Va al contenido

Huellas N.04, Abril 1993

BREVES

Cartas

Precisamente: doce

Queridos:
en este tiempo el Señor nos ha regalado muchas cosas bonitas. Sue, nuestra responsable, ha dicho en una conversación: «Este año he aprendido a amar a mis compañeros de comunidad, a quererles verdade­ramente, así como son, porque el Señor me ha que­rido junto a ellos»; y citaba los nombres individua­les. ¡Qué importantes son estas palabras después de algunos años de dificultades y divisiones!
Aquí está toda la novedad de este tiempo: es esta sencillez, incluso en el dolor, en la fatiga de cuando no nos comprendemos, sospechamos unos de otros o nos parece imposible avanzar. La experiencia del perdón, es decir, el retomar la relación, determina cada vez más la mirada entre la gente de la comuni­dad. La primera confirmación de la novedad que está naciendo entre nosotros ha ocurrido en la fiesta de San Patrick. Fuímos a la escuela católica donde uno de nosotros es profesor y nuestra unidad y ale­gría, con nuestra sorpresa, nos hizo protagonistas de la fiesta, rompiendo la formalidad del ambiente. Brian, Steve y Sue fueron a la conferencia diocesa­na para los jóvenes trabajadores y prepararon una pequeña mesa con nuestros textos. Se pararon muchas personas, quedando asombradas de lo que somos y durante la jornada volvieron otras veces para preguntar sobre la vida del movimiento.
Dos de ellos vienen ahora a la Escuela de comu­nidad y expresan su deseo de algo más profundo. El cardenal Law organizó una peregrinación por toda la diócesis de Boston para preparar el viaje del Papa a Denver en agosto, con ocasión del jubileo de los jóvenes. Al comienzo del camino fuimos a saludar al Cardenal y él, habiéndonos oído cantar antes, nos pidió que dirigiéramos nosotros los cantos, con la ayuda de Christianne, nuestra «directora de coro». Durante casi toda la peregrinación estuvimos can­tando canciones del movimiento y espirituales. Muchos se quedaron entusiasmados, especialmente los negros de la parroquia del barrio más pobre, que se unieron a nosotros. Al final, el Cardenal nos ha dado las gracias públicamente. ¡Somos 4 gatos, pre­cisamente 12! Pero se ha notado nuestra unidad deseosa de iniciativa y de alegría. El domingo de Pascua fuimos a misa a la catedral y su eminencia nos saludó calurosamente. Nuestra participación en la peregrinación a Denver se está convirtiendo en una gran ocasión de anuncio, porque se habla de ella en el trabajo y en la universidad, contando nuestra experiencia y pidiendo incluso contribucio­nes de dinero.
En los EE UU hace falta mucho coraje para hacer estas cosas, especialmente en el puesto de tra­bajo. Los sacerdotes de una parroquia a la que vamos algunas veces, han abierto las puertas al movimiento: nos han dado una habitación para tener la Escuela de comunidad y el párroco nos ha invita­do a una cena con los otros jóvenes de la parroquia para que les presentemos el movimiento. Para anun­ciar el evento, ha escrito una nota sobre nosotros en el boletín de la parroquía. Por último, un grupo ha empezado a hacer Escuela de comunidad en el MJT (Universidad de alto nivel muy conocida) y Chris­tianne con otros dos de la comunidad, guía un grupo de catecismo para los muchachos de 16 años en su parroquia.
Anna Lydia, Sue, Christianne y Vitginio (Boston)

Un nuevo «sí»
Un matrimonio civil a las espaldas. Des­pués, encuentro con per­sonas del movimiento. La decisión de «volverse a casar». Ya estamos cerca del «día»... pero es sólo un día entre tantos que lo han hecho importante. Durante este año he vivido como nunca hubiera pensado poder vivir. He conocido gente más feliz que vive con un «por qué», que incluso cansándose más que los otros es siempre vital, que ama más que los otros incluso no teniendo una familia, que se preocu­pa de los demás y quizá ni siquiera los conoce. En la compañía he vivido mucha disponibilidad, solidaridad, estima, ayuda, estímulo, ejemplo, petición, fuerza y fe. Si Dios es todo esto, como Cristo nos lo ha reve­lado, ¿cómo es posible que el hombre sea tan obtuso que no comprenda cuál es el camino que tiene que seguir para su salvación? Entiendo que es sólo una cuestión de Gracia y yo no puedo hacer más que dar gracias al Señor. Es además verdad que si no hubiese encontrado la compañía no podría ser como soy: cons­ciente de vivir con un signi­ficado y consciente de ser amada por mí misma. En la compañía vivo las pregun­tas que siempre he tenido en el corazón. Me casaré con un hombre que no vive conmigo esta experiencia, seguramente será difícil amarlo sin poder compartir con él esta alegría, encon­trar un equilibrio entre dos mundos tan distintos. Pero ya entreveo que será un único amor, sobre todo, tengo la certeza de que en los momentos de cansancio podré encontrar la respues­ta justa.

