfermeros profesionales, expertos en logística disponibles para participar en bre­ves misiones (alrededor de un mes) en programas de ayuda de emer­gencia y de sostenimiento del traba­jo de las obras en el tercer mundo. Avsi busca también personas dispo­nibles para colaborar en el trabajo de «Ayudas internacionales» para el envío de materiales de diverso tipo (maquinaria de producción, ali­mentos, medicinas, etc.) a las obras del tercer mundo.

Dirigirse a la CdO sede del Avsi de Milán - tfno. 07-39-2- 33107661

Es válida siempre la solicitud de Médicos disponibles para ir de misión, debido a los numerosos proyectos sanitarios en curso en África.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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