Tres buenos motivos
Soy un sacerdote de 72. Sigo siempre la Escue­la de Comunidad de Saluz­zo, al menos, por tres bue­nos motivos:
1. porque estoy en com­pañía de un hermoso gru­po de jóvenes que tienen y dan la alegría de la vida y de la fe;
2. porque, con gran seriedad y con la participa­ción de todos, se profundi­zan las verdades cristianas que animan al creyente y surgen espléndidos testi­monios de experiencias vividas;
3. y, sobre todo, porque por estos amigos enamora­dos de Cristo y de su Igle­sia soy llamado a cambiar yo mismo.
Alabo al Señor por esta bellísima gracia.
don Domenico, Revello

Happening en Paraguay
Es tiempo de elec­ciones aquí, en Paraguay. Asunción está empapelada con manifiestos que cubren el cielo y está con­tinuamente bombardeada con mensajes radiotelevi­sivos de propaganda polí­tica. Todo está mezclado con una buena dosis de fútbol, pero en medio de todo, aparece otro anuncio que cubre la ciudad, acompañado por una tenue publicidad radiofónica que habla sobre un gran acon­tecimiento que, por segun­do año consecutivo, se repite... ¿Es un nuevo candidato? ¿Es un nuevo equipo de fútbol? No, es el Happening '93.
El Happening, que tuvo su bautismo el año pasado con agua, tornado y nubes negras (parece que es una tradición de cualquier hap­pening que se precie), también este año ha tenido que luchar con muchas nubes negras, no de lluvia sino de crisis económica en medio de las elecciones presidenciales.
Finalmente llegó la semana fatídica (26,27 y 28 de marzo) con un calor sofocante que llegó a los 42 grados... Los medios de comunicación, rompiendo los esquemas, además de los múltiples problemas nacionales, han publicado un anuncio de un aconte­cimiento de tres días que reunía varias actividades culturales, deportivas y artísticas: un concurso infantil de pintura, encuentros de jóvenes rockeros, de golosos amantes de la pasta a la italiana, de entusiastas de la artesanía, de fanáticos del deporte. Al final un encuentro con los políti­cos candidatos a la presi­dencia con la intervención de Roberto Formigoni. El Happening fue inagurado por el Obispo de Asun­ción y visitado por unas 4.000 personas.
En el vasto programa de estos tres días don Filippo Santoro, resposa­ble del movimiento de
América del Sur, recordó en un encuentro que «la nueva cultura es utilizar las circunstancias y las cosas según su Destino, según su verdad, deseosos de experimentar una humanidad más verdade­ra».

Militar de permiso
Tengo un primo que está haciendo el servicio militar, y he sabido por su madre que últimamente, cuando volvía a casa, no comía nunca con su fami­lia, no hablaba con ellos. Mi tía estaba desesperada y me pidió, entre lágrimas, que la ayudase. Es la segunda vez que me sucede el ver a un padre que llora, que sufre porque se da cuenta de no ser el due­ño de su propio hijo. La primera vez recuerdo a mi padre llorando a causa de mi hermana, y yo, que no había encontrado todavía el movimiento, frente a aquellos ojos tan desespe­rados, no sentía más que una desesperación desilusionada. Esta vez ha sido distinto: he tenido la certe­za de que para vivir verda­deramente a Cristo en todas las circunstancias tenía que tener pasión por él, caminar con él hacia la cruz y he experimentado un gran amor hacia aquella mujer que frecuentemente he juzgado y criticado. Frente a esta circunstancia pedí rápidamente ayuda a mis amigos del movimien­to de Montefano. Habien­do encontrado a mi primo, pasamos una tarde todos juntos. No hablamos de él, de sus problemas; no le hemos juzgado, sino que hemos estado sencillamen­te cerca, a su lado. En la misa pedí al Señor que operase el milagro. Y así ha sido. A la mañana siguiente vino mi tía a bus­carme diciéndome que su hijo, después de volver a casa aquella tarde, había entrado en el dormitorio de sus padres y había pedido excusas por su actitud. Ella se quedó especialmente impresiona­da y quería saber si había­mos hablado de algo en particular. Le he respondi­do que no y en aquel ins­tante he comprendido que nuestra amistad había cambiado a una persona.

Juntos en El Cairo
Queridos amigos, os escribimos para contaros la alegría de nuestra vida en Egipto.
Somos dos familias que hemos llegado a El Cairo desde lugares distintos y con historias diversas, pero a las que nuestra espléndida historia ha puesto juntas en una aven­tura común. Alfio llegó a El Cairo en noviembre del 91, después de haber apro­bado la oposición para dar clase en el extranjero: ahora enseña italiano y latín en el instituto. Mien­tras esperaba que su mujer, Maria Teresa, se reuniera con él (junto a sus hijos que en noviem­bre eran 4, pero que en febrero del 92 se han con­vertido en 5), la Providen­cia ha hecho que encontra­ra a otra familia del Movi­miento, que estaba en El Cairo ya desde hacía un año por motivos de traba­jo: Saverio y Paola Russo con sus tres hijos. El piso de abajo del de la familia Russo estaba libre y así las dos familias viven en con­tinuo contacto de... hijos: bromas aparte, nadie se atrevía a esperar el con­suelo y el reclamo recípro­co que han nacido de esta amistad. Vivir el Movi­miento en El Cairo ha sido para todos tratar de vivir la verdad de la propia vida, personal, familiar, de trabajo, y de relaciones, ayudándonos con los instrumentos educativos que el Moviemiento ofrece: la Escuela de Comunidad, cada dos semanas, algunos momentos de oración, la lectura de Litterae. Y des­pués el trabajo misionero en sentido estricto. Es cierto, la de Egipto no es una situación fácil. En el país, que recientemente ha experimentado un preocu­pante aumento de la actividad de los integristas islámicos, los cristianos son una minoría, y casi todos de fe copta. Después también la posibilidad de establecer relaciones con la comunidad cristiana es bastante limitada, a causa del idioma y de la poca "proximidad" en el puesto de trabajo (la escuela y la empresa de Saverio ponen en contacto solo a italia­nos). También en esto la Providencia ha sido mucho más grande que las capacidades: Monseñor Egidio Sampieri, vicario apostólico de los católicos de rito latino en Egipto, ha propuesto a Alfio que enseñara italiano a un gru­po de hermanos francisca­nos de El Cairo. Así hemos encontrado a Adel, Maher, Murad y a otros más a los que, entre una clase del subjuntivo y una pizza, hemos hablado de CL. Y quién sabe si algu­no de ellos no va este verano a Italia a conocer la vida del Movimiento. Entre tanto, superando recelos y desdenes de muchos, Saverio ha orga­nizado en Pascua un encuentro en su casa (con té final) con algunos com­pañeros cristianos coptos ortodoxos. Ha sido un ges­to pequeño, pero que ha impresionado mucho y así, mientras nos despedíamos, se traslucía el deseo de volvernos a ver. Confia­mos a las oraciones de todos las pequeñas semi­llas plantadas aquí en tie­rra de Oriente.
Alfio y Maria Teresa con Antonio, Auna, Veronica, Irene, Giulia, Saverio y Paola con Sara, Pietro, Stefano.

Semiclandestina
Era la primavera del año 1973 y yo, de forma semiclandestina (ya que estaba trabajando como empleada de las instala­ciones), tuve oportunidad de escuchar a don Giussani en unos ejercicios que celebraba en Rímini. Me impresionaron entonces algunas cosas: el increíble silencio en el que se movía aquella gente cuyo significado no entendía, y el elevado tono de la voz con el que aquel sacerdo­te decía cosas para mí absolutamente fuera de lo normal, pero que a pesar de todo tocaban algo con­creto, hablaban de la per­sona, de la cosa más con­creta que existe, el cora­zón del hombre, por tanto también del mío. Acaba­do el retiro no me hice más preguntas y volví a la vida "normal". Al final de ese año una amiga-fami­liar nos propuso a mí, a mi marido y al resto de los familiares formar par­te de una gran compañía, dentro de la cual ella
vivía desde hacía tiempo. Habiendo experimentado la "bondad" para sí, la contaba, mejor dicho, la "anunciaba" proponién­donosla también a noso­tros. Así comenzó hace 20 años mi camino en el movimiento de CL. Durante los últimos ejer­cicios de la Fraternidad, que se celebraron en el mismo lugar de hace 20 años, he hecho memoria a menudo de aquel primer encuentro, sobre todo cuando don Giussani decía que "el aconteci­miento es algo presente que encuentra motivacio­nes en el pasado". Es ver­dad: el reconocimiento de un acontecimiento pre­sente que reclama un acontecimiento del pasa­do te hace más claro a tí mismo el cambio de tu vida, mantiene viva la memoria, mantiene viva la petición.
Anna, Rímini

Bucarest, cena con Antonia
Escuela de comuni­dad en casa de Antonia. El salón hasta arriba de gente, se podría utilizar la sede que es más grande, pero Antonia se empeña en dar­nos de cenar. Hay personas nuevas. Es sobre todo por esto que Antonia ha queri­do celebrar el encuentro en su casa. Continuamos la lectura del texto: El Sentido Religioso. Violeta traduce de la versión francesa y lle­ga hasta el final del párrafo. Enseguida empiezan las intervenciones. Adrián, res­taurador y pintor de iconos, que está aquí por primera vez, no está de acuerdo. ¿Para que sirven estas cosas? ¿Qué tiene que ver con la fe, con la Iglesia? Sería necesario hablar de otras cosas. Muchos le con­testan. La discusión es ani­mada y cuesta seguir el dis­curso, que ninguno tiene tiempo de traducir. Se insiste en que la escuela de comunidad es una escuela, un camino de conciencia. Todos pensaban un poco como Adrián al principio, pero después se han dado cuenta de que no era ver­dad.
Será sobre todo Alexan­dru quien dará testimonio, él que hace un año sostenía que el movimiento es una cosa preciosa pero en Italia, donde la gente ha resuelto los problemas materiales cotidianos. En Rumanía no, no podía ser la misma cosa,
era demasiado difícil encontrar algo para comer, ganar lo suficiente para vivir, la gente no tenía tiem­po. Se habla del deseo de belleza, de justicia, de bien. Interviene al respecto Xenovia. También ella es nueva. Vive en la misma planta que Antonia y son amigas. Xenovia está en la cumbre de su carrera, traba­ja para el gobierno y desempeña una tarea importante. Cuenta su vida; dice que no ha recibido nin­guna educación religiosa, pero, por ejemplo, el deseo de justicia le ha sido incul­cado igualmente. ¿Enton­ces, para qué sirve la Igle­sia? De nuevo le contestan muchas voces, se le dice que no es verdad que su educación haya sido atea, en su casa le han transmiti­do ciertamente los valores cristianos. Veo enfrente de mí el rostro blanco de Radu, con más de 50 años. Ha sido nuestro primer ami­go de Bucarest.
Graziano y Fabio venían todos los años casi exclusi­vamente para encontrarse con él. En toda su vida no ha podido hacer nada de lo que le gustaba, primero por ser hijo de un notario, des­pués por ser creyente. A su lado está Violeta con su marido Daniel. ¿Cuántos años ha estado aparcada en un oscuro instituto universi­tario, con la carrera bloque­ada, porque eran practican­tes? Daniel y Violeta han sido los segundos amigos de Bucarest. ¿Cuántos años nos ha llevado pasarle a Radu la dirección de los Barbu y viceversa? ¿Cuánto les ha llevado a ellos rela­cionarse superando aquella inimaginable desconfianza que el terror había insinua­do en todas las relaciones? Y ahora estamos aquí haciendo juntos lo que antes hacíamos con gran secreto, con gente que no habíamos visto nunca, pero que ahora ha sido invitada a nuestra compañía. Y Xeno­via quiere saber para que sirve la Iglesia. ¿Por qué se lo pregunta? Porque ha vis­to a su amiga Antonia cam­biada, cambiada de un modo envidiable que tam­bién quiere para sí.
Habla Radu y está preo­cupado: hoy las iglesias están repletas, mucha gente practica, pero es sólo por obtener un certificado de anticomunismo. Muchas personalidades se dejan fotografiar al lado de autoridades eclesiásticas sólo para hacer creer a la opi­nión pública que no han sido comunistas.
El hecho es verdad pero no incumbe a la Iglesia que es responsable sólo de ser ella misma.

Víveres para Eslovenia
Viernes 19 de Marzo de 1993, fiesta de San José. Un cargamento de 16 tone­ladas de víveres y material para la higiene personal salió desde Conegliano Veneto hacia un campo de refugiados bosnios en Eslo­venia. La iniciativa se con­cretó gracias al esfuerzo de las comunidades de Comu­nión y liberación en cola­boración con Caritas Dio­cesana y numerosas parro­quias y colegios de la pro­vincia. Fue conmovedora la acogida al llegar a los cam­pos. Por la noche se celebró una fiesta: cantos, vino y slivoviz, intercambio de regalos y la oración.


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página